Lunes 14 de julio de 2003

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La importancia del dramaturgo y los recursos

 

Omar Fossati salió del 'encierro' y volvió al teatro

Omar Fossati es una figura de la Comarca Viedma-Patagones por haber fundado los cimientos de la actividad cultural en la zona. Director de Cultura, impulsor de la construcción del Centro Municipal de Cultura de Viedma y, fundamentalmente, director de teatro. En el 2003 regresó a la actividad luego de un extenso parate, para comandar "Cuarteto", la obra de Eduardo Rovner que Purogrupo pre

 

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Omar Fossati espera más compromiso de la gente con la cultura.

El reciente estreno de la obra "Cuarteto" por parte de Purogrupo merece un doble festejo, por una nueva apuesta a la actividad teatral, por la calidad de la puesta, y por haber significado el regreso a las tablas del director Omar Fossati.

Omar pasó más de quince años alejado del teatro, una etapa en la que estuvo "encerrado", como él define. Pero este año se liberó, encontró la necesidad de ir abriendo pequeñas puertitas y entre otras cosas volvió a la tarea expresiva, a partir de una ronda "de resurrección" en la que conoció a Pablo Mario, "un actor que vive en el mismo barrio que yo, y con en el que no nos habíamos visto nunca, y comenzamos a hablar sobre fantasías comunes respecto del teatro, hasta que finalmente un día me trajo la propuesta de dirigir esta obra".

"Yo antes hubiera dicho taxativamente 'no', pero en un jugarse por la fe y la esperanza, terminé aceptando. Y desde ese momento -en lo artístico- todo fue satisfacción".

"Purogrupo se había cansado de ofrecerme que trabajara con ellos, pero yo creía que era una etapa terminada. Y sucedió algo muy especial; no tuve que ponerme a estudiar, ni recordar, ni buscar en viejos apuntes. Yo llegué, dije buenas tardes y comencé mi trabajo como si hubiese una continuidad con lo que hice hace casi veinte años".

Sobre el trabajo grupal en sí, Fossati remarcó que "uno llega a un conjunto de personas que trabaja desde hace mucho tiempo y se encuentra con interpretaciones y costumbres que ya están cristalizadas, y para el que viene de afuera es una sorpresa y da mucho trabajo".

"Todo arte es vivo, pero el teatro, quizá como la ópera, para concretar la tarea necesita de los otros. El pintor toma sus pinceles y la tela, instala el caballete y pinta, más allá de que sea abstracto, realista o futurista. El pianista se encierra a estudiar ocho horas hasta que de alguna manera logra que sus manos puedan hacer lo que el autor pide desde la partitura".

"En cambio para los que trabajan en teatro, el otro es un ser tan vivo como vos, y si vos tenés tus problemas, tus dolores o impedimentos, el otro también los tiene. Y en la medida que no se conforme un grupo, que esto no se aprenda, sólo se es una suma de personas que hacen una tarea".

"Las problemáticas que cada uno trae tienen que pasar a un segundo nivel, donde todo eso se tamiza en relación con lo de los demás, hasta conseguir una argamasa. Esto es muy ideal, pero es muy necesario para el trabajo de un conjunto. Esto con los adolescentes se puede lograr muy fácilmente, porqu ellos comprenden naturalmente que tienen que sumarse a los otros".

Nació en Viedma hace 62 años, enamorado de la música y confeso pianista frustrado -en su discoteca es abrumadora la mayoría de solos de piano-, su relación con el teatro se origina en 1967 cuando era director de Cultura de la provincia de Río Negro y el maestro Francisco Javier venía a Viedma a conformar un grupo de teatro. Omar como funcionario, junto con la Comisión de Cultura de Viedma que comandaba Chichita Domínguez apoyaron el proyecto y pronto se armó la Escuela Municipal de Teatro.

"Es increíble que en el '67 se inaugurara una Escuela Municipal y que hoy no exista nada orgánico ni oficial. Es comprensible que con todas las turbulencias que nos han pasado se haya bajado un poco el nivel, pero nunca que todo haya desaparecido. Y así también pasó con la Escuela Municipal de Danzas", reflexiona Fossati.

Por esos años 'dorados' de la actividad cultural comarcana, Omar comenzó a asistir a la Escuela como un alumno más, y recuerda que se trabajó con métodos de vanguardia, que después se propagaron como novedad en Buenos Aires.

En el '69 deja la dirección de Cultura y "egresa" de la Escuela, hace un curso en Buenos Aires con Lee Strasberg, y se va a trabajar a Cipolletti con adolescentes en talleres de expresión corporal como un camino hacia el teatro, "un trabajo que creí me iba a resultar muy difícil, que no iba a lograr la comunicación con los adolescentes, pero fue un trabajo extraordinario".

Esa tarea la desarrolló durante cinco años, con muchas puestas que recuerda con cariño. En 1974 se vinculó a la Universidad Nacional de Comahue, y en Neuquén trabajó también en la Escuela de Bellas Artes Su último trabajo de esa etapa fue a mediados de los '80 una adaptación de 'Juan Salvador Gaviota', una puesta compleja con un grupo de jóvenes de todo el Alto Valle, y luego dejó por completo la actividad hasta este año.

Omar pondera la infraestructura de El Tubo y las tareas que se realizan en él, pero apunta que "yo amo el Centro Cultural -fui uno de los que lo fundó y lo vi crecer-, sin embargo tengo que decir que la problemática cultural está desplazada hacia El Tubo, un lugar pequeño, independiente, pero que atrae la atención de la gente cuando es convocada".

No puede evitar referirse a la decadencia del Centro Municipal de Cultura de Viedma, además de lo edilicio en "la organización del trabajo". Y asegura que "el dinero es muy importante, pero no lo es todo; a veces si uno lleva la imaginación al poder, consigue cosas interesantes".

Si bien "la problemática es de quienes están a cargo del área, pasa también por la comunidad", y recuerda "las palabras que sobre ese edificio-símbolo expresó Miguel Angel Solá, cuando dijo que no se esperara nada del lado oficial, y que la ciudad tenía que empezar a sentir como propio ese lugar. Mientras esto no suceda, el Centro Cultural se va seguir cayendo poco a poco hasta que se convierta en una ruina. Viedma, acostumbrada a que el Estado siempre intervenga en todo, se compromete poco con la temática cultural, sin darse cuenta de que así, sus hijos y sus nietos van a carecer de ese horizonte, ese espacio que lo artístico va generando en la persona, y que va madurando el espíritu para que después sea un buen artista, un buen médico o un buen obrero".

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