Domingo 1 de Junio de 2003
		El futuro en juego
		La notificación pública de que el gasoducto cordillerano quedó superado por la demanda puso sobre la mesa una cruda realidad: los actuales usuarios de gas natural tendrán que asumir su conexión como un bien heredado de épocas mejores y los nuevos aspirantes a contar con el servicio por ahora deberán olvidarse. La ñata contra el vidrio. El módico revuelo surgido en esta ciudad con el rechazo de la empresa Camuzzi a incorporar nuevos clientes todavía no sedimentó. Pero los conciliábulos que se sucedieron en los últimos días dan cuenta de que el debate llegó para quedarse y promete discusiones de esas que reciclan cada tanto el dilema de "quiénes somos y hacia dónde vamos". La crisis resultante despejó la niebla sobre ciertas evidencias que hasta ahora no contaban en la llamada "agenda" de temas cotidianos. Las empresas que transportan y distribuyen el gas declaran su imposibilidad de hacer más inversiones con la actual tarifa. El Estado, desarticulado, no da respuestas y parece desentenderse de las consecuencias. La gente ya bajó del altar a la solución privatista y olfatea que las contratistas pretenden usarla de rehén para conseguir aumentos de tarifas. Ocurre que las prestadoras hacen lo suyo desde la lógica del mercado, como corresponde a su naturaleza. La palabra solidaridad no aparece en el contrato de concesión. Ya hay legisladores menemistas que, con manifiesta desmemoria, proponen realizar desde el Estado las inversiones que las empresas demoran, sin decir palabra sobre cómo y por qué falló la planificación y el rol de contralor. Otra conclusión del estado deliberativo resultante es que el déficit en la provisión de gas tiene la virtud de ser (como muy pocos) un tema unificador para la ciudad. La insuficiencia del servicio perjudica directamente a los barrios más humildes, impedidos de acceder a otro combustible más limpio y barato. A su vez desalienta la inversión en nuevos proyectos hoteleros e inmobiliarios, con el impacto consecuente sobre el nivel de empleo y el desarrollo de la economía local. También los grupos ambientalistas tienen una buena razón para pelear por la difusión del gas natural, debido al impacto que sufren los bosques vecinos a la ciudad por la extracción de leña. En el encuentro convocado el viernes último por el Concejo hubo funcionarios vecinos y dirigentes de entidades de defensa del consumidor. Pero extrañó que la oportunidad de escuchar a las empresas y al Enargas -y de decir lo suyo- haya sido desaprovechada por las cámaras empresarias, que al parecer no asimilaron todavía el alcance del problema. Percibirán tal vez que con la temporada invernal encima no es momento de alentar conflictos. Lo cierto es que los actores principales de la actividad turística tienen por lo común un escaso apego por la planificación y prefieren privilegiar el corto plazo. Es habitual ver a los empresarios afanándose para implementar una buena campaña promocional en Brasil o en Chile, o reclamando que se destraben las concesiones de Catedral. Pero nunca se supo que alguno pida inversiones urgentes en el gasoducto cordillerano. En la reunión del viernes una vecina del barrio Abedules consiguió expresar con drástica síntesis el apremio que padece. Dijo que Camuzzi le niega -"aunque sólo de palabra"- la conexión a la red de gas que pasa por la vereda de enfrente de su casa. "Es una empresa de servicios, pero a mí no me lo dan", se lamentó. Las prestadoras y el ente regulador señalaron que donde las redes ya estén instaladas podrían reconsiderar "los casos particulares". Una legisladora advirtió que manejarlo en esos términos sería discriminatorio y puede generar conflictos muy serios. Los políticos (no sólo los locales) presienten que les toca tomar posición frente a un tema crucial, que no sólo obligará a discutir cómo se atiende una demanda creciente de mejor calidad de vida, sino que también inaugura un proceso de revisión sobre el alcance mismo del proceso de privatizaciones. Mientras tanto, la sociedad en conjunto haría bien en tomar la palabra y ensayar un protagonismo nuevo, empezando por estas cuestiones simples y cercanas. Daniel Marzal
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