Domingo 18 de mayo de 2003

  Plan piloto para cuidar el medio ambiente
 

Se ejecutará en cinco barrios de la capital neuquina.Buscan crear un "cambio cultural" en la comunidad.

  NEUQUEN (AN).- Los más de 3.500.000 pesos que la comuna gasta al año para mantener limpios los espacios públicos caen en una bolsa sin fondo porque a la semana siguiente vuelven a estar tan sucios -o peor- que antes. La causa parece ser cultural y es la base de la orden dada por el Concejo Deliberante para que el municipio no demore más la ejecución de un plan piloto en cinco barrios neuquinos jaqueados por la suciedad.
La experiencia no pudo ser aplicada el año pasado "por falta de presupuesto", explicaron funcionarios responsables a una comisión legislativa. "Las ordenanzas están para ser cumplidas, no se discute más", fue la contestación unánime de los concejales. Razonan que la erogación en limpieza es como una bola de nieve que crece más y más y que sin embargo no se nota porque la ciudad se vuelve a ensuciar de un día para otro. Creen que la única manera de frenar la tendencia creciente es poniendo a la comunidad al frente de esta causa. ¿Cómo lograrlo?: generando cambios culturales, dicen.
Y sacaron a relucir la experiencia piloto "mi barrio limpio y verde" aprobada a finales de 2001 que promueve la ansiada transformación a mediano y largo plazo. A diferencia de las actividades sectorizadas emprendidas por el gobierno, la nueva aborda problemas relacionados con la basura y tiende a mejorar los espacios verdes y el arbolado, siempre con participación de la gente.
La clave es generar control social y la apropiación de los vecinos de "su" barrio, explica el concejal David Lugones (Frente Grande), presidente de la comisión de Servicios Públicos y autor de la iniciativa.
El trabajo comienza por definir un barrio de los sectores norte, sur, este y oeste como punta de partida de la realización de diagnósticos de la problemática. Es una metodología globalizante desde el momento en que, por ejemplo, de detectarse un basurero clandestino, el municipio -más allá de asear el lugar- puede intimar al propietario para que mantenga en condiciones higiénicas el baldío y obligarlo a cercar el predio.
Esta iniciativa se complementaría con la colocación de contenedores y con campañas educativas dirigidas a niños y jóvenes de las barriadas objeto de las experiencias. De esta actividad se desprenderían a su vez guardas ambientales voluntarios como signo incipiente y paulatino del control social y del cambio cultural pretendidos.
Otra acción simultánea prevista consiste en identificar los espacios verdes no consolidados generando sentimientos de pertenencia en la comunidad, como puede ser depositando en ella la decisión de elegir el nombre con que desde entonces y para siempre serán conocidos popularmente aquellos lugares.
La entrega habitual de árboles para la vía pública se extenderá a patios y jardines, con instrucciones de cuidado del arbolado y de racionalización en el uso del agua. Además, la posibilidad de conocer el nombre de los propietarios de los baldíos posibilitará a las autoridades exigir el plantado de especies frente a cada lote.
La experiencia piloto en los cinco barrios durará "por lo menos" un año calendario y su responsable, la subsecretaría de Gestión Ambiental, documentará periódicamente los resultados, con sus avances y retrocesos.

Se trata de frenar la "degradación"

NEUQUEN (AN).- Este plan apuesta a frenar la "degradación cultural" en la que sutilmente caen sectores de la comunidad cuando por diversas circunstancias terminan aceptando el arrojo de basura en la calle, en edificios abandonados, en baldíos, en desagües o en la barda, explica el concejal David Lugones, autor de la iniciativa.
Advierte, sin embargo, que el plan de trabajo parte de la premisa de que la comunidad quiere una ciudad limpia y con espacios verdes.
Para el edil las campañas de limpieza puntuales como las encaradas no sirven si no están acompañadas por acciones mantenidas en el tiempo y si no se apoyan en campañas educativas o de concientización del cuidado del medio ambiente.
Sabe que el municipio invierte mucho dinero en recoger la basura domiciliaria y la patógena, en barrer las calles pavimentadas y las veredas, en limpiar los espacios públicos urbanos y de la meseta. No desconoce tampoco que la comuna ha puesto en práctica experiencias para subsanar esta problemática pero opina que no fueron exitosas porque fueron encaradas en forma sectorizada y no fueron compartidas con los vecinos, quienes "deben ejercer el control social no permitiendo a otros a volver a ensuciar". Esa, afirma, es la gran diferencia entre el plan propuesto y los ya ejecutados, y "por supuesto -remarca- hay que mantener la continuidad de las acciones para crear y cimentar en la población la necesidad de mejorar su calidad de vida", lo cual incluye la apropiación de los espacios con destino a plazas y lugares de recreación.
Desde el momento en que la municipalidad destina una partida presupuestaria generosa a la limpieza urbana "no es un problema de inversión de recursos sino un problema cultural" que puede ser modificada si hay intención política, agrega Lugones. No se le escapa al edil que Cliba, la concesionaria de la limpieza de la ciudad, está obligada contractualmente a encarar campañas educativas en la población "y no lo hace...". Está persuadido de que esta planificación contribuye a eficientizar los recursos de la municipalidad, gastando menos o igual monto pero mejor distribuido en la ciudad.

   
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