Sábado 26 de julio de 2003

Una carrera en pocas palabras

-F2__P2_CULT_EPSRicardo Zanón nació en Buenos Aires. Es egresado del Conservatorio Nacional "Carlos López Buchardo". Fueron sus maestros, entre otros, Carlos Guastavino de armonía; Angela A. de Roberts y Dora Castro, de piano; Juan Pedro Franze, de Musicología.Tomó clases de piano en forma particular con la profesora Noemí Berti. Egresó del Conservatorio Nacional con uno de los más altos promedios de su promoción. Luego prosiguió sus estudios con la eminente pedagoga Celia Bronstein y con el maestro Aldo Antognazzi. Recibió clases magistrales de Pierre Sancan, Rosalyn Türeck y Menahem Pressler. Realizó sus primeras presentaciones en público a la edad de nueve años y resultó ganador de varios concursos nacionales de música. Ha recorrido el país en varias giras, actuando en recitales y como solista en las siguientes orquestas: Juvenil de Radio Nacional, de Cámara del Honorable Congreso de la Nación, Sinfónica de Rosario, Sinfónica de Entre Ríos, Sinfónica de San Juan, Sinfónica Nacional. Ha viajado a San Pablo (Brasil) para actuar con la Jazz Sinfónica de esa ciudad. Sus actuaciones le valieron elogiosos comentarios en la prensa especializada. Se ha desempeñado como docente en el conservatorio "Manuel de Falla", de Buenos Aires. Es colaborador permanente de la Fundación El Sonido y El Tiempo Internacional, realizando actividades en la Argentina y en Italia. Reside en la ciudad de General Roca, donde ocupa el cargo de pianista en la Orquesta de Cámara de Río Negro. La intensa actividad de esta agrupación hace que haya recorrido el sur argentino, realizando cerca de treinta presentaciones anuales. Asimismo, tiene a su cargo la cátedra de piano del Instituto Universitario Patagónico de Artes. Su actividad como docente ha servido para que muchos de sus alumnos recibieran galardones en concursos nacionales e internacionales de piano.

Zanón ha conseguido un delicado equilibrio en el que se conjugan varios y disímiles elementos: el tiempo (sagrado), su exposición como concertista y su vocación docente. Desde su lugar en el IUPA continuó brindando recitales en Europa y Latinoamérica y, por supuesto, ha impulsado a jóvenes valores artísticos cuyo talento trasciende el marco nacional Hace unos meses estuvo dando conciertos en Italia y su agenda no deja de apuntar actividades. Por estos días se prepara para encarar una serie de recitales en el nuevo teatro de la ciudad de San Martín, provincia de Buenos Aires. En octubre se encargará de la coordinación del Festival Bach en el Auditorio de la Ciudad de las Artes, en Roca. En el mismo escenario se presentará como solista probablemente a fines de este año y en el 2004 lo esperarán nuevamente en Europa para brindar un ciclo de presentaciones. Ricardo Zanón vive tranquilo en el sur, pero no le da respiro a su alma. Cómo podría.

- Cuéntame acerca de tu experiencia en Europa.

- Fue un viaje en el que se conjugaron varias cosas. Hace tres años que estoy trabajando con la Fundación El Sonido y el Tiempo Internacional, que tiene sedes en Buenos Aires e Italia. En el marco de este trabajo fui invitado a Cerdeña para dar un curso de perfeccionamiento pianístico. Mis actividades incluían además dos recitales, uno como solista y otro con distintos grupos que se formaban ahí. Esto fue en el conservatorio de Sassari. Un sitio impresionante. Dos días antes de viajar falleció mi vieja. No sabía si iba a viajar realmente. Por otro lado, durante la semana anterior no había estudiado. Sólo me dedicaba a esperar el desenlace, el llamado. Para esos conciertos tenía pensado hacer dos tangos de Juan José Castro y variaciones sobre un tema de Schumann y Brahms. Finalmente murió mi vieja en Buenos Aires, la llevamos al crematorio, tal cual ella quería, y a los dos días viajé a Italia. Cuando llegué había un concierto de iniciación del maestro Stefano Mancuso. Al día siguiente empecé con las clases. Entonces Mancuso me dijo: "Mirá, me tenés que pasar el programa porque tu concierto está pautado para el martes". Le dije que no estaba seguro de tocar en esas condiciones, pero al final me convencí de que podría hacerlo. Me dieron el lunes y el martes libres, estudié esos dos días independientemente de que ya venía estudiando desde hacía mucho las obras para estas presentaciones. Y toqué. Creo que mi vieja estuvo presente de algún modo. Siempre recuerdo esta imagen: yo tenía seis años y ella al lado mío, tejiendo. Al final fue un concierto muy exitoso. Había alumnos, profesores, público en general, estaba el rector de la institución. Me invitaron inmediatamente para tocar en un festival internacional que se hace muy cerca de allí el próximo año. Les gustó el repertorio y yo me quedé muy conforme con la actuación.

Como cronista y como amante de la música tuve la suerte de ver y escuchar a algunos artistas que admiro en situaciones y espectáculos muy distintos. Semanas atrás Zanón fue una figura clave en el concierto que brindó el Quinteto de Tango de la Fundación Cultural Patagonia dirigido por el maestro Orlando Tumini en la Ciudad de las Artes, su piano y el bandoneón de Tumini son definitivamente la base virtuosa del grupo; dos meses atrás lo había escuchado en una obra compleja y vanguardista junto al destacado marimbista Angel Frette y al Cuarteto de Cuerdas de la Fundación Cultural Patagonia, en el marco del Primer Festival Internacional de Percusión de la Patagonia.

- ¿Cómo ha sido construir tu carrera de concertista y profesor en el exterior?

- Esto es caminar y hacer. No es fácil tocar en Europa, pero una vez que estás allí no es tan difícil. El artista argentino pareciera que no le da, en general, dema

siada bolilla a los lugares pequeños. Priorizan, por ejemplo a los músicos clásicos, el Teatro Colón y otros lugares más multitudinarios aun. Aclaro que ocurre en términos generales, aunque es muy prestigioso, y lo fue para mí tocar en Rosario, Córdoba y en tantos lugares de la Argentina. Pero cuando llegás allá te das cuenta de que los lugares no son de 3.000 personas. Son de 150 ó 180, las salas son pequeñas. Sin embargo, las actividades son grandes y hay mucha actividad y varios ciclos y categorías de ciclos. En la categoría más importante tocan Daniel Barenboim, Marta Argerich y después, en otra categoría, puedo tocar yo - ¿En la Argentina es posible hacer algo parecido?

- En la Argentina podría existir este tipo de espacios, estoy seguro. Pero no está la voluntad o tal vez no interesa tanto - ¿Cómo definirías este momento de tu vida y de tu carrera?

- Tengo la tranquilidad de que sé lo que quiero y sé lo que no quiero. Sé lo que puedo y lo que no. Es una etapa de madurez que me permite tener la tranquilidad necesaria para elegir y evaluar. También está mi otra faceta de docente, que es muy importante. Me llena de satisfacción. César Lefiñanco, Marianela García, por mencionar a dos entre varios casos destacados, son alumnos míos - ¿Qué proyectos musicales tienes agendados para el futuro inmediato?

- Hay varios muy cercanos. Del 2 al 9 de agosto daré un curso de perfeccionamiento pianístico sobre las obras de Beethoven y el 6 daré un recital. Esto será en San Martín, provincia de Buenos Aires, en el marco del ciclo "Música en San Martín". Está organizado por la Asociación de Música. Construyeron en esa localidad un teatro tipo herradura para 400 personas, chiquito, hermoso, con un sonido excepcional. También forma parte de la actividades de la Fundación El Sonido y El Tiempo Internacional.

- ¿Y en la región?

- En el auditorio de la Fundación Cultural Patagonia quiero tocar música contemporánea. Lo más probable es que me presente después del Festival de Bach en octubre, en el cual van a tocar alumnos míos: Gabriela Guala y César Lefiñanco, entre otros.

- ¿Cuál es tu visión acerca de construir una carrera desde el interior?

- Desde acá es mucho más interesante plantear una carrera y hay una serie de posibilidades que se hacen más escasas en Buenos Aires. Por otro lado, en Buenos Aires las instituciones en general todavía le dan bastante importancia a la gente del interior. La Fundación del Teatro Colón, por ejemplo, ha captado para un curso preparatorio alumnos de Comodoro Rivadavia, General Roca, Tucumán, Córdoba, Entre Ríos; son 14 en total y más de la mitad, del interior.

- ¿Cómo ha cambiado tu percepción de la vida desde que te estableciste en la Patagonia?

- Cuando llegué acá desde una ciudad grande comencé a reflexionar acerca de cuáles eran mis tiempos. Me pregunté ¿éstos son mis tiempos o los de otro lugar? ¿Por qué voy a estar apurado? Me costó entender que, justamente, tenía tiempo para estudiar, cultivar la amistad, el ocio creativo o viajar con mi mujer un fin de semana a Las Grutas. Eso en Buenos Aires no lo hacía. Aquí encontré mi propio tiempo. A mis alumnos les digo: "Estudien lento, desarrollen una percepción fina de las cosas, la partitura ya está escrita ¿quién falta formarse? Ustedes, y ustedes son los que deben bucear en su propio interior para saber quiénes son". La única manera es no volverte loco y hacer las cosas en perspectiva - ¿Qué músicas escuchas que no sean clásicas?

--F4_P2_CULT_EPS Mucha música. Escucho Manu Chao, por ejemplo; si bien no alcanza a ser música étnica, es interesante el timbre que logra, el timbre instrumental y vocal. Me parecen fundamentales algunas de sus letras y el hecho de rescatar cosas del folclore latinoamericano. Nuestro folclore no es tan rico como otros, el nuestro es un poquito más apagado, más cerrado; hay autores venezolanos, por ejemplo, que son espectaculares. En un momento se me ocurrió tocar cosas de Bola de Nieve, me encanta. Soy abierto la toda música. Y cuando escucho música no pienso en cuestiones técnicas, las acepto tal como son, me gusta o no me gusta.

- Imagino que también tienes proyectos en materia de docencia.

- Sí, establecer algunas pautas desde el punto de vista docente que me gustaría plasmar en un libro. Escribir. Pero no es tan fácil. Libros sobre técnica pianística hay muchos, yo quiero trabajar más sobre el método de estudio, la concientización en el momento del trabajo. Estas ideas me han dado buenos resultados acá. Es decir, saber qué es lo que hay que hacer para lograr ese objetivo y establecer una manera de estudiar. A veces pienso que hay una gran etapa de disección en el momento del estudio. Es muy importante no perder el objetivo emotivo, emocional, y en el marco del estudio esto es muy difícil. Imagino un libro con pasajes de algunas obras características y que tenga soluciones, sugerencias, desde un punto de vista técnico y emotivo. Tenía un alumno del conservatorio municipal que venía siempre con las fotocopias de las partituras cayéndoseles, todo desgreñado, que tocaba muy mal desde el punto de vista rítmico. Se corría, aceleraba, no tenía un control muscular adecuado... yo fui guiándolo en un método de estudio para ver qué pasaba. Un día le dije: "Vos seguramente llegás a tu casa, tirás la ropa por cualquier lado, tu madre prefiere cerrar la puerta de tu cuarto antes que entrar porque parece un nido de caranchos". "Sí, sí, claro, profesor", me decía. Bueno, le dije que en principio le iba a poner cinta a las partituras y así fue como le enseñé a pegar las partituras. El tipo a los seis meses estaba ordenado en la estructura del estudio. Porque es difícil que vos seas ordenado en un solo aspecto. Es loco pero no es tan loco cuando vos sos el hacedor de un orden.

- El hacedor de un caos artístico, estético, no necesariamente vive en el caos.

- Exactamente. Ese orden es importante no sólo para el estudio sino para otras cosas. Con los chicos muchas veces hablamos de la rutina. La rutina es levantarse temprano, pero lo que después pasa durante el día no es rutinario. Si vos todos los días estudiás, cada día es una propuesta nueva. Por más que toques lo mismo. No es una repetición inconsciente, es una repetición consciente sabiendo por qué estás tocando lo que estás tocando. ¿Por qué siempre se cuestiona lo que no sale?, "Ufa esto no me sale", dicen los chicos, en lugar de decir ¿por qué me sale esto? Veo que esta manera de pensar, desde otro lado, da resultados - ¿Qué te queda por tocar?

- Me gustaría tocar... mucho, en realidad siento que me queda todo por tocar. Con los años empiezas a entender qué puedes tocar y qué no. Es una cuestión de decisión, de tiempo, conciencia. Recuerdo que le llevé una vez a Pedro Franze, profesor de historia de la música y musicólogo especialista en Beethoven, unas grabaciones mías hechas en vivo en La Plata a ver qué le parecían. "¿Usted está dispuesto a estudiar las 32 sonatas de Beethoven?", me dijo. "La verdad que sí", le contesté. Y luego me halagó mucho lo que me dijo. A lo mejor hacer un ciclo de las sonatas de Beethoven sería importante, hacer uno de los conciertos de Brahms, el número 1, para mí sería importante. Tocar el próximo recital es importante. Lo de San Martín es muy importante para mí - Tocar es exponerse, siempre... no sé si recuerdas esa película de Bernardo Bertolucci, "Cautivos del amor", en la que el pianista toca para un grupo de chicos...

- Sí, la recuerdo. El concierto íntimo. Es que tocar delante de los alumnos es bravo, es mostrar lo que uno está predicando. Por otro lado, creo que, de la misma manera en que nuestros antecesores eligieron, nosotros tenemos el deber de elegir y decidirnos por algo y esa decisión es la que marca la diferencia en una interpretación, esto sí, esto no. Esto sí con convicción. Puede ser la interpretación de una obra actual o puede estar fuera de todo parámetro, pero al menos es convincente. No es algo que esté semisumergido. A eso debe aspirar cualquier intérprete, a tener tanta personalidad que se manifieste en su arte.

 

Claudio Andrade

candrade@rionegro.com.ar

 

 

 

 

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