Valentina Sandoval, procesada por la "Masacre del laboratorio"

CIPOLLETTI (AC) - El juez Juan Torres procesó por encubrimiento a una mujer, Valentina Sandoval, de la que se sospecha que ayudó a escapar al principal imputado de la masacre del laboratorio, David Sandoval, y participó del encubrimiento de los asesinatos.

A pesar de tener los mismos apellidos, tanto David como Valentina no tienen ningún grado de parentesco entre ellos.

La mujer había declarado en un principio como testigo, pero su situación cambió con el hallazgo de una huella de David Sandoval en el interior de su auto, un Renault 9 que el día del crimen estaba estacionado en la puerta del inquilinato de otro de los imputados, Orlando "El Clavo" Sandoval, del que tampoco es pariente.

Valentina Sandoval vivía junto a su pareja en el inquilinato de "El Clavo". Hasta su auto también había llegado, siguiendo un rastro de ácido acético con el que los asesinos rociaron a sus víctimas, los perros entrenados de la Policía rionegrina.

El homicidio múltiple que sacudió a Cipolletti ocurrió la noche del 23 de mayo del año pasado La bioquímica Mónica García, la psicóloga Carmen Marcovecchio y su paciente Alejandra Carbajales fueron asesinadas en un laboratorio de análisis clínicos ubicados en el centro de la ciudad.

Las huellas encontradas en el sitio del crimen llevaron a la Justicia a detener, por la autoría del crimen, a David Sandoval, quien había sido tratado por Marcovecchio cuando, siendo menor de edad, estuvo alojado en un hogar de Neuquén.

"El Clavo" también está en prisión; la Justicia cree que colaboró con los asesinatos, pero su procesamiento se encuentra en etapa de casación en el Superior Tribunal de Justicia por una apelación que fue presentada por su abogado.

Hallazgo de los perros

Los perros señalaron un asiento trasero del auto de Valentina Sandoval, en cuya puerta, muchos meses después, peritos de Gendarmería encontraron una huella de David Sandoval.

La sospecha de los investigadores es que el principal imputado, junto a otro sujeto del que poco se sabe, huyeron del laboratorio, tras cometer el crimen, y fueron hasta la casa de "El Clavo", donde se subieron al Renault 9 para escapar, con el consentimiento de su dueña, ahora procesada por encubrimiento.