Martes 15 de julio de 2003

Hora Zero: pasión y temple por el mundo de Piazzolla

La propuesta de la noche del sábado era atractiva: un repertorio de Astor Piazzolla en manos de un grupo de jóvenes músicos de Bahía Blanca. No se sabía mucho más. Pero se ve que la gente de la Comarca Viedma-Patagones intuía algo, porque la sala del maragato Teatro España se colmó, incluso el 'gallinero' tenía todas sus butacas ocupadas.

Los integrantes de Hora Zero fueron entrando uno a uno, improvisando fraseos y enlazándose... se sabía que eran jóvenes, pero ya en escena los rostros parecían demasiado imberbes. Es que los cuatro miembros estables cuentan entre 17 y 20 años, y a pesar de eso tocan con una jerarquía y un aplomo como si tuvieran el doble de experiencia.

El primer tema fue "Primavera porteña" y a su final la sala entera atronó desbocada; con el público en su bolsillo, los bahienses luego pasaron por "Otoño porteño" y "Verano porteño" -de las "Cuatro estaciones porteñas"-, y "Buenos Aires: hora cero", mostrando envidiables calidades en lo individual y en el concepto interpretativo.

Fernando Balestra -a cargo del piano, arreglos y dirección-, el 'benjamín' Pablo Rubino en violín, Leonardo Antivero en violoncello, Nicolás Leidi en saxo y el músico invitado Agustín Speroni a cargo de batería y percusión, sorprendieron al público.

Luego fue tiempo de "Reunión cumbre" -colaboración de Piazzolla con Gerry Mulligan- que aportó un aire de jazz distinto y cerraron la primera parte con "La evasión".

El segundo segmento comenzó con "Meditango", "Insomnio" -una suite de Balestra que no desentonó ante el genio del maestro Piazzolla- "Años de soledad", dos temas de la "Suite troileana", un medley entre el clásico "Contrastes" y el jazzero "Reminiscencia", para cerrar con una interpretación incendiaria de "Libertango" Como Balestra había dicho "si quieren un bis, sólo tienen que pedirlo", la gente reclamó un rato más de música, y lo logró.

Los bahienses pueden estar orgullosos de los jóvenes de Hora Zero, y a partir de este presente, uno se arriesga a pensar en qué futuro, qué grandes horizontes pueden aventurárseles a estos 'purretes' que se atreven a pasear por el universo de Piazzolla con solvencia y gracia.

La velada deja espacio para felicitar a los organizadores del ciclo "No todo es vigilia la de los ojos abiertos", por la apuesta a la música no comercial que no tiene espacios para mostrarse, y por tratar a los artistas con el respeto que se merecen Ojalá la excelente respuesta del público asegure la permanencia del ciclo, para que continúen develando novedosas propuestas, aportando un poco de agua en este desierto ávido y sediento.

 

Ignacio Artola

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