Domingo 15 de junio de 2003
 

Reflejos

 

Héctor Mauriño
vasco@rionegro.com.ar

  Jorge Sobisch ha dado muestras esta semana de que mantiene intactos sus reflejos y de que, independientemente de su ostensible desgaste, conserva los resortes principales del poder y está dispuesto a usarlos con la celeridad del rayo cuando se trata de preservar el lugar que ocupa.
Es difícil saber qué ocurrió entre el lunes, cuando Sobisch llamó a internas y la Junta de Gobierno se ocupó de explicar que era imposible hacerlas abiertas, y el viernes, cuando el gobernador, en un giro de 180 grados, admitió por primera vez que ya no tiene compañero de fórmula y proclamó a los cuatro vientos su vocación por las internas abiertas.
A pesar del mutismo que practica este gobierno hacia la prensa independiente, no es preciso cultivar la astrología para entender que en el ínterin Sobisch terminó de encajar la idea que se había negado tercamente a aceptar en los últimos meses: la relación con Jorge Sapag ya no tiene retorno.
La inocencia es un aspecto escaso en el sobischismo, pero su ausencia es suplida con frecuencia por una alta dosis de omnipotencia. No es que Sobisch y los suyos no se dieran cuenta de que la cosa con Sapag estaba muy mal, sino que creyeron hasta último momento que esa relación maltrecha se podía manejar desde una posición de fuerza. Primero canjeando los cuestionamientos políticos por un puñado de cargos. Y al final, agitando la idea tranquilizadora de que si el vice dejaba la fórmula lo haría para irse a su casa o, tal vez, para aceptar el premio consuelo de una diputación.
Pero todo parece indicar que no era así.
Justamente, el boquete que Sobisch salió a obturar con el vértigo de quien se sabe frente al desastre, fue el que eventualmente le daría a Sapag el argumento para dar batalla por fuera del aplastante aparato partidario, colectando el rechazo de los sectores independientes por la actual gestión.
De paso, con este veloz pase mágico, Sobisch recuperó la iniciativa en el prolongado diferendo que mantiene con Sapag y también hizo una contundente demostración de fuerza: quedó en claro que no sólo controla la Junta de Gobierno, sino que también tiene en un puño a la Convención, teóricamente el resorte que conduce Sapag. No por asfixiante este cuadro es menos real; ni constituye tampoco una excepción al modelo concentrado que encarna Sobisch en el gobierno.
Resta saber, así las cosas, cuáles serán los próximos pasos del vicegobernador. Es posible imaginar que Sapag adoptará una postura coherente con la censura silenciosa que ha venido practicando. Si como se escucha a su alrededor, la verdadera preocupación de vice es su partido, al que Sobisch con su imprudencia ha puesto "ante la alternativa de perder las elecciones", sólo se puede esperar que dé batalla, intentando capitalizar el fuerte descontento interno. Salvo que interprete la última jugada de Sobisch como un avance inaceptable sobre uno de los pocos reductos de poder que le quedaban: la Convención. De una u otra forma, la distensión que muestra por estas horas Sobisch bien podría ser un instante de calma en medio de la borrasca.
Mientras se precipitan los acontecimientos en el MPN, la oposición comienza a apreciar que sólo tomando la iniciativa logrará encarnar los vientos de cambio que soplan en el país, condición ineludible para desplazar al sobischismo, independientemente de los síntomas de descomposición que éste exhibe hoy.
Desde el gobierno nacional se observa cuidadosamente la evolución de la interna emepenista. El kirchnerismo no ha descartado la posibilidad de participar de las elecciones con candidato propio. Neuquén no es una de las provincias "importantes" por su peso electoral, pero este gobierno la caracteriza como "estratégica" por su peso en materia energética. Por otra parte, Sobisch es considerado un aliado de los peores enemigos, por lo cual su desplazamiento sería visto con buenos ojos.
No obstante, en el orden de prioridades del kirchnerismo, Neuquén está lejos y cada paso en relación con la provincia es evaluado en función del criterio costo-beneficio.
En ese contexto, pueden manejarse tres hipótesis: una de máxima, consistente en concurrir a los comicios con candidato propio; una participación de peso en un frente opositor al MPN; un frente con un amplio espectro opositor pero que incluya a un sector importante del MPN. En estas dos últimas hipótesis, el kirchnerismo se daría por bien pagado si se cumplen dos objetivos de mínima: diputados nacionales afines y un gobernador no-menemista.
Si el gobierno nacional decide ir con fuerza propia, el candidato natural sería Oscar Parrilli y la fórmula se podría integrar con Sergio Gallia o con Oscar Massei.
Desde el Frente Grande no se descarta una alianza de esa naturaleza, pero tampoco la posibilidad de un acuerdo con el PJ que impulse la fórmula Massei-Gallia o Gallia-Massei. Lo que este sector descarta es un acuerdo con algún sector del MPN, con exclusión del felipismo.
La UCR, en buenas migas con el PJ, estaría dispuesta a apoyar la candidatura de Parrilli, y aun un frente con un sector del MPN, aunque no está demasiado claro si haría lo propio con Gallia y con Massei.
En el PJ, en fin, hay disposición para participar prácticamente en cualquiera de las hipótesis o, de ser necesario, avanzar a solas con Gallia. Para la oposición lo que ocurra dentro del MPN es clave, pero la sensación que la embarga es la de que el tiempo se acaba.


Héctor Mauriño
vasco@rionegro.com.ar

     
     
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