El agua que cayó sobre el transbordador antes del despegue habría sido decisiva como causa del desastre que les costó la vida a siete astronautas el pasado 1 de febrero. Lo reveló ayer en el congreso de Tecnología Espacial que se está realizando en la UNC, el ingeniero Pablo De León, que trabajó en la NASA y en institutos norteamericanos.
Su explicación sobre le fatal accidente registrado con la nave más antigua con la que contaba la NASA, la brindó en el marco del Segundo Congreso Argentino de Tecnología Espacial que se está realizando en la Universidad Nacional del Comahue, en esta ciudad. "En el momento del despegue el ala fue impactada por trozos de material aislante del tanque de combustible", dijo. "Esos trozos, se desprendieron porque se filtró agua antes del lanzamiento", agregó.
Ante un auditorio completo, De León detalló los resultados preliminares de la investigación que están llevando adelante dos comisiones de la NASA, que hasta el momento lograron recuperar el 38% del material con el que se construyó el Columbia.
"Cuando el transbordador despegó dos trozos del material aislante que lleva el tanque de combustible en su exterior -hecho con carbono carbono- se desprendieron, impactaron contra el ala izquierda y la dañaron en dos sectores", destacó.
Este desprendimiento se produjo porque la nave estuvo varios días a la intemperie antes de su lanzamiento en el centro Kennedy. Por las bocas donde se carga el combustible -oxígeno e hidrógeno líquido- se filtró agua de lluvia en el espacio que hay entre el aluminio del tanque y el material aislante, de aproximadamente doce centímetros de ancho.
Como el oxígeno y el hidrógeno se mantienen a baja temperatura, el agua se congeló. Y al momento del despegue y con el calor, se produjo un desprendimiento hacia afuera que derivó en los dos trozos de material, de 1,4 metro de altura cada uno, que golpearon el ala.
Esto último, no generó dificultades mientras el Columbia realizó la misión de investigación científica en el espacio.
Pero al regresar a tierra e ingresar a la atmósfera, la parte del ala golpeada no tenía la protección aislante como consecuencia del golpe del despegue. Por esto se recalentó de forma progresiva y se desprendió por completo del cuerpo del transbordador.
El aislante puede resistir temperaturas de hasta 1700 grados centígrados. "Tecnológicamente es excelente pero tiene sus falencias", advirtió De León. "La lluvia le hace un daño terrible y por eso cuando aterriza las condiciones climáticas deben ser óptimas".
La velocidad a la viajaba al momento de desintegrarse era 15 veces superior a la velocidad del sonido, indicó De León. Además estaba a una altura de 80 kilómetros del suelo y sobrevolando el estado de Texas.
Siete minutos antes de perder contacto con la NASA, los sensores del ala izquierda estaban funcionando normalmente, según los datos recibidos en el centro Kennedy. Sólo se registró un incremento de la temperatura de 3 grados. Un minuto después, varios de los sensores dejaron de funcionar. Previamente la temperatura aumentó a 15 grados y la nave sobrevolaba California.
A 4 minutos la mayor parte de los sensores no funcionaban. Y a un minuto y medio, se confirmó el recalentamiento de la nave y la explosión de las cubiertas del tren de aterrizaje.
Toda la situación no fue advertida por los astronautas. "La desintegración se produjo en un segundo y la tripulación no se enteró", concluyó De León.
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