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Totalmente vulnerables

La mayoría de las mujeres que entregan sus hijos en adopción o bien a parejas para que se los "cuiden un tiempo hasta estar mejor económicamente" (que es otro modo solapado de adoptar un hijo muy frecuente en la región) son mujeres pobres. ¿Qué significa esto, más allá de lo económico?

María Eugenia Lizola, docente del departamento de Servicio Social de la UNC, ayuda a hacerse una idea de esta realidad. "Ser pobres, para estas mujeres, implica:

– un acceso diferencial a los bienes y servicios que se generan en una sociedad;

– la dificultad de implementar conductas anticipatorias para enfrentar el devenir cotidiano;

– implica el tener que adoptar conductas de supervivencias diarias;

– el ser violento diariamente por la imposibilidad de acceder a aquello que traduce en digno el vivir...". Y hay más, insiste la asistente social de amplia trayectoria profesional en Neuquén. "Como se ve, es un ser vulnerable", agrega.

En este contexto hacen su presencia menores desamparados, niños en situación de riesgo y personas sin hijos. Y mujeres como Jaqueline. "Todos víctimas de la ausencia de políticas de protección a la mujer en riesgo y a sus hijos", acota Silvia Chavanneau, coautora con Eva Giberti de "Madres excluidas". Y también víctimas de la indiferencia, en gran medida, de políticos; jueces, fiscales y asesores de menores; médicos y asistentes sociales. (AR)

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