Lunes 2 de junio de 2003

  La esperanza es lo último que se pierde
 

Huracán logró su primera victoria y todavía sueña.

 
Juan Zalazar cumplió una buena tarea en Huracán y controló sin problemas al "Loco" Cervera. El "Globo" sueña con zafar.
Las abuelas son sabias. La esperanza es lo último que se pierde... repiten cuando las cosas no andan bien. Y estos chicos de Huracán aún creen en el milagro de escaparle al descenso. Ayer volvieron a la victoria tras 21 partidos sin sumar de a tres. La victima fue Bánfield, en el Sur, 1 a 0.
El "héroe" fue Emanuel Villa el autor del gol y su ladero, ¿qué héroe no necesita de una pierna en esto de hacer el bien?, fue el arquero Mariano Andújar, quien se quedó con todos los intentos de un desesperado e insultado Bánfield que otra vez está en la zona de promoción.
En la primera mitad, los chicos del golpeado Huracán aprovecharon la confusión de Bánfield que mostró deficiencias en todas sus líneas. El local fue desprolijo y no tuvo sorpresas a la hora de atacar (extrañó mucho a Jiménez que entró, pero "no jugó") y, las pocas veces que se acercó al área rival dio mal el pase final o el arquero Andújar estuvo acertado en sus pocas intervenciones.
En cambio, Huracán, que se plantó con un doble cinco (Garipe y Lipo) que le dio muy buenos dividendos en la zona media, mostró mucha voluntad y vergüenza. Con eso, tan sólo, le alcanzó para marcar la diferencia e irse al descanso ganando.
El tanto de Villa llegó cuando el juvenil delantero del "Globito" capitalizó una pelota que manejaron entre Garipe y Alonso por la izquierda.
Con un hombre menos por la expulsión de garipe, Huracán se retrasó, apostó a la contra -le salieron muy pocas y apenas tibias- y se aferró a la victoria con todas sus fuerzas. Allí entró a tallar Andújar.
El pibe sacó cinco pelotas de gol. Una más complicada que la otra. A los 11 un mano a mano a Cervera; a los 32 una media vuelta a Colautti; a los 39 un buscapié de Moreno y Fabianesi; a los 41 un cabezazo a Colautti y a los 44 un bombazo a Lezcano.
Sin contar la docena de centros -la mayoría frontales- que llegaron a sus dominios y que resolvió de forma perfecta con sus compañeros defensores.
Bánfield, que merecía el empate, se fue sin nada. O mejor dicho, con una cataratas de insultos y la caída hasta la zona de promoción. ¿Los pibes de Célico? Se fueron felices a lo de sus abuelas. A escuchar otro cuento. A renovar la esperanza.
   
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