Domingo 11 de mayo de 2003

  Perfil galano del impasible maestro Parsons
  El primer docente que se instaló junto al Nahuel Huapi debió dar algunas batallas de la lucha fronteriza por la posesión de tierras.

Por Francisco N. Juárez

 
Carlos Genaro Parsons, el primer maestro de Bariloche, alrededor de 1909.
El primer maestro de San Carlos de Bariloche, el uruguayo de origen británico Carlos Genaro Parsons, no sólo actuó como apoderado del norteamericano de Texas, Jefferson Davis Wagner, para que terminaran adjudicándole el lote 116 de la Colonia Nahuel Huapi -el 16 de junio de 1908-, sino que, un año después, debió defenderlo ante las usurpaciones de intrusos en esas 625 hectáreas y por el robo de ganado, delitos que se consumaban con el guiño y hasta la participación del comisario local, el muy cuestionado Guillermo Marty.
Este funcionario fue tenazmente defendido por el gobernador Gallardo mientras las quejas arribaban al Ministerio del Interior. Arreciaron en el fatídico año 1909, cuando la víctima principal resultó el maestro Parsons, como también lo fue Carlos Boos.

Llamas de Bariloche

Parsons y su defendido Wagner sufrieron el incendio intencional de sus respectivas casas rurales, pero Parsons ya había padecido cárcel y vejaciones que no olvidaría de por vida. Tampoco le quedaba mucha cuerda para tensar, mas allá de que lucía dinámico, con un sólido físico y el rostro grave de bigotes. Tenía 60 primaveras a cuestas con sucesión de luchas y contratiempos.
Los archivos de Viedma y el General de la Nación conservan documentos como para una novela. Incluyen los telegramas despachados por el maestro procurador, sus denuncias en queja ante el ministro del Interior, sus notas tipeadas en apelaciones diversas, y también el sumario policial que el gobernador Gallardo decidió instaurar para consulta (o velada intimidación) a los vecinos de San Carlos para que dijeran si el comisario era buena persona (tenía varias denuncias por corrupción y hasta por estupro). ¿Cuál podía ser el resultado de la consulta?
Las declaraciones con las firmas de Primo Capraro, el médico belga –argentino naturalizado- José Vereertbrüghen y hasta el hotelero Juan Riveiro, son una reliquia. Los sumarios para enjuiciar al comisario no fueron pocos y los delitos gravísimos. Pero es evidente que sentía gran desdén y ningún aprecio por el primer maestro barilochense. Ya lo había encarcelado cuando Parsons y los hermanos Haneck se acusaron mutuamente de disparos de armas de fuego. Y a pesar que Parsons fue en esa ocasión acusado y apresado en su lecho de enfermo (en esas condiciones trasladado a Viedma) ninguna de esas trifulcas pasó a mayores. Hoy los descendientes hasta desconocen los detalles de esos conflictos y podrían disfrutarlos en una rueda de café como sabrosas anécdotas del pasado.
Tabaré Parsons, nieto del aquel maestro y a la vez historiador regional, delinea el perfil de su abuelo, pero confiesa no tener abundante biografía del personaje. En cuanto a la actitud entre los descendientes de los protagonistas de las trifulcas a tiros, confirma que hoy nadie proyecta el pasado para desencuentros actuales. Es cierto: hasta Jorge Haneck fue quien le disparó a Tabaré pero tan sólo la foto con que se acreditaba la autoría –en la contratapa- de los 10 tomos de Pioneros Olvidados, un trabajo enciclopédico al estilo "Quién es quién" en los lagos del sur, suscripto por Tabaré Parsons.

Perfil de un pionero

Según Tabaré, su abuelo tenía tenacidad de carácter y todo lo flemático que puede correr en la sangre de un británico. Nació el 19 de setiembre de 1849 en Montevideo, de Carmen Sosa y de Carlos Guillermo Parsons. A Bariloche llegó hacia 1900, cuando atesoraba medio siglo de vida y casi todos sus mejores proyectos cumplidos. Se había casado con Elvira Horné y al parecer fue la belleza de sus hijas Ana, Elena y Elvira la que enloqueció a los vecinos que anduvieron a los tiros. Parsons –según los expedientes sumariales- bien supo custodiar a los suyos con buena sucesión de disparos. De sus 7 hijos varones, Carlos fue guardiamarina nacional, Alberto habilitó en 1917 el primer cine mudo de Bariloche –en Mitre y Frey-, mientras que el mismo Alberto junto a otro hermano -Maceo- habilitaron la primera usina en 1902. Los otros varones fueron Ulises, Eduardo, Rómulo, Carlos, y Enrique. Semejante prole le procuró al viejo maestro 33 nietos e igual cantidad de bisnietos. La escuela la habilitó en la esquina de John O"Connor y Mitre. Para entonces su esposa Elvira usaba miriñaque, porque quien se preciara de copetuda no cejaba en su alcurnia de indumentaria (atendía, en 1908, la primera librería de la comarca).
Tabaré sostiene que más que apoderado, su abuelo fue socio de Jeff Wagner. Compartían el lote agrícola aludido, que cansados de las fechorías vecinales, lo habría vendido hacia 1913 en 300 pesos. Fue cuando se terminó la sociedad.
Tabaré sostiene que su abuelo era rosista, que intervino en la revolución del "90 en la que fue herido de un balazo, pero no se le pudo extraer el proyectil. Murió en Bariloche el 17 de mayo de 1921, "y cuando surgió el último cementerio, al trasladar a pulso el cajón para que llegara al silencioso destino, se oyó que dentro del cajón rodaba la bala que no le pudieron extraer en el alzamiento del "90", concluyó Tabaré.
Este apasionado de la historia es hijo del primogénito del maestro, Ulises, el noveno de una prole de 10, casi toda nacida en el lote agrícola 133 de Ñirihuao Arriba.

Vecinos acorralados

Cuando el incipiente pueblo de Bariloche se aprestaba a festejar el fin de año de 1909, el recién arribado inspector de policía Zenón Aguirre, tenía órdenes precisas del gobernador, para conducir el sumario. Se sentó plácidamente y comenzó el sumario con la declaración del denunciante. Sabía que de una u otra forma, debía salvar el pellejo del comisario Marty y por esa razón, después de indagar al denunciante, citaría a todas las figuras de importancia del pequeño pueblo, con la única consulta de saber la opinión que les merecía la figura del comisario.
El primer indagado, claro, debió ser la víctima de los atropellos. De manera que compareció una persona "que dijo llamarse Carlos Genaro Parsons" y era argentino naturalizado, de 60 años, casado y profesor, y denunció la cruzada disputa con los hermanos Haneck. Recién 16 días después fue indagado Herman Haneck, argentino de 31 años.
Pero pese a las precisiones vertidas, el sumario sólo creció en páginas. Respecto a la compulsa para salvaguardar la imagen del comisario, fueron citados Cornelio Haggemann; Pedro J. Crespo; C. R. Jürgens y Federico Reichel entre otros. En el caso de la opinión del último, es uno de los pocos que tras notificarse y sostener la formalidad de puntualizar el carácter profesional del imputado, puso alguna duda: "Para un particular es muy difícil juzgar a la Policía". También debió acudir Primo Capraro, quien excusó a la policía por la extensa labor que tenía en su cometido cotidiano; los hermanos Garza coincidieron en alabar al comisario y Manuel Castro, por Lahusen & Cía, se adhirió en forma plena a la opinión general.
El doctor Vereertbrüghen, sin embargo se sintió incapaz de dar una opinión competente sobre el caso y aunque nada tenía que objetar al comisario, hacía tiempo había tenido problemas de relación. El hotelero Juan Riveiro que no hizo objeciones, sería trompeado por el policía Marty, el 23 de enero de 1911.

Curiosidades

Queja neuquina. El diario Tribuna del 12 de marzo de 1903 publicó parte de una carta escrita por un antiguo poblador a su apoderado en Buenos Aires. La denuncia se anticipaba en un título que prometía aclarar cómo se vivía en ese entonces en el territorio del Neuquén y cuáles eran las quejas de los pobladores.
Despoblación. La carta del Tribuna de hace un siglo denunciaba que la despoblación del territorio neuquino "desgraciadamente se acentúa porque ha comenzado la escasez y con ella la miseria". Sostenía que las causas de semejante fatalidad eran la falta de confianza, de iniciativas y de apoyo del gobierno. También señalaba atropellos y persecuciones de la policía. Se trataba de un profundo ataque al gobernador Alsina, a quien acusaba de haber tergiversado el sentido de la frase alberdiana que en la práctica quedó reducida a "gobernar es despoblar". "
Chos Malal a kerosene. Dentro de todos los males que padeció hace un siglo la capital de Neuquén por el desgobierno que obligó a una intervención que puso en averiguación de las denuncias contra el gobernador, los habitantes de Chos Malal sintieron a mediados de mayo un gran alivio. En principio viajó el gobernador y se sospechaba que nunca volvería. A ese sosiego se agregó la inminente inauguración del alumbrado público a kerosene, ya que se instalaron cuatro faroles en una calle, aunque no se harían más preparativos para festejar el 25 de mayo. "
Fiestas mayas en inglés. Mientras ningún jolgorio se esperaba para el 25 de mayo en Chos Malal y la población se conformaba en la confiada espera de los resultados que traería el paso del comisionado nacional Gallardo –seguramente defenestraría al gobernador Alsina-, en el Choele Choel rionegrino se esperaba la llegada del gobernador Tello, que no tenía previsto hacer grandes festejos patrios. Sin embargo, la colonia galesa preparaba una gran fiesta para deslumbrar al gobernador. Por lo pronto los alumnos galeses aprendían a la perfección las estrofas del himno que pretendían cantar en castellano durante la conmemoración patria. Claro que el programa de poesía recitada, sería, inevitablemente en inglés. Se preparaban también discursos agradecidos con dos destinatarios: el gobernador y el presidente Roca..

(Continurá) fnjuarez@interlink.co

   
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