Domingo 1 de Junio de 2003
  Boca, con mejor ánimo, pero se topará con un Rívermuy necesitado
 

Se espera una "Bombonera" repleta .Es un partido clave para el futuro de Pellegrini.

 
Los goles de Cavenaghi pueden ser fundamentales para la continuidad del chileno Manuel Pellegrini en Ríver.
Hasta el último martes, todo parecía indicar que Boca y Ríver animarían una cardíaca mini serie de tres superclásicos en quince días. Pero el golpe de nocaut que América de Cali le asestó ese día a Ríver terminó abruptamente con la promocionada posibilidad de que los dos colosos del fútbol doméstico se batieran a duelo primero por el Clausura y después por la Copa Libertadores.
Desde el martes a la noche, entonces, el escenario cambió. Y no sólo porque a Ríver lo bajaron súbitamente de la Libertadores con otra dura goleada en contra: ese 4-1 sufrido en Colombia modificó por completo la previa del duelo de hoy a las 15 en una "Bombonera" que estará repleta.
Boca llega sonriente, confiado, ganador. Y lo mira a Ríver casi de manera altanera, como recordándole a cada paso que, además de ser el único equipo argentino que sigue con vida en la Copa, también marcha primero en el Clausura junto a Vélez.
Y Ríver aparece ahora como un equipo preocupado y afligido, poco menos que un alma en pena cuya única salvación sería ganarle a su viejo rival y después quedarse con el torneo local, en el que está a un escalón de los líderes. Con todo, la decepción por la eliminación de la Copa fue -es- tan grande, que si Boca vuelve a sacar pasaje a Japón nada será suficiente para aplacar la frustración de los "millonarios".
En medio de esas sensaciones y de esos estados de ánimo tan disímiles, Boca y Ríver jugarán hoy la edición 172 del superclásico a nivel doméstico, en el que los "xeneizes" llevan seis partidos de ventaja.
Pensar que Boca saldrá airoso una vez más sólo por el peso específico de los antecedentes inmediatos sería un error tan grande como obviar que, en estos momentos, el conjunto dirigido por Carlos Bianchi ofrece más seguridad, más solidez, más garantías, en fin, ese tipo de cosas que hacen a la confiabilidad de un equipo.
Pero también es cierto que Ríver cuenta con un potencial más que respetable, en especial cuando Eduardo Coudet, Andrés D"Alessandro y Fernando Cavenaghi, sus hombres clave de mitad de cancha hacia adelante, tienen un día inspirado. Si funcionan pueden ser realmente incontrolables para los defensores y un fuerte dolor de cabeza para los arqueros.
Por lo demás, en los últimos años quedó sobradamente probado que el peso de la localía es muy relativo: mientras Ríver se despachó con un soberbio 3-0 en su última excursión a la Bombonera, Boca lo superó 2-1 el año pasado en el "Monumental".
Bianchi volverá a ubicar como lateral derecho al juvenil Pablo Jerez, quien estará acompañado en la última línea por Rolando Schiavi, Diego Crosa y Clemente Rodríguez.
En el mediocampo, el lugar del lesionado Sebastián Battaglia será ocupado por Javier Villarreal.
Pero la apuesta del "Virrey", su verdadera carta fuerte, pasa por volver a poner desde el arranque a ese temible tridente de ataque que conforman Marcelo Delgado, Guillermo Barros Schelotto y Carlos Tévez.
A Manuel Pellegrini le resultó mucho más complicado que a Bianchi definir la formación. Porque, más allá del frágil presente de José María Buljubasich, el hecho de jugársela por Franco Costanzo nada menos que en un superclásico constituye toda una apuesta audaz de su parte.
El chileno, quien asegura que ni siquiera una caída en la Boca lo hará renunciar, introducirá otro cambio en el mediocampo: Luis González por Víctor Zapata, con el que buscará conseguir más fútbol en las cercanías del área rival.
La jugada de Pellegrini es entendible: Ríver debe salir a ganar, porque si empata o pierde corre el riesgo de que Boca y Vélez se le escapen. Boca, en cambio, tiene menos urgencias: al estar clasificado para las semifinales de la Libertadores, sus hinchas verían con buenos ojos hasta una igualdad.
La presencia de Héctor Baldassi, un árbitro proclive a darle ritmo al juego pero también a pasar por alto algunas acciones fuertes, parece abonar la teoría de quienes piensan que saldrá un choque de ida y vuelta, con emociones y llegadas sobre los arcos. Ojalá que sea eso lo que ocurra dentro de la cancha.
Y que afuera reine la paz, porque la rivalidad entre las hinchadas crece conforme al paso de los años y los riesgos de enfrentamientos que sólo dejan tristeza y dolor siempre están latentes. (AR y DyN)
   
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