Miércoles 28 de mayo de 2003 | ||
Un cambio en el mensaje | ||
Ayer se produjo una inflexión en la política de Jorge Sobisch hacia Horacio Quiroga. Como se sabe, desde que el radical le arrebató la ciudad más preciada de la provincia, Sobisch dejó de lado las buenas migas de los últimos tres años y se largó a arrebatarle al intendente una por una sus banderas: la terminal, las tierras del Ejército, la cárcel, CALF. El mensaje fue bastante claro: "con la cohabitación salí perjudicado; eso se acabó; ahora vas a entender que el dueño de la pelota soy yo". Acaso no lo pensó, pero con su actitud Sobisch ha estado empujando a Quiroga a desafiarlo en su propio terreno. El tema no es menor, porque el radical tiene el segundo caudal de votos de la provincia. De hecho, aunque Quiroga no se cansa de repetir que no quiere la gobernación, en su entorno hay un clima de vísperas. Esto complica los planes de Sobisch, quien ya tiene un frente de tormenta interno con su ¿compañero de fórmula?, Jorge Sapag. Para colmo de males, la deserción de Menem, a quien Sobisch apoyó sin reservas, ha dejado al gobernador con un nuevo flanco débil: el gobierno nacional Así las cosas, Sobisch parece haber mudado su plan. El mensaje a Quiroga parece ser ahora: "la pelota es mía, pero podemos jugar los dos, a condición de que no te hagas el vivo". (AN) |
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