Domingo 18 de mayo de 2003

MAS INFORMACION

Curiosidades

  Maestro a los tiros, sumario y solución vacuna
 

Entre 1909 y 1911 Bariloche tuvo episodios de suficiente estridencia como para aludirlas y animar las mejores tertulias.

 
Casa en Bariloche –ya desaparecida– que erigió el maestro Parsons y habitó el mayor Fósbery.
El pasajero conflicto Parsons- Haneck dirimido a orillas del lago Nahuel Huapi fue nada más que el chisporroteo típico entre pioneros acuciados por todo tipo de carencias -poco romance y abundancia de tiros- sumado a la negligencia del comisario de turno (en 1909, Guillermo Marty, argentino de 33 años).
Cuando el inspector Zenón H. Aguirre llegó a fines de 1909 a San Carlos de Bariloche para hacer el sumario ordenado por el gobernador Gallardo a propósito de las denuncias telegráficas del maestro Carlos Genaro Parsons al ministro del Interior por haber sido atacado por los hermanos Haneck, la intención era clara: salvar al comisario con aval de encumbrados vecinos barilochenses.

Visita con Winchester

También estaba entre los planes del emisario policial el agasajarse como en un paseo. El denunciante declaró ante Aguirre el 30 de diciembre, se tomó un buen fin de año y citó a los "que deben deponer en este sumario", el 5 de enero de 1910. Entre las dos fechas tomó otras declaraciones, pero en el sumario principal, Parsons ratificó el contenido de los telegramas al ministro que en síntesis aludía a los atropellos policiales como invadir su dormitorio de enfermo con personal armado a Winchester, el apresamiento de su persona y otro suceso: el tiroteo a su casa, balacera de la que acusaba a los hermanos Haneck y estos a su vez a Parsons. Aguirre indagó a varios vecinos -Germán Dualde, Elizardo Vázquez (chileno de 60 años). Juan Neu, entre otros- que nada aclararon sobre el origen de tantos disparos. También se quiso complicar a Parsons -mientras estuvo preso- en la fuga del procesado Pedro Rodríguez, consumada en la lluviosa noche -según declaraciones en otro sumarios- el 11 de julio de 1909. El prófugo recién fue perseguido al día siguiente por el sargento Olivera (aunque el comisario Marty, que entonces guardaba cama, declaró más tarde que el encargado de la persecución fue el policía Silva). Dos días inútiles de cabalgata.
El sumario no precisa cuál casa de Parsons fue baleada aunque presumiblemente fuera la de San Carlos ya que su vivienda rural había sido incendiada. Parsons construyó la primera sólida casa en la esquina noreste de las calles Mitre y Beschtedt, de madera y que sobrevivió hasta los años ´60. Pronto fue residencia del mayor Mariano Fósbery, jefe del destacamento asentado en la orilla lacustre que hoy se conoce como Dina Huapi. Es más atinado pensar que el tiroteo fue en la esquina de John O´Connor y Mitre, donde Parsons residió y habilitó la primera escuela barilochense.
Si hay que atenerse a la caligrafía a pluma cucharita, Zenón H. Aguirre era un sumariante vehemente. Se descubre en los acentos o en el subrayado con oleaje que impuso a "pregunta" o "declaró".
Así rasgó el papel cuando sentó al frente a Herman Haneck, argentino de treinta y un años, casado, hacendado y "domiciliado en el lote 130 de esta Colonia".
Respondió que "no es verdad que haya atropellado la casa del señor Carlos G. Parsons ni alguno de sus hermanos, mucho menos amenazado a las hijas de dicho señor, que lo que ha sucedido (es) que él disparó tiros de carabina contra el declarante y sus hermanos Hugo y Mauricio en razón de que no permitía que ellos pasaran por el camino que va enfrente de la casa de Parsons y que forzosamente hay que hacerlo". También Haneck asentó que en oportunidad de producirse el incendio encontró "a Parsons en dirección a la casa incendiada que ya no habitaba, le hizo señas para hablarlo pero antes de hacerlo, Parsons le dijo "me trae malas noticias", y cuando lo enteró, dio vuelta al pueblo diciéndole ´lo esperaba´, sin saludarlo ni agradecer...".

Isla entre la marejada

Acto seguido declaró el oficial Juan Fernández, que en realidad tenía asiento en Pilcaniyeu, era argentino de 24 años y soltero. Fue el encargado de allanarle la casa al maestro "por orden del juez", cosa que hizo porque el comisario Marty se había trasladado a Ñorquinco. Se presentó con testigos "y fuerza armada" y detuvo a Parsons sin resistencia.
Lo de los supuestos disparos de Parsons había surgido por denuncia de Víctor Zeballos, un chileno agricultor de 22 años, soltero y con domicilio en la costa del arroyo Ñireco. Pero era una denuncia inducida por terceros, porque Zeballos era analfabeto y lo que contó -como luego lo aclaró ante el inspector Aguirre- es que sólo había indicado que había escuchado los tiros que provenían de la casa de Parsons. Los "dimes y diretes", alimentaron las tertulias del año y las charlas de café, pero no comprobaron nada, por lo menos en el sumario instruido para el gobernador. Los vecinos no se quisieron comprometer con Parsons y esto ayudó a la impunidad que buscaba el comisario Marty. El 11 de febrero de 1910, el inspector Aguirre elevó su informe desestimando las denuncias.
La áspera vida de frontera lograba que en un reducido grupo de habitantes hubiera cambiantes alianzas y odios súbitos. Esa marejada de contradicciones se debía a las necesidades de protegerse y de disputar lo ambiguo de ciertos derechos o la malicia a aplicar a partir de lo que no estaba explicitado, como a veces eran los límites poco demarcados de las tierras adjudicadas. Abundaban los conflictos en los que se implicaban los personajes más audaces o tenían participación convenida con individuos fuera de la ley. Parsons iba a denunciar a su tiempo al comisario Alanis y al jefe de la Policía Fronteriza Adrián del Busto. Sin embargo, suelen encontrarse documentos con verdaderas islas de reconocimiento protocolar por acciones de profunda nobleza entre los mismos contrincantes. Como cuando estalló una epidemia de difteria y Parsons puso a disposición varios frascos de vacuna contra el mal que había conseguido en Buenos Aires y no dudó de remitírselo al Jefe de la Policía Fronteriza para inocular el suero por el único médico de entonces y forense cada vez que algún baleado estaba necesitado de autopsia.
La carta la suscribió el mayor Adrián del Busto el 19 de noviembre de 1911 "Al Sr. Carlos G. Parsons" para agradecerle en nombre de la fuerza que comandaba el envío de "varios frascos de suero anti-diftérico a objeto de poder combatir con mayor eficacia el terrible mal...". La nota también decía que la enfermedad fue detectada por "la prolija y acertada intervención del digno facultativo honorario de esta Policía Dr. José Vereertbrügghen..."

fnjuarez@interlink.com.ar

   
    ® Copyright Río Negro Online - All rights reserved    
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación