MAS INFORMACION

"Soñaba con ir a la escuela"

Costureras armaron una miniempresa textil

Un novedoso proyecto solidario enseña y da trabajo a jóvenes y mujeres adultas de Fernández Oro, Cipolletti y Allen

Les encontraron la vuelta a la falta de estudio y trabajo: con el respaldo de Fundación Quillahue salieron al ruedo.

FERNANDEZ ORO-ALLEN (AA).- Toma las telas entre sus manos, las pasa lenta y cuidadosamente por la máquina de coser y una nueva prenda comienza a tomar forma. Susana Fuentes está armando un pullóver, de esos que son calentitos para pasar el invierno. A su lado, Gladis Silva, lucha con una tela sintética para armar una campera "rompevientos" (que también debería llamarse rompe-lluvias). Y más allá, el gurrumín del grupo, Miguel de 19 años, se alista para cortar una tela de polar.

Ellos tres son de Fernández Oro y Cipolletti, y junto a otro grupo de jóvenes y adultos de Allen, son quienes llevan adelante desde hace menos de un mes un nuevo proyecto solidario: una mini-empresa textil. El único objetivo que persiguen es, lisa y llanamente, aprender, trabajar y "ganar algunos pesos" que nunca vienen mal, reconocen.

La idea nació de la Fundación Quillahue de Allen, que desde hace muy poquito estrenó una nueva sede en Fernández Oro, y decidió impulsar el proyecto de costura en el cual ya están embarcados alrededor de una decena de personas.

Con muchas más ideas que recursos, desde la entidad se gestionaron fondos ante el ministerio de Desarrollo de Nación, y lograron un subsidio para comenzar a equipar el taller. Desde ese momento se adquirieron diversas maquinarias, de tipo industrial, para llevar a la realidad la valiosa propuesta.

La meta es desarrollar el emprendimiento con el fin de confeccionar ropa y uniformes para empresas o instituciones, y posibilitar una salida laboral para familias sin empleo. Mientras tanto, hasta que comienzan a aparecer los pedidos, se enseña gratis -a quien quiera aprender- los pasos básicos del arte en "corte y confección".

Las primeras en sumarse fueron dos modistas "de toda la vida", que comenzaron a ensayar los pasos iniciales para adentrarse en el manejo de las máquinas.

"Hacía costuras en casa, pero con una máquina chica, así que ahora estamos aprendiendo acá con estas que son más grandes", comentó Susana.

"Es una importante salida laboral para mí, tengo tres hijos, están estudiando, y yo estaba sin trabajo. Mi marido es jubilado nunca alcanza...", dijo, sin necesidad de mayores explicaciones. Aunque igual las quiso dar: "hay que buscar otra manera de subsistir". Sencilla, jovial y contagiando entusiasmo, Susana comentó que está orgullosa además de poder compatibilizar el nuevo trabajo, con el colegio secundario. Una meta que no había podido cumplir hasta ahora. (Ver aparte)

A su lado está Gladis, quien sin sacar el pie del pedal de la máquina de coser y dejar de dar retoques al armado de una campera, comentó que tampoco tenía empleo.

En su caso particular, una vez que pasó por el frente del lugar -ubicado entre J.J. Jorge y San Martin, en Fernández Oro- decidió entrar, preguntar y se enganchó en el proyecto. "Siempre fui costurera, es lo que me gusta. Yo tengo experiencia en talleres textiles, así que empecé y ya hace dos semanas que estoy acá", comentó entusiasmada.

Un poco más allá Miguel Asenjo, el más chico del grupo, ceba algunos mates y se también se dispone a cortar unas telas. Contento y orgulloso muestra el buzo que tiene puesto y dice "lo armé yo mismo". El muchacho también está aprendiendo "serigrafía" y agrega que también "él mismo" le imprimió a su ropa el logo de la fundación allense. Miguel comentó que abandonó el secundario en tercer año, pero ahora piensa retomarlo: "era muy irresponsable, pero ahora quiero seguir porque veo que no es fácil encontrar un trabajo. Pero esto me gusta y no lo voy a abandonar", dijo, mostrando una amplia sonrisa.

MAS INFORMACION

"Soñaba con ir a la escuela"