Miércoles 30 de julio de 2003 | ||
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Opinión Récords, controles y sospechas Los controles antidóping, afirman las autoridades, son cada vez más exigentes. Sin embargo, el Tour de Francia concluyó el domingo pasado con el promedio más veloz de sus cien ediciones, casi 41 kilómetros pese a los calores agobiantes y las etapas de montaña. Y ese mismo día concluyó también el Mundial de Natación en Barcelona, el segundo más rápido de la historia. Allí se marcaron catorce records mundiales, un registro sólo superado por las dieciséis marcas del primer campeonato de Belgrado, en 1973, cuando Estados Unidos y Rusia dirimían ideología en los estadios y el deporte sufría un festival de esteroides anabólicos La novela "made in USA" del cowboy texano Lance Armstrong, flamante pentacampeón del Tour de Francia, después de sobrevivir a un cáncer que le había llegado al cerebro seguramente es emocionante. Y lo mismo podrá decirse de los catorce records del Mundial de Barcelona, cinco de ellos del joven de 18 años Michael Phelps, de Estados Unidos. Armstrong y Phelps son fenómenos precoces, dotados de talento y coraje acaso únicos. Pero la historia es algo más compleja. Armstrong y Phelps son también figuras líderes de un deporte que, según coinciden sus especialistas más autorizados, recurre inevitablemente al dóping para bajar records, impulsado por intereses que ya no son sólo políticos, sino especialmente económicos. Se dijo alguna vez: ya no combaten Estados Unidos vs. Rusia. Ahora pelean Nike vs. Reebok. Sólo un día después de los catorce records de Barcelona y la velocidad histórica del Tour, la cadena inglesa BBC difundió un servicio afirmando que la eritropietina (EPO, la hormona que incrementa los glóbulos rojos y ayuda en los deportes de potencia) es ahora el dóping de los deportistas pobres. Los ricos se alimentan desde hace tiempo de la hormona de crecimiento, que sigue resultando indetectable en los controles antidóping. ¿No era que los grandes avances de los nuevos controles era justamente la posibilidad de detectar el EPO, como se anuncia ahora con bombos y platillos para los Juegos Panamericanos de Santo Domingo?. Así lo anunció el jefe antidóping de los Panamericanos, el brasileño Eduardo De Rose, justamente encargado de la defensa del reciente dóping detectado a la estrella del atletismo brasileño, Maurren Maggi La historia del dóping es vieja. Y hasta los fiscales más severos cambian su postura cuando hay que investigar dentro de la propia casa. Se escribieron, es cierto, cientos de terribles informes sobre el dóping en la ex Alemania del Este. Pero nada se dijo sobre Occidente, porque el Muro de Berlín cayó de un solo lado. ¿O acaso no se reveló recién hace unos meses que también un mito intocable como Carl Lewis corrió dopado en los '80, igual que su rival Ben Johnson, el canadiense que pagó por todos? "Los trapos sucios se lavan en casa", suele decirse. Lo mismo, según parece, ocurrió en Argentina hace unos días con un documental que el canal de cable de Buenos Aires TyC Sports decidió no emitir sobre el Mundial '78. El problema, según pudo saberse, no fue que los héroes del Mundial recibían críticas por jugar en medio del horror, como algunos, tal vez, podrían haber supuesto. El problema fue que un jugador peruano e inclusive una de las figuras argentinas sugieren que el Mundial se ganó con dóping. ¿Habrá sido acaso diferente en los demás Mundiales? Seguramente no Ezequiel Fernández Moores MAS INFORMACION El reloj amenaza a los organizadores
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