Martes 8 de julio de 2003

Más que una experiencia religiosa

El Coro Universitario del Comahue, con la conducción de Daniel Costanza, presentó el último fin de semana la "Missa Brevis", de Giovanni P. da Palestrina y la "Misa", de Igor Stravinsky. Fue en la Casa del Coro

 

0_1-_f1_p0b_smp
El Coro Universitario del Comahue, una agrupación sin fisuras.

La idea es simple: escuchar una misa de unos 40 minutos de duración y 400 años de antigüedad, y luego esperar 10 minutos. Oír nuevamente otra misa, esta vez de unos 60 años de antigüedad y casi la misma duración que la anterior. Suspirar al final de todo el asunto y observar cómo otros también lo hacen. Caer, enseguida y en medio de los aplausos, en que hay más de un punto en común entre el murmullo de un tibetano contemplando el horizonte que las montañas le dejan ver, el fervoroso lamento de un musulmán en extática peregrinación a La Meca, y la soledad bibliotecaria de un monje que comprende como pocos las virtudes del latín al escuchar Las Escrituras de boca de sus hermanos: a todos ellos los subyace la posibilidad de disfrutar del vértigo de las palabras cuando las palabras se convierten en música, o simplemente en los eslabones de una cadena de sonidos; en la partitura de un trance Tal vez parezca raro, pero algo de todo esto se las arregló demasiado bien para ocurrir entre el viernes y el domingo, en una nueva presentación del Coro Universitario del Comahue. Esta vez fue el turno de la "Missa Brevis", de Giovanni P. da Palestrina y de la "Misa", simplemente así, de Igor Stravinsky Pese a que Stravinsky haya señalado alguna vez que "la música religiosa sin religión es casi siempre vulgar", es innegable que existe sobre la cada vez más incrédula faz terrestre el hecho de que cualquier hijo de vecino incapacitado para diferenciar entre una manifestación del Espíritu Santo y el más explícito sacrilegio pueda salir con el alma 10 centímetros fuera del cuerpo luego de oír y presenciar pasajes de lo del viernes pasado en la Casa del Coro.

Fue una propuesta a todas luces más íntima que cualquiera de las anteriores. Una oportunidad como pocas para ahondar, de cerca, en los matices que medio centenar de voces pueden alcanzar cuando se lo proponen Luego del pulcro y silencioso arribo de los coristas al escenario -un movimiento que terminó por estampar el negro de los atuendos sobre el rojo de una gran pared-, como casi siempre, se trató de constatar cuándo y cómo los sentidos de las 150 personas que colmaron la sala, se entregarían a navegar los abismos polifónicos provenientes desde el tablón. Y esa tarea no llevó mucho tiempo La primera mitad del programa fue para la misa de Da Palestrina. Su punto alto estuvo constituido -antes que nada- por las sopranos entonando el latinísimo -como todo el repertorio, pero en este caso más- "Agnus". La segunda mitad, reservada para la obra de de Stravinsky, dejó a su "Credo" como el momento más emotivo de la noche. Un papel que podría haber jugado cualquiera de las interpretaciones del ruso, rebosante de plenitud pero también de ambigüedades, que lo llevaron sin mayores trámites de lo sórdido a lo gótico. Mientras Da Palestrina fue crónica musical de un tiempo, Stravinsky se erigió como lo lisa y llanamente "loco".

Para el coro dirigido por Daniel Costanza se trató de una nueva actuación impecable. Luego de varios minutos buscando las fisuras se cae precisamente en que es una búsqueda inútil o cuando menos dificultosa. El coro no las tiene. O las esconde demasiado bien Se trata de un equipo. Y será por eso que suenan tan bien.

Fernando Castro

Copyright Río Negro Online - All rights reserved
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación