Miércoles 18 de junio de 2003
 

Corrupción en Madrid

 

Por Aleardo Fernando Laría

  La "izquierda" -una denominación genérica para referirse a la alianza entre el Partido Socialista Obrero Español e Izquierda Unida- había conseguido una mayoría exigua de diputados para hacerse con el máximo trofeo de las últimas elecciones autonómicas: la presidencia de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, la deserción, en el último momento, de dos diputados socialistas, provocó un terremoto político de difícil solución. Y dejó al descubierto un fenómeno no poco conocido: la penetración del poder económico en la política.
Los ajustados resultados de las últimas elecciones dieron al Partido Popular 55 diputados; al PSOE 47 y a Izquierda Unida 9. De modo que la suma de los escaños de la "izquierda" permitía reunir 56 votos frente a 55. Sorpresivamente, dos diputados socialistas se ausentaron de la Cámara antes de que se procediera a la votación del presidente de la Asamblea, lo que supuso que el PP se alzara con ese puesto. La deserción de esos dos diputados socialistas pone en peligro ahora que la alianza entre el PSOE e Izquierda Unida pueda alcanzar el gobierno regional de Madrid, una votación que debe producirse en los próximos días.
La reacción del PSOE ha sido furibunda, expulsando a los dos insurrectos y atribuyendo su deserción a un caso de soborno, propiciada por sectores de la derecha sociológica y económica "capaces de montar una operación para evitar que una coalición como PSOE-IU controle zonas de poder relacionadas con el urbanismo y la vivienda". Según el secretario de Organización del PSOE, José Blanco, "se trata de un escándalo de corrupción política para subvertir el resultado de las urnas y torcer la voluntad de los ciudadanos". Para Blanco, "por encima de dos corruptos políticos hay una trama inmobiliaria" vinculada con el Partido Popular.
El Partido Popular ha reaccionado a su vez acusando al PSOE "de poner en marcha el ventilador cuando lo que deben es poner a funcionar la lavadora". Y razón no les falta, porque lo que el episodio puso de manifiesto es la existencia dentro de la Federación Socialista de Madrid de una corriente interna -denominada renovadores por la base- conformada por un grupo de empresarios dedicados a la especulación inmobiliaria y financiera, que han venido medrando con habilidad en la lucha interna para conseguir cuotas de poder.
El Partido Popular ofreció como solución del entuerto la convocatoria a nuevas elecciones en la Comunidad de Madrid. Los socialistas se niegan, porque temen que el episodio se traduzca en un castigo electoral, y exigen a los dos diputados que dejen el escaño. Pero si esta renuncia -improbable- no se produce, la convocatoria a nuevas elecciones será inevitable.
Es sabido que la democracia, más que el gobierno del pueblo es el gobierno de los políticos. Los dirigentes políticos se profesionalizan y -como advirtiera Max Weber- además de vivir para la política, se dedican a vivir de la política. Como sucede con el resto de las profesiones, quienes las practican cultivan sus propios intereses, que en el caso de los políticos pasa fundamentalmente por mantenerse en el poder. En ocasiones, también por favorecer o facilitar los negocios de las personas con las cuales estrechan vínculos o son patrocinadores de sus campañas electorales.
El problema generado por las listas sábanas -donde los electores votan una lista presentada por un partido pero desconocen a las personas que la integran- es una de las causas del denominado déficit democrático. Como opina Manuel Escudero, "o se cambia la ley electoral, hacia las demarcaciones unipersonales o las listas abiertas, de modo que elijamos a los mejores en las urnas, o cambian los métodos internos de elección de los candidatos".
Algunos propician la conformación de una comisión especial de ética, integrada por personalidades que se encargue de revisar las listas electorales, pero esto es dejar en manos de las autoridades del partido la conformación de las listas. El sistema de demarcaciones unipersonales, las listas abiertas y las elecciones internas abiertas son fórmulas aceptables que permitirían que la democracia circulara por el interior de los partidos políticos. Lo que prueba una vez más que la democracia es un método que requiere -como los procesos de mejora continua en la gestión de las empresas- un ajuste de sintonía permanente.
     
     
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