En clave de Y

El club

Hay clubes para todo. De deportes, de corazones solitarios, de actores, de fanáticos de Tolkien, de estudiantes, en fin. Si hasta hay uno de cultores de enanitos de jardín... De lo que estoy segura, pero muy segura, es de que falta uno.

Vamos a ver: ¿es de las que está convencida de haber puesto ese papelito en la cartera, y revuelve todo, y nunca lo encuentra? ¿Le ha ocurrido encontrarse con alguien y exclamar hola Roberto, cómo está la flaca? , y que le contesten hola, cómo te va, pero me llamo Alberto... ah sí, perdoname, dice usted, que sabe perfectamente quién es, pero la pifió fiero, porque a nadie le gusta que le confundan el nombre; así que hace un pase rápido y dice ¿y la flaca? Oh, no sabías, dice él, me separé hace como un año, y usted, ¿trágame tierra?

Ha cometido el severísimo error de decir, ante una mamá orgullosa del fruto reciente de su vientre, qué linda nena, y que a ella se le congele la sonrisa y diga es un nene, y otra vez, perdóname, es que los bebés son tan parecidos, y ella contraataca: si es igualito al padre, ¿y usted, que no sabe si el tipo es el mismo de siempre dice pero sí, tenés razón?

Y las llaves, ¿dónde están las malditas llaves, si yo las dejé aquí, quién agarró las llaves? Me faltan diez pesos, seguro que me dieron mal el cambio, por qué no me fijé, se venció el teléfono, pero si era la semana que viene, cómo puede ser... Y así todo.

Ah, pobre de nosotros, los confundidos seres cuyas vidas se rigen por otros parámetros, nosotros, desubicados en el siglo XXI, la era tecnológica, el reino de lo exacto! No hay derecho. Hemos nacido mal, tendríamos haber caído en la Edad Media, donde habitaban los duendes -todo el mundo sabe que los duendes son seres traviesos, ellos esconden las cosas- sólo que ellos sobreviven y nosotros, los de ahora, estamos en el almanaque equivocado, cuándo no... En la Edad de la Magia siempre se podía saber que era nena pero las brujas hicieron un encantamiento, y si se hablaba de un lugar se indicaba como corresponde, pasando el arroyo, después de la loma, nadie le decía a cuántos kilómetros está, cuántos habitantes tiene, qué sé yo, vaya contarlos, usted sólo destacaba que es un lugar hermoso, con un brillo especial del sol al atardecer; pero no, el siglo XXI exige números, códigos, es o no es, y punto.

¿Hay allí, al otro lado del diario, almas semejantes? Sí, sí y sí. Estoy segura. De modo que, psicoanálisis aparte, esto es una cuestión práctica, de defensa de los intereses comunes. ¿Por qué no formamos un club? Podríamos llamarlo el club Catrasca. Intercambiemos experiencias, trampitas; por ejemplo, decir cosas así: ¿ hola, cómo va todo, tu gente, qué tal? Y existe la posibilidad de que el fulano cuente y ubiquemos algo en su lugar. También es bueno ante la reciente madre decir qué hermoso bebé, ¿cómo se llama?, rogando que no le haya puesto un indefinido nombre mapuche, que nos dejaría en el mismísimo principio de todo.

En cuanto a vosotros, seres a la medida del siglo XXI, tened piedad de los que siempre metemos la pata. No somos mala gente, no es que no nos interese quiénes sois. En realidad, sabemos perfectamente eso, sólo que vuestra vida nos llega como un ramalazo de certezas que tienen que ver con un gesto, una tarde, un detalle, el que se rio aquella vez, la que llevaba ese collar tan bonito, pero claro, entended, es difícil poner esto en palabras tipo DNI. Emitimos en otra banda.

¿Acaso no podemos coexistir, amigablemente? Vamos, si todos los días vosotros, los seres cronometrados, tenéis que aguantar cada pesado nada más que porque conviene! Un poco de comprensión, eso sólo pedimos, y otro poquito de paciencia, hasta que ubiquemos el papelito. Ayudadnos a encontrar la llave; hasta es posible que la tengamos en la mano. Y en cuanto al sexo del bebé, vamos, esta es la era de la no discriminación. Y ya que estamos, si era nene y no nena, ¿qué tiene de malo ser mujer?

Beba Salto

bebasalto@hotmail.com