Domingo 1 de Junio de 2003
  Tiempo de descuento
 

Por Héctor Mauriño

  Jorge Sapag está disgustado. En su entorno advierten que el vice está persuadido de que es víctima de un operativo de prensa del sobischismo, que pretende presentar sus diferencias políticas con el gobernador, que "son muchas y bien fundadas", como un mezquino intento de repartir cargos en las altas esferas del poder.
Por el contrario -dicen sus íntimos-, Sapag está preocupado por la suerte de su partido a la luz de la política seguida hasta aquí por el gobernador y en el contexto de los cambios políticos que vive el país.
También le preocupa -admiten- el desgaste de Sobisch, consecuencia de una sucesión de errores, como los escándalos de las ternas y los subsidios; la aventura de los partidos provinciales; los reveses en las elecciones en Neuquén y Zapala, el enorme lastre de su porfiado menemismo. Para el vice, este cuadro augura una mala perspectiva electoral para el MPN.
Es un dato de la realidad que Sapag se ha apartado casi totalmente de la actividad proselitista. El vicegobernador no estuvo presente en el último acto en el "Ruca Che", donde Sobisch lanzó, ante una platea devaluada, su encuesta puerta por puerta, y tampoco acompaña al gobernador en sus incontables giras por el interior.
De hecho, últimamente Sapag sólo ha estado presente el primero de mayo -no podía faltar- y en la firma del convenio para la nueva terminal, que tuvo lugar el martes pasado.
Precisamente, antes o después de ese acto, Sapag habría tenido un encuentro a solas con Sobisch en el que le habría expresado su preocupación por todos estos temas. Al parecer, sin encontrar eco en el gobernador, quien, lejos de compartir las preocupaciones de Sapag, alienta una visión triunfalista.
La sorpresa mayor del vicegobernador provino de los ecos distorsionados del encuentro, que pretendieron dar cuenta de un supuesto toma y daca por los cargos.
"Por el contrario, él quiere discutir toda la política. Algo que no puede resolverse con un arreglo de cúpulas sino que debe surgir de un amplio debate partidario", aclaran los íntimos de Sapag. Y advierten que a éste no sólo no le interesa un reparto de cargos sino tampoco la reelección, si es al precio de apadrinar un fracaso.
Aunque se buscó que no trascendiera, Sapag se entrevistó en el curso de la semana pasada con el presidente Kirchner. No se conoció el detalle de lo hablado, pero es un hecho que el gobierno nacional, que ubica a Sobisch en la vereda de enfrente, observa con la mayor atención la fractura del vínculo político entre el gobernador y Sapag.
Este gran malestar, que se viene gestando desde hace más de un año, parece estar en tiempo de descuento. Según los íntimos del vice, esta semana Sapag produciría novedades.
Desde la óptica de Sobisch, tampoco parece posible que esta situación continúe indefinidamente. Aunque el gobernador está en campaña, hasta ahora no ha hecho otra cosa que visitar una y otra vez los lugares del interior donde tiene el triunfo casi asegurado por el peso del aparato estatal. Pero en las actuales condiciones, sin compañero de fórmula y con el frente interno fisurado, está impedido de dar la batalla en las ciudades importantes, precisamente donde el electorado más independiente le resulta esquivo.
En ese contexto, la definición de la fórmula apremia. Si no es Sapag, ¿quién? En la pizarra donde se cotizan los suplentes, bajan las acciones de Tucho Pérez, quien en definitiva aportaría más de lo mismo; se mantienen estables las de Leandro Bertoya; y comienzan a cotizarse las de Federico Brollo, uno de los pocos hombres de Sobisch que conserva su prestigio, a pesar de haber sido expuesto por el gobernador a una innecesaria derrota en la municipalidad.
El otro aspecto que desvela al oficialismo es qué hará Sapag si se baja de la fórmula. En el MPN hay rumor de internas abiertas. Es verdad que Sobisch controla el partido, pero si el rumor deviene en clamor, difícilmente podría esquivar ese cambio y eso abriría un panorama totalmente diferente.
Con todos los frentes abiertos -el interno, el legislativo, el nacional y el de Quiroga- el gobernador apeló a un gesto de sensatez: descomprimir la relación con el intendente.
La de Quiroga fue la otra reunión que Sobisch mantuvo el martes, presumiblemente para indagar hasta dónde el intendente está dispuesto a enfrentarlo. Al término del encuentro, como si algo lo hubiera tranquilizado, Sobisch pareció cambiar de actitud. Se mostró amplio al hablar de los proyectos municipales y hasta defendió el Museo de Bellas Artes.
En realidad, Quiroga está siendo tentado por un amplio sector de la oposición, y aun por miembros del gobierno nacional para darle pelea a Sobisch. Según todas las encuestas, el intendente es uno de los pocos, junto con Jorge Sapag, que atesora suficiente respaldo como para intentarlo.
Donde el sobischismo parece ir a la deriva es en la Legislatura. Esa "Armada Brancaleone" que conduce Falleti no logra hilvanar una política. En su afán por cerrar el paso a la defenestración de Ferreyra, el grupo no pudo impedir esta semana que Taylor exhibiera los videos que incriminan al diputado emepenista. Misteriosamente, hasta se descompuso el televisor donde se iba a reproducir la cámara oculta. Pero al final, los sobischistas no pudieron evitar el bochorno. Como decía Perón, se vuelve de todos lados menos del ridículo.

Héctor Mauriño
vasco@rionegro.com.ar

     
     
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