Miércoles 4 de junio de 2003

Perpetua por violar y asesinar a su hija, y por matar a un amiguito

BUENOS AIRES (DyN).- Un ciudadano chileno fue condenado ayer a la pena de reclusión perpetua por un tribunal que lo halló responsable de la violación y asesinato de su hija biológica, de 6 años, y de haber asfixiado a un amiguito de la nena, de la misma edad Aquel hecho conmocionó a la opinión pública en 1994, cuando los cadáveres de los chiquitos fueron hallados dentro de una heladera en desuso. El fallo fue emitido por la Sala I de la Cámara en lo Penal de Quilmes, quien castigó a Joel Aedo Rivero, de 62 años, con el máximo de la pena prevista en el Código Penal Al escuchar el veredicto, los padres del niño asesinado estallaron en un aplauso y se abrazaron entre lágrimas, mientras que la madre de la criatura e hijastra de Rivero, en cambio, siguió defendiendo al condenado y clamó por su inocencia. Fue entonces cuando varios de los familiares del niño la acusaron de haber encubierto, junto a su madre, al asesino de los niños, en sintonía con un pedido que se había hecho para que se investigara qué rol jugaron las mujeres luego de los homicidios Sin embargo, el tribunal que llevó adelante el proceso entendió que las mujeres habían mentido, incluso en el juicio, atemorizadas. "Vaya uno a saber qué trama siniestra oculta esta mujer y su madre", dijo el juez Agustín Alvarez Sagarra, quien firmó la sentencia junto a sus pares Pedro Uslengui y Carlos Rosseau Además, el tribunal dispuso que se libre oficio a la Dirección de Migraciones para que, una vez que Rivero cumpla en prisión su condena, sea expulsado de la Argentina, a raíz de la gravedad de los delitos cometidos y la "peligrosidad" para la seguridad pública La tragedia ocurrió en la tarde del 6 de setiembre de 1994, en una casa ubicada en la calle El Tordillo 1.070 del barrio Don José, del partido bonaerense de Florencio Varela. Según señalaron los jueces, la pequeña Virginia Jackeline Aedo, de seis años, fue violada y ahorcada Momentos después, siempre según el tribunal, el hoy condenado dejó desvanecido al amigo de la nena, Héctor Gabriel Peña, de la misma edad De acuerdo al fallo, el condenado llevó los cuerpos hasta una heladera en desuso que había en un terreno lindero a la vivienda, donde los dejó depositados hasta que fueron encontrados varias horas después. Al principio se creyó que todo había sido una travesura de chicos: que los menores se habían escondido en la heladera jugando y habían quedado atrapados en su interior Pero luego las pericias corroboraron las lesiones internas que habían sufrido las víctimas y confirmaron que había sido un doble asesinato. Aunque en un primer momento fue detenido un ciudadano paraguayo imputado por los crímenes, la Justicia dispuso su liberación por falta de mérito y el caso quedó impune hasta que en 1991 se logró establecer que quien debió haber sido el abuelo postizo de la pequeña asesinada era, en realidad, su padre biológico.

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