Lunes 16 de junio de 2003 | ||
Que no caiga en saco roto |
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Por Rodolfo Rodrigo |
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El seminario sobre libertad de expresión "Magistratura y prensa" que se desarrolló en General Roca el 6 y 7 de junio tuvo varios matices que lo distinguieron como una relevante realización, con un brillo académico y organizativo que no es frecuente apreciar. El descollante rol del Superior Tribunal de Justicia de Río Negro en su organización, y los Superiores Tribunales de la Patagonia, marcaron un compromiso del poder del Estado que ejerce el control constitucional, con la garantía base del Estado de derecho, y sustento mismo de la república, más importante, delicada, profunda y zaherida por los gobiernos con sesgo y vocación autoritaria con barnices exteriores democráticos. Esa garantía es la libertad de expresión, la libertad de prensa. El nivel académico del seminario, construido no sólo en la innegable autoridad de los expositores, sino también en el actual y picante temario que agita al ciudadano de todos los días, tuvo un complemento de utilidad demostrativo de que los ataques a la libertad de expresión están latentes, son concretos, operan agazapados y aparecen con más frecuencia y crudeza que lo previsible: la prolija narración de los recientes casos de los gobiernos de Neuquén y Santa Cruz les pusieron aplicación concreta a los desarrollos teóricos. Los más groseros ataques a la libertad de expresión y a la libertad de prensa no están solamente registrados en los anales de la jurisprudencia americana de mediados del siglo XX, sino que están también aquí y ahora, cruzando el río o mirando al sur. Las recientes jornadas de General Roca dejaron ricos y profusos mensajes. Uno de ellos, actual y patético, es que la defensa de la libertad de expresión y la libertad de prensa contra el ataque gubernamental a que someten a los medios cuando no logran encuadrarlos en sus pensamientos o designios, cuando no en sus vandálicas paparruchadas, no es la defensa de los medios de difusión. Es la defensa de todos nosotros, de nuestro derecho a ser informados, a conocer para considerar las opiniones de distinto palo, cuyo silenciamiento en los gobiernos democráticos tiene mayor cuota de perfidia que el mismo silenciamiento por parte de los gobiernos despóticos y autoritarios. Porque en el caso de las democracias, los ejercitan en nombre de las democracias. Es cosa de nosotros que el colosal mensaje de las jornadas de Roca no caiga en saco roto. |
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