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Boca reaccionó pero igual dejó la punta

Perdía 2 a 0 y empató Schiavi sobre el final.
Era la primera vez que Arsenal jugaba en la Boca.

Otra vez Tévez fue un jugador clave para Boca. El delantero, que ayer fue suplente, marcó el gol del descuento.

Boca jugó sin apuntar, como si estuviera fuera de foco. Fue apenas el eco del arrasador equipo que tiene el hocico metido en la final de la Libertadores. Llegó al empate apelando a la garra -su sesgo histórico distintivo- y a la astucia de su entrenador, Carlos Bianchi, viejo zorro de mil batallas, que decidió meter a Rolando Schiavi para que juegue de 9 y cabecee alguno de los cientos de centros que tiró el equipo. Schiavi no falló y salvó a su equipo de una derrota que le hubiera helado el alma Atrevido, Arsenal infló sus músculos en la primera visita de su historia a la Bombonera. Hizo su negocio, de manera inteligente. En este tipo de enfrentamientos, cuando se miden un gigante y un partenaire, se suelen dar dos tipos de partidos. La mayoría de las veces el robusto local avasalla con su juego al rival. En otras, las menos, el pequeño se planta, es práctico, y, como un boxeador de clase, golpea y sube la guardia.

Arsenal no era menos que Boca antes de que llegara su gol. Por eso el primer tanto de Adrián Romero no sorprendió del todo. Fue un rebote luego de un centro, que el delantero empujó mientras el arquero Caballero estaba desparramado. La Bombonera enmudeció de repente El golpe bajó el ánimo del partido. Boca debía reaccionar. Tenía todo el segundo tiempo para ello.

Bianchi decidió soltar su mejor carta en el segundo tiempo. Carlos Tévez, factótum de los último triunfos de su equipo, ingresó por el intrascendente Ezequiel González, que tan sólo había generado un zurdazo que salió cerca. Tévez pidió la pelota, obligó, pero también cayó algunas veces en la telaraña diseñada por Burruchaga.

Pasaban los minutos, el local perdía la punta, y la Bombonera, se sabe, comenzaba a aturdir con ese murmullo que lastima. Impaciencia que se agudizó

Otra vez Tévez fue un jugador clave para Boca. El delantero, que ayer fue suplente, marcó el gol del descuento.

Luego de un rechazo, Tévez descontó. Quedaban siete minutos para conseguir el empate. Boca tenía el cuchillo entre los dientes. Y Arsenal lo sentía en su garganta Bianchi, entonces, tomó la decisión correcta, y audaz, en el momento justo. Entró Schiavi, grande como un camión de manzanas, a cabecear. En rigor, el técnico no tenía otro delantero en el banco. Y en su primera intervención, el defensor devenido delantero, clavó la pelota abajo, imposible para Limia Faltaban apenas tres minutos. Boca aprovechó el resorte del empate para intentar saltar al triunfo. Hubiera sido un exceso. Porque no jugó bien, y porque Arsenal había hecho un buen partido Como reflexionó Bianchi al final del encuentro , su equipo "jugó en cámara lenta". Una precisa definición de quien tuvo mucho que ver con el agónico empate. Su equipo, es cierto, fue apenas la mueca de lo que suele ser, y esa falencia lo dejó sin liderazgo, en el momento menos indicado.

Boca fue apenas su camiseta, el gol de su estrella Tévez y un cabezazo milagroso que todavía lo enlaza, con una hilacha, al anhelo del título. No hubo fútbol en la Bombonera. Sí emociones, para todos Arsenal casi vive su tarde soñada. Boca prende velas en el altar del Clausura. (AR)

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