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"El último
gran trovador"
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Compay Segundo, murió una leyenda del son
Con la muerte de Compay Segundo, la música
cubana perdió a uno de sus más singulares intérpretes,
un hombre que conoció la fama ya de grande y que, aunque se acercó,
no pudo cumplir su deseo de sobrepasar los 116 años. Fue un músico
autodictada reconocido internacionalmente a mediados de los '90, cuando
participó en "Buena Vista Social Club" en un álbum ganador de
un Grammy,
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Compay Segundo supo vivir
con alegría y picardía. |
LA HABANA (Reuters/Télam-SNI).- Compay Segundo, leyenda
del son cubano que falleció ayer en La Habana, disfrutó de una segunda
juventud cuando a los 90 años se lanzó a recorrer el mundo vestido, como
siempre, con un impecable traje y sombrero y cantando su inolvidable "Chan
Chan".
Compay Segundo murió ayer a la madrugada en su domicilio en el barrio
de Miramar, en el oeste de La Habana, a los 95 años, víctima de una insuficiencia
renal. En los últimos meses había sufrido un deterioro sucesivo en su
estado de salud debido a un desgaste metabólico agudo con insuficiencia
renal. Al no poder eliminar desechos tóxicos, su sangre se fue contaminando,
explicó hoy la emisora cubana "Radio Progreso". La enfermedad
le obligó a cancelar un concierto que tenía programado en Londres y otras
presentaciones en España y Portugal. Su última actuación fue el 27 de
febrero, en un concierto en el Auditorio Nacional de Ciudad de México.
Francisco Repilado, su verdadero nombre, nació en 1907 en el pueblo de
Siboney, a pocos kilómetros de Santiago de Cuba.
Hasta pocos meses antes de su muerte siguió dando conciertos en el extranjero,
disfrutando de esa gloria tardía con la energía y el entusiasmo de quien
lleva toda la vida esperándola y cumpliendo su promesa de no retirarse
jamás ni del son ni de las mujeres.
Con la picardía y el sentido del humor que no perdió nunca, presumía de
haber tenido en sus brazos a más de 50 mujeres y de estar tratando de
tener otro hijo.
"Las flores de la vida le llegan a todo el mundo, lo que hay es que estar
atentos para no perderlas. Las mías me llegaron pasados los 90 años",
dijo en una oportunidad en una entrevista, sosteniendo en la mano uno
de los cigarros habanos que aseguraba haber fumado desde que tenía cinco
años.
Pero no pudo cumplir su sueño de cumplir 116 años, edad a la que murió
su abuela, para entonces "pedir una prórroga". Compay falleció la madrugada
de ayer en su casa de La Habana víctima de insuficiencia renal.
Además de por su "Chan Chan" y otras canciones, Compay se hizo famoso
por su optimismo vital y por su filosofía de vida, que no se cansaba de
repetir por todo el mundo. "Para llegar a viejo hay que hacer de todo
pero con moderación", aseguraba, afirmando que el secreto de la longevidad
es "cuidarse del hastío".
"En vez de comerme un pollo entero pido sólo un cuarto. Así no me atraganto".
La fama mundial le llegó en 1997 con su participación en el álbum ganador
de un Grammy "Buena Vista Social Club" de Ry Cooder, pero Compay Segundo
había comenzado su carrera musical ocho décadas antes.
Cuando era un adolescente compuso ya su primera canción y comenzó a tocar
en grupos de Santiago con su famoso armónico, un instrumento de siete
cuerdas, entre la guitarra española y el tres cubano, inventado por él.
Fue parte del Quinteto Cuban Stars de äico Saquito y luego entró en el
Conjunto de Miguel Matamoros. Pero será en el duo "Los compadres", en
el que hacía de segunda voz junto con Lorenzo Hierrezuelo, cuando comenzará
a ser conocido como Compay (compañero en el habla coloquial del oriente
de Cuba) Segundo.
"Macusa", "Yo canto en el llano" o "Los barrios de Santiago" se convierten
en los éxitos de un repertorio que le hace conocido en las noches cubanas
de los años 50. Pero con el triunfo en 1959 de la revolución castrista,
que acaba con la vida nocturna de juego y prostitución controlada por
la mafia de Nueva York, Compay Segundo cae en un olvido durante décadas,
en las que se dedica a torcer tabacos en una fábrica de La Habana.
En los años 80 volvió a la música y comenzó a tocar para turistas en La
Habana y a participar en algún concierto en los Estados Unidos y en España.
Pero fue el "Buena Vista Social Club" lo que le lanza al estrellato, al
igual que a otros músicos olvidados como Elíades Ochoa o Ibrahim Ferrer,
y le convierte en una estrella mundial. Por las ventas logradas obtuvo
discos de diamante, de oro, de plata y de platino y sus composiciones
se mantuvieron semanas en los primeros lugares de las listas de preferencia
en España, Francia y Colombia, entre otros países.
En los últimos siete años tocó ante millones de espectadores en los escenarios
más prestigiosos del mundo y grabó nueve discos (el último "Duets" junto
con Cesaria Evora, Charles Aznavour y Antonio Banderas, entre otros) que
convirtieron a la música tradicional cubana en un fenómeno de masas.
"Si no fuera por el son, hubiera en el mundo una tristeza bárbara", dijo
en una de sus últimas entrevistas.
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