Jueves 22 de mayo de 2003

 

  Una "señora bien"
  En la cocina
  Salí del diario pensando en lo duro que es ser hincha del "Pincha", cuando de golpe sentí que me llamaban...
-¡Gilimón, Gilimón... espere, espere!- decía una encantadora señora conspicua militante de lo que generalmente se denomina "gente bien".
-¡Eduardito, qué suerte que lo encuentro! Ustedes que en el diario las saben todas: ¿cuánto dura Kirchner? -me preguntó de golpe la señora.
-¡No, no señora... usted es una mujer delicada... tenga la delicadeza de no meterme en el túnel de la irracionalidad! -le respondí con fingida amabilidad.
-No le entiendo, Eduardo -me dijo y redoblé mi esfuerzo para no deslizarme.
-Mire... sucede que desde que andaba en pañales soy ajeno al horóscopo, la magia, la quiromancia... el curanderismo, teorías varias sobre el empacho y etc., etc... a lo que se suma que luego de mi fiero vuelco con monopatín, a los tres años -experiencia que caló hondo en mi formación intelectual-, me desentendí del estudio sobre las vicisitudes sexuales de Escipión "el Africano", me alejé a paso prusiano de la futurología y enterré mis investigaciones sobre la nula incidencia de Gianni Versace en el diseño del uniforme de las monjas de clausura. Conclusión: trato de tener los pies en la tierra.
-¡Ahora sí que lo entiendo, Eduardo! ¿Pero es comunista Kirchner? Porque Mirtha Legrand dijo que...
-¡Señora, señora! ¿Cuántos nietos tiene usted? -le pregunté interrumpiéndola y a ella se le iluminaron lo mejor que tiene como ser humano: sus veteranos ojos violetas.
-¡Ocho, Eduardito, ocho! A los que están en Roca siempre les preparo escones con pasas de uva, y a los que están estudiando en La Plata, todos los inviernos les mando dulce de membrillo... ¿qué me cuenta, Eduardito?
-¡Nada! -respondí intentando copiar sin éxito ese estilo que tanto admiro en Winston Churchill cuando sentía desprecio...
-¿Pero por qué me pregunta por mis nietos? ¿Quiere conocerlos? ¡Venga el domingo a casa... a tomar el té con escones... ellos siempre están!
-¡NONONONONO! -respondí desesperado y acoté:
-le pregunto por sus nietos porque si Kirchner fracasa y seguimos sumando fracasos... allá lejos pero muy cerca, un día cualquiera rumbo a cualquier parte... usted se queda sin nietos, otros se quedan sin hijos... y usted no les cocina más escones... ¡ya sabemos cómo comienzan ciertas cosas! ¡Y también cómo terminan!
-¡Ay, Eduardito! ¡Me deja muy preocupada! ¿A usted le gusta Kirchner?
-Muy nacionalista para mi gusto... pero no me muevo con prejuicios -respondí.
-¡Ay, yo tiemblo, Eduardito! ¿Usted sabe lo desalmado que era Perón?
-Bueno... como no creo en el alma...
-¡Tan desalmado que no fue al entierro de de su mamá! ¡Ella era una descendiente de indios! ¿Lo sabía? ¡Ay, Eduardito Gilimón... siempre leo su columna! A veces no lo entiendo, pero Gilimón y "Para Ti"... claro, entiendo más la "Para Ti"... no sé...
-¡Ahora entiendo! -dije.
-¿Entiende qué? -me preguntó la señora y yo le estampé un beso y partí recordando aquel invierno en el que en su cálida casa de Punta del Este, Jacobo Timerman me mostró un artículo de "Para Ti"... creo que de abril del "77... aconsejaba a los padres sobre cómo detectar la infiltración marxista en sus hijos. Señalaba -por caso- que si en las conversaciones los pibes apelaban a los vocablos diálogo, burguesía, proletariado... cambio de estructuras, compromiso... ¡zas, el pibe era marxista! Y recordé también a aquel general que en Córdoba prohibió la palabra "vector" por ser potencialmente bolche... ¡país de mierda! -dije y enfilé para el quincho...


Eduardo Gilimón
   
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