Sábado 15de junio de 2003
 

K y el mastodonte

 
  No hay sentido dado de antemano. Hermético como caja fuerte para los colaboradores que no son del palo militante, el presidente Néstor Kirchner recita "se hace camino al andar" con Joan Manuel Serrat. Al mismo tiempo, siguiendo los pasos de su modelo, el ex colega socialista español Felipe González, va definiendo un rumbo.
"Asumimos en medio de una tormenta. Sin luces en la pista y con una rueda del avión pinchada. Igual, perseveramos, tratamos de poner las cosas bajo control y vamos adelante, pase lo que pase". El neuquino Oscar Parrilli, cancerbero de secretos y agendas improvisadas, es uno de los que custodia las espaldas del santacruceño, mientras éste a puros golpes de efecto, va enhebrando acuerdos y cosechando adhesiones sociales.
Una mirada a vuelo de pájaro sobre las dos furibundas embestidas de la última semana, contra el presidente de la Corte Suprema, el riojano Julio Nazareno y las expresiones "clientelísticas" en el PAMI (verbigracia, el sindicalista Luis Barrionuevo), permiten visualizar una gran simpatía, cercana al 90 por ciento, por la firmeza al encarar la lucha en favor de la transparencia para poner fin "al curro judicial, patronal y sindical".
Como el sendero al infierno está plagado de buenas intenciones, se encendieron varias luces de alerta. El secretario de Estado norteamericano Colin Powell - quien si insinuó con claridad que la Argentina debería enviar gendarmes a Irak - se hizo eco de una denuncia añeja de jueces argentinos y le dijo a Kirchner que la calidad institucional en un país se mide, entre otras varas, por el respeto a la división de poderes.
Con una habilidad que le abrió crédito en la potencia hegemónica, Kirchner aseguró que no violará los mecanismos constitucionales para enjuiciar - uno por uno - a los jueces sospechados. Crítico de los organismos financieros internacionales que en los "90 hicieron la vista gorda cuando la corrupción se enseñoreaba por doquier en las pampas que de criollas cada vez tienen menos, endulzó los oídos del norteamericano al decirle que su meta es ser P-R-E-V-I-S-I-B-L-E, C-R-E-I-B-L-E y H-O-N-E-S-T-O.
¿A quién se parece más ideológicamente, a Fidel Castro, Hugo Chávez o Ricardo Lagos? La pregunta que martilló la cabeza de los enviados estadounidenses tuvo una conclusión: Kirchner está lejos del cubano y del venezolano, roza algunas coordenadas del chileno, pero (reiterando el grado de admiración superlativo por Felipillo), su paradigma de liderazgo no es otro que el del brasileño Lula, con quien ratificó que cualquier negociación con el ALCA será a partir de la unión inquebrantable con el coloso descendiente de Portugal.
Kirchner prometió dejar actuar al Congreso contra Nazareno (trenzado en una pelea impropia con Juan Carlos Maqueda, el juez puesto por el duhaldismo), aunque no dejó de señalar para que Powell registrase en su libreta de apuntes, que el magistrado designado por Carlos Menem, cobra un plus por desarraigo de 2.100 pesos mensuales, cuando desde hace 12 años que vive con su familia en Buenos Aires.
Haciendo caso omiso a los reclamos de la número dos del FMI Anne Krueger (el número uno Horst Köhler viene al país en poco más de una semana en busca de un pacto de largo plazo más consistente), Kirchner explicó al enviado de George Bush, que le resultará imposible sentarse con los acreedores externos si antes no construye un poder político interno sólido.
Los empresarios, hasta ahora dejados de lado, expresan sus dudas en voz alta, pero aceptan una realidad: las prebendas en la Argentina más que una tipología constituyeron una patología. Una expresión de ellas se observa en las firmas concesionarias de los peajes de rutas que subsisten con subsidios y a las que Kirchner puso en la mira para aniquilar.
También, a instancias del ministro Julio De Vido, "hará una operación mayor sin anestesia" en el Correo Argentino, lo que provocaría el desplazamiento de Franco Macri y la llegada de un nuevo administrador privado.
Con las obras de Aeropuertos 2000, se armó una batahola con el duhaldismo, ya que poco antes de dejar la Rosada, el ex presidente y un grupo de ministros (Atanasof, Lavagna y Aníbal Fernández), aplicaron una rebaja al canon original. Con el aire cargado de sospecha, De Vido impulsa un decreto anulando ese favor, basado en un informe de auditoría y de la comisión bicameral de seguimiento de las privatizaciones. Sin embargo, Kirchner medita la decisión para no romper lanzas con quien facilitó su llegada a la primera magistratura.

Apoyo con límites

¿Es K el nuevo jefe peronista? "Río Negro" martirizó con esta cuestión a varios dirigentes de primera línea que, en "off", coincidieron en señalar: "Es el Presidente, lo respaldamos, no como hicieron los radicales con De la Rúa o Alfonsín. Le sacaremos las leyes que pide, pero para ser "el jefe" debe dar muestras de que integra y contiene" a todos los justicialistas.
El "mastodonte" del PeJota, finiquitado el ciclo menemista (como reconocen los mismos menemistas que corrieron donde caliente el sol), se ha puesto en movimiento. Formó una Comisión de Acción Política (CAP), encabezada por los gobernadores Eduardo Fellner (Jujuy) y Felipe Solá (Buenos Aires). A la misma se integrarán en los próximos días el diputado José Luis Gioja y el senador Miguel Pichetto y los titulares de distrito, aún los que estén en la oposición, sin responsabilidades ejecutivas.
El esquema transversal con la izquierda que pretende armar Kirchner inquieta un poco a los históricos que, no obstante, confían en que el patagónico respetará la receta primigenia del creador del movimiento: vertical y monolítico.
Aquí puede apreciarse un tire y afloje. El partido le ha puesto un límite al Presidente. Como verbaliza Pichetto: "La interna queda suspendida hasta fines de 2004, pero el PeJota apoyará a sus propios candidatos, sean quienes sean, sea donde sea". No es caprichosa la afirmación. Podría especularse que Kirchner prefiere a Eduardo Rosso en Río Negro (y no a Carlos Soria), a Oscar Parrilli en Neuquén (y no a Sergio Gallia), o a Hermes Binner en Santa Fe (y no al reutemista Alberto Hammerly). ¿Y qué del rechazo al juarismo en Santiago del Estero o del coqueteo con el frapasista Aníbal Ibarra en la capital federal?
Complejo, por cierto. Los hombres más opacos emiten algún resplandor. Y el desafío que se avizora, con el impudor argentino que no se borrará de un plumazo, será el de construir cultivando las virtudes particulares que poseen cada uno de los actores y no machacando en las que no se tiene.

Arnaldo Paganetti arnaldopaganetti@rionegro.com.ar

     
     
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