El proyecto, resistido por empresarios que creen que aumentará la carga impositiva, fue aprobado por la Comisión de Constitución y Justicia (CCJ) de la Cámara de Diputados, que se pronunció sobre su constitucionalidad, con sólo dos votos en contra. La comisión tiene 57 miembros. La CCJ evaluará ahora propuestas de alteraciones al proyecto, que busca modernizar el complicado sistema tributario del país, unificando, entre otros puntos, el llamado ICMS, un impuesto al valor agregado sobre productos y servicios, con cinco tasas diferentes.
Actualmente hay 44 tasas diferentes en las 27 unidades federativas brasileñas, que a su vez tienen sus propios códigos de impuestos. El proyecto, tras la revisión de la CCJ será analizado por una comisión.
El proyecto de reforma tributaria fue criticado recientemente por la poderosa Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo (FIESP), que dijo que la propuesta resta incentivos a la economía y permite el aumento de la ya pesada carga tributaria en el país. El titular de la Fiesp, Horacio Lafer Piva, dijo que la entidad buscará que el Congreso altere el proyecto.
El ministro de Hacienda, Antonio Palocci, rebatió la crítica de la Fiesp asegurando que la reforma no busca aumentar la carga tributaria. "La reforma debe mejorar la calidad de los tributos sin crear una carga mayor", dijo Palocci a periodistas.
Por su parte, el presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Joao Paulo Cunha, dijo que la tramitación de las reformas en el Congreso -entre ellas la considerada clave reforma del deficitario sistema de previsión social- está dentro del calendario esperado por el gobierno. Cunha dijo que el Congreso podría aprobar las reformas en agosto.
Los mercados financieros de Brasil cerraron en alza por tercer día seguido el jueves, impulsados por las noticias de que los planes de reformas del gobierno ganaron respaldo político, y que las compañías locales siguen consiguiendo fondos en el exterior.
En tanto, la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) criticó ayer a la reforma al sistema de pensiones y lamentó que el gobierno esté más preocupado por los indicadores económicos que por los sociales. Los obispos, advirtieron que la esperanza de los brasileños en el gobierno de Lula está "perdiendo fuerza". "Sería (demasiado) decir que hay desilusión con el nuevo gobierno, pero es cierto que cambió el clima político. La esperanza que venció el miedo (en alusión a una frase que Lula pronunció al ganar la elección presidencial) está perdiendo fuerza ante el pragmatismo político", dijo la CNBB.
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