Jueves 12 de junio de 2003

La naturaleza salvaje de Fito Páez permanece intacta

 

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La energía y la pasión intactas en la sangre de Fito Páez

NEUQUEN (AN).- Todo en penumbras. Sólo se deja ver una enorme lágrima color sangre que brota vaya a saber de dónde. Se corre el telón, y la noche se tiñe de rojo, bien rojo. Gritos y alaridos, teclados y guitarras se confunden, mientras la vista se pierde en una inscripción en furioso amarillo que simplemente dice: "Naturaleza sangre".

"Nuevo es ser viejo, nuevo es morir, renacer cada día, volver a escribir, nuevo es increíble y también tradición. Vuelvo nuevo a tocar rock and roll", canta él sentado frente a los teclados. Adolescentes deliran ante los ojos de sus padres, las luces juegan con las figuras, el ambiente toma color, y "Nuevo" continúa sonando.

El sábado en el club Independiente Fito Páez fue más "Fito" que nunca. Este rosarino cuarentón dejó escapar letras que borraron (sea por un par de horas, sea para siempre) esa imagen de músico "pop" tan despreciada en el ambiente rockero, y que tantos disgusto le ocasionó.

Su "Naturaleza sangre" (último disco) lo mostró más genuino que nunca, desnudó el estado de ánimo que quedó luego de la ruptura sentimental con la multifacética actriz Cecilia Roth y evidenció que sigue intacta la esencia y el talento de ese músico que brilló con placas como "Giros" y "Tercer Mundo".

El extravagante Gonzalo Aloras (guitarra) puntea con rabia. Surge "Salir al sol" y las mentes viajan al tiempo de los cacerolazos y la recordada huida aérea de Fernando de De la Rúa. Fito gesticula, aflauta la voz y dice "sólo pienso en ti, sólo pienso en ti, y algo me arrasó, algo me mató de vos. Yo sólo pienso en ti", dejando al descubierto que él también puede ser un obsesivo.

Una muchacha hace hasta lo imposible por despertar su atención, aunque sea por algunos segundos. El sonríe y se prende en el juego: "si mi amor, vi tu cartel desde que empezó el recital. Vos me querés como todas las mujeres que nunca vivieron conmigo", lanza con una gran carcajada. Y le canta a su amor perdido. "Estoy tragándome el dolor, mordiendo el polvo del amor, vivo sólo y encerrado en una gran habitación, esperando una maldita decisión".

El escenario se torna celeste, el llano al rojo vivo, y "El diablo" gana cada rincón del lugar. Una de las ovaciones más grandes se desprenden con el emocionante "Tumbas de la gloria". El lugar pierde uniformidad, el humo las luces todo lo confunden. La masa humana deja la comodidad, y al pie del escenario los más jóvenes y desaforados saltan y gritan sin parar.

Llega uno de los momentos más hermosos. Sólo queda en compañía del bajista Guillermo Vadalá y como zapando se escucha "cerca, Rosario siempre estuvo cerca" y el público delira. A la gente que no le teme a los cambios le dedica "Música para camaleones", y nuevamente el delirio cuando toma una guitarra, se enfrenta a las 1.400 almas y la voz de un locutor circense invita a los coros con "Circo Beat".

"Hay, aromas que me quiero llevar, silencios que prefiero callar", rompe con "Brillante sobre el mic", y el mundo rojo otra vez porque arriba el rockero "Naturaleza sangre". El vaivén de su fino cuerpo gana dimensión y "Ciudad de pobres corazones" cae como una cascada de potencia y vibración. Pierde los estribos, al demonio con el saco blanco y un remate de locos con "A rodar".

El sábado Fito no sólo demostró que sus cualidades como compositor e intérprete continúan inmaculadas. También dejó en claro que su génesis misma, se mantiene intactas.

 Sebastián Busader

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