Sábado 24 de mayo de 2003

  El coagulante importado dejó muchas víctimas argentinas en los "80
 
  BUENOS AIRES (Télam).- "Aun después de un año de comprobarse que la medicina estaba infectada con el virus, la compañía continuó vendiendo la vieja medicina", según muestran los documentos a los que accedió el diario New York Times, que reveló que el laboratorio Bayer vendió a Argentina, en la década del 80, un coagulante para hemofílicos con alto riesgo de contagio de sida.
Los concentrados que la investigación del New York Times menciona fueron vendidos por Cutter Biological, una división del laboratorio Bayer, a Argentina, y también a Japón, Malasia, Singapur e Indonesia.
Un informe de Cutter de marzo de 1985, indica que "en la Argentina se habían vendido 300.000 unidades o quizás más".
Al respecto, la directora de Servicio Social de la Fundación de la Hemofilia, Diana Careri, recordó a Télam que para 1985 se "discontinuó la entrega de los coagulantes por parte de Bayer ante las sospechas que portaban el virus del Sida", pero para entonces muchos ya estaban contagiados. "La contaminación en pacientes hemofílicos con el HIV fue la etapa más triste de la historia de la enfermedad en el país", sostuvo Tezanos Pinto y agregó que "fue el drama más grande que yo he conocido, porque más del 50 por ciento de los infectados con sida se murieron".
Según registros de la Fundación de la Hemofilia, que atiende a enfermos desde 1944, durante esa década, en Argentina, unos 211 pacientes hemofílicos fueron infectados con sida, lo que representó el 30 por ciento de las personas que permanecían en tratamiento y que recibían los coagulantes sin el virus desactivado.
"Paradójicamente -dijo el especialista- aquellos pacientes que vivían alejados de centros urbanos y que no accedían a los tratamientos, fueron los menos afectados por el sida".
Los pacientes de hemofilia, que padecen problemas de coagulación sanguínea, necesitan de los concentrados para utilizarlos ante episodios de hemorragia y como tratamiento profiláctico para evitar llegar a esas crisis. Por esos días, las características del VIH y sus formas de contagio eran poco conocidas y existían personas infectadas que donaban su sangre para elaborar los concentrados inactivados.
"Cuando nosotros supimos de las sospechas sobre el concentrado realizamos una asamblea con los pacientes y explicamos el riesgo, así como también se decidió la suspensión de las operaciones y los tratamientos profilácticos de los enfermos", explicó Careri.
   
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