Sábado 14 de junio de 2003
 

El país más aburrido

 

Por Andrés Oppenheimer

  Mientras una buena parte de América Latina está criticando los supuestos males de la apertura económica y el libre comercio, Chile está yendo en dirección opuesta y parece estar logrando más que los demás en la lucha contra la pobreza.
El éxito chileno -o, por lo menos, el del país en comparación con sus vecinos- fue el tema del día en los corredores de la ceremonia realizada en Miami, en la que Chile se convirtió en el primer Estado sudamericano en firmar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. El acuerdo le permitirá a Chile exportar un 85% de sus productos sin tarifas aduaneras al mercado más grande del mundo.
En la ceremonia, presidida por la canciller chilena Soledad Alvear y el representante comercial estadounidense Robert Zoellick, algunos de nosotros en la audiencia estábamos bromeando sobre lo curioso del caso chileno: el país más aburrido de la región, políticamente hablando, es el que mejor funciona.
Mientras que la mayoría de sus vecinos está todavía discutiendo -casi 200 años después de su independencia- qué sistema económico quieren adoptar cuando sean grandes, Chile tomó su decisión hace tiempo. Los gobiernos chilenos van y vienen -de derecha, de centro y de izquierda-, pero todos siguen las mismas pautas de apertura económica y disciplina fiscal.
"En Chile hemos podido generar consensos básicos de la sociedad"", me dijo la canciller Alvear en una entrevista tras la ceremonia. "No se ponen en duda las bondades de una política económica abierta"".
Tanto es así, que el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos fue firmado por el gobierno del Partido Socialista del presidente Ricardo Lagos. En la audiencia estaban líderes sindicales de la Central Unitaria de Trabajadores de Chile.
El haber evitado los vaivenes políticos y económicos de sus vecinos le ha dado buenos resultados a Chile.
Desde 1988, cuando un plebiscito derrotó al ex dictador Augusto Pinochet en las urnas, Chile ha reducido sus niveles de pobreza en más de la mitad. El número de personas que viven con menos de $2 por día cayó del 42% en 1999 al 20% en la actualidad.
En cambio, los países con líderes mesiánicos que hacen discursos incendiarios contra el "neoliberalismo"" han generado un círculo vicioso de fuga de capitales, mayor desempleo y pobreza. Miren a Venezuela: desde que asumió el presidente populista de izquierda Hugo Chávez, hace tres años, la pobreza aumentó en 2,5 millones de personas, según el ex economista en jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, Ricardo Haussman.
Aunque la tasa de crecimiento económico de Chile bajó de un fenomenal promedio del 7% en la década de 1990 a un promedio del 2,5% en los últimos tres años, ha sido el país de crecimiento más constante en la región. El ingreso per cápita chileno, de $9.417 por año, es uno de los más altos de América Latina, según las Naciones Unidas.
Comparativamente, Cuba no da a conocer su ingreso per cápita, aduciendo que la medida no toma en cuenta los subsidios estatales, pero el salario medio en la isla es de $120 anuales (sí, leyeron bien).
En Chile, al contrario de lo que ocurre en gran parte de la región, el tamaño del Estado está disminuyendo, los jóvenes votan cada vez más por la derecha y la vida política tiende a converger en el centro, dicen los encuestadores.
"Estamos convirtiéndonos en una democracia a la norteamericana"", me señaló Eugenio Tironi, un sociólogo que fue asesor de imagen de Lagos. "Al igual que en Estados Unidos, tenemos dos coaliciones políticas, un gobierno cada vez más chico y una sociedad cada vez más individualista"".
¿Se convertirá Chile en una isla de estabilidad económica en Sudamérica, o será un modelo al que seguirán sus vecinos?, le pregunté a Alvear.
"Modelo no nos gusta ser"", respondió la canciller. "Genera antipatía, parece algo presuntuoso", respondió. "Pero hemos conseguido establecer logros estratégicos clave para el país, sostenidos en el tiempo. No se puede reinventar, con cada gobierno, los objetivos estratégicos del país".
Estoy de acuerdo. Hay muchas cosas que criticar en Chile, incluidas unas fuerzas armadas que conservan privilegios económicos absurdos que datan de la era de Pinochet, una brecha entre ricos y pobres más amplia que la de los países desarrollados, y una prensa que -aunque libre- podría ser mucho más incisiva.
Pero no hay duda de que mientras que gran parte de sus vecinos dio violentos bandazos políticos en años recientes, Chile -calladito y aburrido- se ha mantenido en la misma senda e hizo mucho más por reducir la pobreza, que los capitanes del micrófono que se autoproclaman campeones de la causa de los pobres.
     
     
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