Es que "Operación Triunfo" es todo un éxito en la televisión de hoy. No llegó a ser el fenómeno de España, donde se convirtió en el programa más visto en la historia de la televisión española, pero aquí no hay quien le gane.
Siempre con más de 20 puntos de rating dejó atrás al fútbol -estuvo sobre "Fútbol de primera" en casi todas sus ediciones-, también al especial de Midachi por Santa Fe, que tuvo muchas figuras convocantes como invitadas, y superó hasta a "Son amores", el imbatible tanque de Pol-ka.
Es un éxito construido a partir de un formato ya probado y de una decisión de Telefé de federalizar su convocatoria, e incluso extenderla hasta el Uruguay. No es el enfrentamiento Capital vs. provincias, pero el que entre los participantes hayan sido seleccionados representantes de distintas regiones del país hace que el público de toda la Argentina esté más pendiente del programa.
Muchos se identificaron, y se identifican, con estos cantantes que desde Salta, Tucumán, Río Negro, la provincia de Buenos Aires, La Pampa, Santa Fe, Córdoba o el Chaco intentan mostrar lo que hacen al resto país, algo que generalmente no ocurre en una televisión que como muchas veces se ha dicho no mira mucho más allá de la General Paz, salvo para mostrar las tragedias. Los elegidos son un reflejo positivo de lugares que consumen a los artistas porteños, pero que pocas veces pueden ver en pantalla nacional a los propios.
Otros de sus atractivos es ver el proceso de crecimiento, o estancamiento en algún caso, de quienes durante la semana preparan el tema que deberán interpretar en la gala del domingo. Si bien las ediciones diarias, de las 17.30 y 19.30, raramente superan los 11 puntos de rating, en ellas día a día los seguidores del ciclo pueden mínimamente, y a veces no de la mejor manera, espiar cómo es el aprendizaje, descubrir algunos secretos del entrenamiento vocal y todo lo que es necesario tener en cuenta a la hora de subirse a un escenario.
Pero las galas son el punto fuerte. Un show que la mayoría de las veces se vuelve un tanto tedioso por la conducción de Alejandro "Marley" Webe, quien además de los furcios repite rutinas y palabras semana a semana. Uno desearía poder adelantar y retroceder con un control remoto el programa para poder saltar sus apariciones y escuchar lo que importa: la actuación de los participantes.
Ese día todos deben vencerse a sí mismos, a sus miedos e inseguridades para convencer al público, futuro votante, y al jurado que puede soltarles la fatal frase: "estás nominado para dejar la academia".
El 15 de junio se conocerá quién es el ganador y se sabrá también qué es lo que eligió la gente. ¿Qué primará en esa decisión? Cuando sólo queden los finalistas qué es lo que el público privilegiará a la hora de llamar por teléfono. ¿Se elegirá la calidad artística, el carisma, cualidades personales, el estilo, la apariencia? Por ahora, nadie lo sabe.
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