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En clave de Y: La vaca
Era un clásico. La maestra te enseñaba todo sobre la vaca, y después, la
temida página en blanco que había que llenar. Sin errores de ortografía. Esto ocurría hace mucho; mucho antes de que las fotocopias, tan cómodas, trajeran una línea de puntitos a completar, disminuyendo el riesgo...y la capacidad de redactar.
"La vaca es un mamífero que vive en la Pampa Húmeda, que abarca la provincia de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba y Santa Fe. La vaca nos da carne y leche..." y así seguía el tema.
En esas vueltas de la vida, he aquí que vamos de nuevo con la vaca. Lo primero que se me ocurre es qué conmovedora ingenuidad campeando en las palabras. "Vive en", como si la pobre fuera un pariente, la tía Vaca, como si hubiera podido elegir adónde vivir. Lo segundo, la vaca no nos "da" nada. La idea era que la susodicha decía amablemente aquí estoy, te doy generosamente lo que tengo, igual que cuando escribía sobre el árbol, que nos "da", generoso también él, madera, sombra, frutos...
Todavía no sabía mucho de lo que el ser humano puede hacer para sobrevivir, y, más aún, lo que algunos seres humanos pueden hacer para vivir mejor que el resto. "Depredación", "crecimiento sustentable", y un poco antes en el tiempo de mi generación, "oligarquía vacuna", vinieron después.
Pero seamos justos: cierto que suena un poco ingenuo, pero era algo que los colegiales de entonces hacíamos, era nuestro producto. Errores de ortografía incluidos. Para ser clara, le diré una cosa: no me gusta este mundo de las fotocopias. Será muy cómodo (para el docente), sin duda, pero algo se perdió en el camino. La enorme dificultad de los pibes para poner sus palabras y vivencias en el papel tiene, como se dice ahora para usar una frase hecha, "múltiples abordajes". Este tipo de expresiones dice todo y nada, así que yo le propongo abordar uno, y es éste: volver a escribir, simplemente, escribir, lo que les salga, lo que sea. Sin rellenar puntitos.
Y volver a copiar la tarea. Esto no es una pérdida de tiempo. Al copiar, el pibe tiene que poner en marcha muchas habilidades juntas, y entre otras cosas, refuerza las palabras, las graba a través de la memoria de sus manos, que también es un tipo de memoria. Sí, sí, ya sé. Hay muchos docentes que incentivan la lectura y la escritura, y los conozco, pero tengo la sensación de que son los menos. Y ya que de escribir se trata, le recuerdo una de mis humildes reglas de juego: no puedo solucionar en cada párrafo el tema del género, alumno, alumna, pibe, piba, y así todo, de modo que: yo hago lo que puedo, y usted coloque el femenino o masculino que quiera.
Volvamos a la vaca, objeto de estas reflexiones. No crea que además del asado y la milanesa, la vaca ha estado ausente de mi vida. Cuando estábamos en la cárcel, en esa dictadura que se autodenominó "proceso de reorganización nacional" ( con minúscula, a propósito), nosotras teníamos una mirada especial. La llamábamos "mirada de vaca". Ocurría cuando estábamos en presencia de ellos y ellas, desde celadoras hasta interrogadores. Era una mirada que no decía nada, francamente estúpida. Detrás de los ojos, estábamos en alerta rojo: cuidado-cuidado-enemigo-calma-cuidado. Pensándolo bien, fuimos injustas con la vaca. Ahora sé que también vive en alerta rojo, con un agravante: ella sabe que no hay salida; nosotras, al menos, teníamos esa esperanza.
Esto no es pura nostalgia: esa mirada aparentemente vacía usted la encuentra en cualquier pibe, cualquier hombre o mujer que viene al mundo privilegiado del asfalto a lavar autos o algo así. Es la marginalidad en territorio ajeno.
Usted puede creer que compadezco y entiendo a la vaca de una manera casi fraternal. Tiene razón. Y puede pensar que, con semejante empatía, debería ser vegetariana. Está equivocado.¿Qué quiere? Soy sólo un ser humano carnívoro, de sexo femenino, que habita en la Patagonia, región de clima semiárido...
Beba Salto
bebasalto@hotmail.com |