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La nota más triste de la guitarra

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Intensa y sosegada

Era ser un extraño dentro del universo del rock. Como a su modo lo son Diego Arnedo en "Divididos" y Charlie Watts en los "Rolling Stones". Una artista que proyectaba una luz constante a las espaldas del genio intrincado y ecléctico de Charly García.

Tenía voz propia, digna y, sobre todo, experimental. Sabiéndose una pieza indiscutida de la apabullante maquinaria del éxito de García, guardaba para sus discos propios, búsquedas atrevidas, originales e inquietantes Suponemos erradamente que la gente como María Gabriela Epumer sólo se muere de vieja. No sin avisar al final de un caótico derrotero, similar al que protagonizaron de Kurt Cobain o Luca Prodan. María Gabriela murió de lo que se muere cualquiera, hoy y siempre.

Casi es posible imaginar la reacción de Charly García en este momento. El que se aferraba de la paz de su guitarrista dentro y fuera del escenario. "Vos sos mía, siempre vas a ser mía", le había dicho García, un par de años atrás, en un programa de televisión.

En su libro "Nuestros paisanos los indios" (Emecé), su autor, Carlos Martínez Sarasola, recuerda que los hermanos Lito y Gabriela -cuyo apellido original es Epu-Gour- son tataranietos directos del cacique Epumer, el último de los grandes jefes ranqueles Probablemente de ahí le venía a María Gabriela esa mirada distinta entre tantos ojos extraviados. Como si estuviera varios metros sobre el nivel del suelo. Una mirada intensa y al mismo tiempo maravillosamente sosegada. (C.A.)

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