Miércoles 7 de mayo de 2003

 

Colombia: Uribe ratifica "mano dura" a guerrilleros

 

El asesinato de 10 rehenes por las FARC indignó al país.

  Bogotá (AFP/ Télam-SNI).- El presidente colombiano, Alvaro Uribe, advirtió ayer que su gobierno "se está preparando para ir detrás" de los jefes de las FARC, mientras cientos de efectivos del Ejército perseguían a los guerrilleros que ejecutaron a 10 rehenes, tras un intento de rescate.
"Nos estamos preparando para ir detrás del señor (Manuel) Marulanda y del señor (Jorge) Briceño -líderes de las FARC- para que este país, paso a paso, derrote a estos matones profesionales, quienes han posado tantas veces de señorones con discursos engañando a la dirigencia política del país e internacional", declaró Uribe a la televisión.
La afirmación del presidente parecen ser una respuesta a las crecientes presiones que enfrenta el gobierno de importantes sectores de la sociedad que exigen se privilegie un acuerdo humanitario sobre las operaciones militares, para liberar a los cientos de secuestrados en poder de los rebeldes.
El gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria; el ex ministro de Defensa, Gilberto Echeverri y ocho militares fueron asesinados por las FARC el lunes cuando un comando de 75 miembros de las fuerzas especiales del Ejército intentaban rescatarlo, según el testimonio de un uniformado que sobrevivió a la matanza. Al reiterar su dolor y repudio por el asesinato en cautiverio de 10 rehenes, el mandatario renovó su compromiso en la lucha contra el terrorismo, pese al fuerte debate generado en Colombia sobre la política a seguir respecto de los secuestros.
El jefe de Estado confió en que, pese al dolor, los colombianos no desfallecerán en su intento por derrotar el terrorismo, al tiempo que subrayó que en lo que respecta al gobierno, continuará afrontando con firmeza ese reto.
Mientras tanto, cientos de militares perseguían a los guerrilleros de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), acusados por el gobierno de matar a los rehenes, dijo el general Carlos Opina. "Mantenemos una operación en el departamento de Antioquia (noroeste) destinada a contactar a los bandidos, aunque el mal tiempo imperante en la región dificulta la acción de las tropas", dijo.
Según el gobierno, los rehenes fueron asesinados a sangre fría por el grupo rebelde en momentos en que el Ejército intentaba su rescate, aunque esa versión fue rechazada por los rebeldes, que dijeron que la matanza se produjo en medio de un operativo de rescate ordenado por Uribe. El presidente dijo que en este caso "respetará la crítica y los reclamos", pero sin dejar de persistir en la lucha "que nos conduzca a derrotar el terrorismo".
La muerte de los dos funcionarios y ocho militares se produjo en momentos en que el gobierno venía manteniendo contacto escrito con las FARC con miras a un acuerdo "humanitario" para liberar rehenes y guerrilleros presos. El mandatario había avalado ese eventual intercambio humanitario, aunque con la condición de que las FARC aceptaran la intervención de las Naciones Unidas, que no existiera zona desmilitarizada y garantizara que los insurgentes salidos de prisión viajarían a otro país para no reincorporarse a la lucha.

Los desacuerdos que traban el diálogo

La guerrilla de las FARC y el gobierno mantienen grandes diferencias sobre un acuerdo humanitario. Estos son:
* Participación de la ONU. El presidente Uribe señala que cualquier negociación debe hacerse a través de Naciones Unidas por considerar que las FARC han engañado a anteriores gobiernos. Los rebeldes quieren un diálogo directo, sin intermediarios
* Desmilitarización. Las FARC exigen desmilitarizar una zona para negociar y entregar allí a los liberados de cada bando, pero Uribe rechaza enfáticamente esa posibilidad.
* Quiénes serán liberados. El gobierno señala que un eventual acuerdo debería liberar a todos los civiles y uniformados en poder de las FARC (unos 800), mientras que la guerrilla sólo menciona a unos 50 militares y a una veintena de políticos Los insurgentes reclaman la liberación de todos sus militantes presos (unos 600 a 1.000 ), mientras que el Estado señala que sólo saldrían quienes no hayan cometido delitos de lesa humanidad.
* Destino de los liberados. El gobierno plantea que los rebeldes que salgan de prisión deben irse a otro país y dejar las armas, lo cual es rechazado por las FARC, que desean que éstos sean liberados en el sitio de intercambio.

Análisis: Una sociedad dividida por el dolor

El asesinato en cautiverio de diez rehenes, incluidos un gobernador y un ex ministro, dio paso en Colombia a una de las discusiones que más heridas abiertas ha dejado: la conveniencia del uso de la fuerza para el rescate de las personas en poder de la guerrilla.
El espinoso tema salió de nuevo a la luz pública después de que el presidente Alvaro Uribe confirmó que el gobernador de Antioquia Guillermo Gaviria, al ex ministro y asesor de paz Gilberto Echeverry y ocho uniformados -todos en poder por las FARC- fueron asesinados a sangre fría por los rebeldes, en momentos en que las tropas intentaban su liberación.
Mientras el mandatario habló de una matanza, las FARC dijeron que se había tratado del desenlace de un operativo militar ordenado por el "gobierno fascista de Uribe", a quien responsabilizaron del hecho. Sin embargo, el jefe de Estado descalificó como "absolutamente falsas" esas declaraciones, al tiempo que arremetió contra los líderes insurgentes, a quienes tildó de "terroristas y matones profesionales".
De la guerra de improperios en la que desde hace tiempo cayeron las FARC y el jefe de Estado sólo queda en claro una cosa: la posibilidad de un canje de secuestrados por rebeldes presos está en punto muerto.
Uribe recalcó que bajo su gobierno no habrá un intercambio humanitario que ponga en riesgo la viabilidad de su política de seguridad, lo que en la práctica supone decir que el Ejecutivo no cederá a las exigencias de los insurgentes. El distanciamiento entre las partes hace creer a muchos que la discusión sobre un intercambio humanitario transcurrirá a partir de ahora paralela al debate acerca del uso de la fuerza como alternativa para resolver al drama de los secuestrados.
En este último aspecto, los colombianos dividen opiniones. Mientras que los familiares de los rehenes y otros sectores rechazan tajantemente la opción de un rescate militar por poner en riesgo a su seres queridos, el Ejército y grupos afines al gobierno no la descartan.
Y a pesar de que en esta oportunidad, las Fuerzas Militares pudieron incurrir en una acción imprudente, lo cierto es que las autoridades también tienen logros que mostrar en la lucha contra el secuestro. El más reciente fue la liberación en noviembre sanos y salvos del presidente de la Consejo Episcopal Latinoamericano, monseñor Jorge Enrique Jiménez, y un sacerdote secuestrados por las FARC.
Aunque la discusión recién comienza, todos coinciden en que el tema de los rehenes profundizará la polarización entre aquellos que defienden el uso legítimo de la fuerza y los que optan por una solución negociada.

   
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