Miércoles 25 de junio de 2003
 

Escuela de
Bellas Artes

 

Por Mirta Domene (*)

  la Escuela de Bellas Artes tiene más de cuarenta años y necesita un edificio para poder seguir funcionando. Las continuas mudanzas han afectado a todos, las esculturas y las pinturas se deterioran, la gente ya no sabe dónde queda la Escuela, se perdió la pertenencia...
Estos últimos tiempos hemos visto a profesores y alumnos peregrinando por oficinas, despachos, por las calles, expresándose, pidiendo, rogando, exigiendo un lugar para seguir enseñando y aprendiendo.
Necesitan un espacio para poder crear, ya que "arte" tiene que ver con creación. Arte es pintura, escultura, literatura, música, danza, teatro... Todas estas disciplinas recrean la vida, con una visión diferente, particular.
En un sentido general, arte es la facultad de crear, arte es la habilidad humana de producir objetos u obras que nos impresionan por su belleza, que son capaces de suscitar emociones.
Arte podría definirse como: "Manifestación de las emociones, susceptibles de interpretación externa". La interpretación externa la hacemos los que disfrutamos de una pintura, de una escultura, de una obra de teatro, aunque no conozcamos al autor, aunque no seamos "entendidos". Porque ésa es la magia, sólo admirar y disfrutar de la belleza de la obra.
Las explicaciones que de él se han dado son tantas como los sistemas filosóficos y las corrientes de ideas que se manifestaron a través de la historia. Pero si se estudia la actividad artística en sí misma, despojada de corrientes ideológicas o filosóficas, encontramos que ésta es ante todo una necesidad humana. El arte es un "mecanismo impulsor", que cada uno de nosotros no puede desconocer. Se explica como "parte del proceso orgánico de la evolución humana"; no como algo externo a la vida que se acumula en museos o bibliotecas para distracción en los momentos de ocio, sino como algo que la expresa y la tiñe de contenido en todo momento y lugar. El arte es una "energía creadora", que recibe del ambiente el choque inicial y refleja con fidelidad el espíritu de cada época.
Las formas del arte son tan diversas como las propias manifestaciones de la vida, pero el impulso subyacente es el mismo, desde el tatuaje de los primitivos hasta las creaciones abstractas de la pintura, la escultura o la arquitectura contemporánea, y esta diversidad refleja también los distintos estados de la evolución de una sociedad.
De muchas civilizaciones pasadas no queda más testimonio que el de su arte, evidentemente es lo más perenne del esfuerzo humano.
"La historia del arte es la historia del hombre" sostienen algunos autores, ya que las cualidades del ser humano son las que perduran en el fondo de todo y alcanzan en la creación artística su dimensión más noble. Al añadir valores humanos a la naturaleza, la actividad artística se aproxima a la realidad por vías distintas de las de la ciencia, porque es el sentimiento del artista materializado.
Es otro lenguaje, otra forma de expresión; la obra artística refleja, como en un espejo, un aspecto de la vida de su tiempo.
El creador, el artista, habla desde sí pero también habla por otros y desde otros, es un portavoz, ya que elabora y nos muestra no sólo las vivencias de un sujeto, sino de todos aquellos de una época histórica, de un orden social.
El arte rompe con el mito de la propiedad privada del sentimiento, la emoción y la fantasía, y rescata la posibilidad del encuentro y la creación colectiva.
Si lo miramos desde esta perspectiva, nos parece imposible que una escuela de arte tenga que sufrir tanto para "poder ser". ¿O será que justamente porque se mira desde esa perspectiva es que le cuesta tanto "poder ser"?
¿Qué es lo que no queremos que trascienda? ¿Qué es lo que no queremos que quede registrado de nuestra época? ¿En qué espejo no queremos vernos reflejados?
¿Qué lugar le estamos asignando como sociedad al arte y a nuestros artistas? Si somos una sociedad que los niega, los ignora o no los jerarquiza, estaremos contribuyendo a la precarización en general de la educación, ya que es imposible pensar en una formación integral de la persona humana que no contemple la formación artística.
Los pueblos sin cultura no sobreviven, pierden su identidad. Si realmente queremos trascender nuestra época, empecemos por fomentar el arte.

(*) Diputada por la Alianza en Neuquén
     
     
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