Miércoles 25 de junio de 2003
 

La "nueva" ventaja
latinoamericana

 

Por Andrés Oppenheimer

  En una reciente entrevista, el ex jefe de Estado español Felipe González me dijo una cosa que me dejó pensando: la diferencia entre los países centrales y los periféricos será cada vez más relativa, y hasta aquellos más pobres de América Latina tendrán la posibilidad de desempeñar un papel importante en la economía global.
"Las fronteras del desarrollo van a pasar por sitios rarísimos, como la India"", dijo González, refiriéndose a la exitosa industria exportadora de servicios de computación de ese territorio. Centro y periferia, en la sociedad de la red, han perdido relevancia. Casi cualquier país puede llegar a ser parte del centro"".
¿Será así? Tras mi conversación con González me puse en contacto con algunos de los principales expertos mundiales sobre la economía de la era de la información. Para mi sorpresa, muchos de ellos mostraron más optimismo sobre América Latina del que esperaba.
Nicholas Negroponte, el fundador del célebre Laboratorio de Medios del Massachussets Institute of Technology y autor del bestseller "Ser Digital", me señaló que América Latina tiene una ventaja sobre Europa y Asia en la que poca gente ha reparado: está en la misma zona horaria de Estados Unidos, Estado con la economía más grande del mundo.
"No hay periferia en el ciberespacio", me dijo Negroponte. "Así como la importancia del lugar geográfico es menor en el ciberespacio, la importancia de la zona horaria es mayor"".
India tiene una diferencia de 10 horas con Estados Unidos, lo que les permite a las empresas indias dar servicios de ayuda técnica a clientes o hacer procesamiento de datos durante el horario nocturno de Estados Unidos. Pero no pueden ofrecer interacciones en tiempo real, señaló Negroponte.
"América Latina podría aprovechar los beneficios de las empresas que requieran servicios en tiempo real", agregó. Y a medida que la economía de la era de la información se vuelve más global y más competitiva, Estados Unidos va a necesitar más servicios al instante, agregó.
Carlos A. Osorio, del Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, señaló que la diferencia horaria con Asia, a su vez, les permitirá a las empresas latinoamericanas ofrecer servicios a bajo costo a aquellas asiáticas durante la noche en India o China.
¿Pero podrán los países de América Latina competir con centros tecnológicos como India, Singapur o Irlanda, que ya les llevan años de ventaja, y además tienen poblaciones que hablan inglés?
A primera vista, parece difícil. Según un reciente foro económico mundial, no hay un solo país latinoamericano entre los 25 países más avanzados en el uso de la Internet.
El país de América Latina mejor colocado en dicha lista es el Brasil, en el lugar 29, muy por debajo de Finlandia (1), Estados Unidos (2), Singapur (3), Taiwán (9), Corea del Sur (14) y Estonia (24). Entre los otros latinoamericanos, Chile ocupó el puesto 35 en la lista, la Argentina el 45, México el 47 y Costa Rica el 49.
Otro estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo muestra que mientras Estados Unidos y Europa gastan el 2,3% de su Producto Bruto Interno en investigación, los países del sudeste asiático y de Europa del Este están gastando casi el uno por ciento, mientras que América Latina sólo lo hace el 0,6 por ciento.
"Lo que América Latina menos necesita son más abogados, más científicos políticos y más economistas", dice Juan Enríquez Cabot, de la Universidad de Harvard. "Lo que más necesita son más ingenieros de sistemas y más científicos".
Sin embargo, Lee Tablewski, de la Universidad de Miami, ve algunos motivos de optimismo.
En Chile hay programas de entrenamiento masivos en tecnología y estudio del inglés, el idioma del comercio internacional, dice. Y en Sao Paulo, Brasil, compañías de ingeniería de computación como Vesta están creando programas que se están vendiendo en todo el mundo.
La gran pregunta, claro, es si países quebrados y endeudados pueden invertir en tecnología. Pero los gurúes de la era de la información señalan que los estados del sudeste asiático eran pobrísimos, hasta que invirtieron en tecnología y, con el tiempo, progresaron.
"Es cierto que los gobiernos le tienen que dar pescado a la gente hoy mismo, pero si no le enseñan a pescar, seguirá en un círculo de pobreza sin fin"", me dijo Tablewski.
Interesante. Lo triste es que pocos presidentes latinoamericanos están siquiera pensando en estos temas. Ojalá que, a medida que crece la importancia de la rapidez de los servicios en una economía global cada vez más acelerada, algunos de ellos se despierten. La ventaja latinoamericana de estar en la misma zona horaria de la economía más rica del mundo puede ser tan importante en la era de la información como lo fueron las materias primas en épocas anteriores.
     
     
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