De la conjunción y batido de estos tres elementos, Néstor Kirchner armó el gabinete con el que pondrá el domingo en marcha su gobierno.
La integración del gabinete promueve una primera lectura sobre su naturaleza. Veamos.
- Tiene mayoría peronista: Sin embargo esa gravitación no implica que los flamantes ministros tengan una inserción y peso de singular significación en la estructura de poder del PJ. Desde esa perspectiva siempre fungieron como piezas sueltas que se proyectaron luego al amparo de algún liderazgo. Y comparten una historia en común: el grueso de ellos llegó al poder y trascendió en él ya muy avanzada la transición. Todas estas características los ponen en pie de igualdad. En principio no parece haber entre ellos personalidades proclives a hegemonizar poder. No hay liderazgos excluyentes. Es más, los cuatro hombres que deja Eduardo Duhalde en el gabinete -Roberto Lavagna, Ginés García, José Pampuro y Aníbal Fernández- no parecen destinados a buscar más espacio que el logrado. Quedan por experiencia, logros y la ductilidad demostrada en el marco de la crisis que vive el país.
- Kirchner dijo que liderará con actos cristalinos: Si cumplirá o no, es una tema a futuro. Pero quizá en consonancia con aquel compromiso es que eligió un gabinete integrado por hombres con probada conducta en materia de hacer de los actos de gobierno, una exigencia ética. Cabe recordar -por caso- el paso de Gustavo Beliz por Interior y las razones por las cuales renunció, o la tarea legislativa de Sergio Acevedo, para avalar lo dicho. Así, no parece aventurado afirmar que este gabinete se pone en marcha con las manos limpias.
- El gabinete tiene sólida impronta intelectual: Mire por donde se lo mire, está conformado por políticos con dosis firmes de pensamiento propio sobre los temas nacionales. Cada uno con sus particularidades. Aníbal Fernández -por caso-, dotado de un mecanicismo para el análisis excesivamente terminante. Pero Rafael Bielsa (quizá con mucha tendencia al protagonismo), Daniel Filmus, Ginés García, Beliz - por tomar sólo algunos- tienen dilatada y conocida trayectoria en forjar sus posturas manejando ideas antitéticas. Gustan del debate franco y abierto de posiciones. Están probados en ser ajenos a todo dogmatismo u ortodoxia de puntos de vista.
El neuquino y flamante secretario general de la Presidencia Oscar Parrilli es un ejemplo de este alejamiento. Cuando tomó distancia crítica de la administración Menem, comentó a este diario: "Estamos en manos de un gobierno de "clima cerrado"... Mandan Menem y Cavallo. Lo que ellos deciden no es pasible de opinión. Hay una peligrosa fe religiosa manejando el destino del país. Yo no la comparto. Yo me aparto... Demasiada bajada de línea ha vivido ya el peronismo como para seguir verticalizándome".
Así, desde su condición intelectual, no del contenido de la misma, este gabinete tiene algo de parecido al que acompañó a Fernando de la Rúa en su primer año de gestión. Cualquier otra comparación es ajena a estas líneas.
Como es ajeno decir que del domingo próximo a la gloria, media un simple paso.
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