"Cuarteto", una producción simbólica y necesaria

La obra de Rovner sigue en el teatro El Tubo de Viedma

Una fuerte crítica a las dictadura con humor negro e ironía en "Cuarteto".

El elenco viedmense Purogrupo continúa presentando "Cuarteto", su reciente producción teatral dirigida por Omar Fossati, que puede verse los viernes a las 22, y los domingos a las 20 en la sala del Teatro El Tubo, en Belgrano 747.

"Cuarteto" es una obra original del dramaturgo argentino Eduardo Rovner –estrenada como tal en el '91 pero con un primer antecedente en el ciclo de Teatro Abierto de los ochenta-, y si bien tiene una fuerte directriz ideológica como reflejo de la dictadura militar, la historia se sostiene a través del paso del tiempo.

En un clima que destila ironía y humor negro, donde se mezclan la risa y el espanto, uno se encuentra sonriendo ante la perversidad de cuatro locos que pretenden rescatar al mundo con los acordes del inmortal Beethoven.

Sus eternos ensayos para presentar un concierto televisado son una mentira, ya que ninguno sabe tocar su instrumento, son sólo simuladores. Contraponiendo esa farsa, en el plano de la realidad están la esposa y el hijo de uno de los músicos, qu llaman desde la cotidianeidad sólo para interrumpirlos de su éxtasis mesiánico. En esta mezcla entre el plano real y el artificio, se muestra la facilidad con que se puede pasar de lo real al juego y de lo 'normal' hasta el más profundo horror.

Destacable por demás es el desempeño de los actores. En la puesta de Purogrupo el elenco está integrado por Pablo Mario, Jorge García, Carlos Irazusta, Daniel Etcheverry, Javier García y Silvia Gentile, en los papeles Johann, Friedrich, Kurt, Wilhelm, el hijo y la mujer.

Los cuatro primeros -en similares protagonismos- dan lo mejor de sí y cada uno tiene pasajes en los que sobresalen, en una respuesta pareja y de alto vuelo, mientras que los otros, sin desentonar, tienen una exposición tanto menor. Y la faz técnica que comandan Silvia Suárez en luces y Liliana Pérez en sonido, apoya la puesta a la perfección, al igual que el trabajo de utilería y escenografía que apuntala el ambiente de sordidez.

Esta presentación grotesca sobre la realidad y la abstracción por el arte, esta obra artística que reubica -y por tanto se reubica- en la verdadera dimensión, que desnuda y condena los dogmatismos y los fanatismos, es aún hoy una obra necesaria. (AV)