Sábado 31 de mayo de 2003
  La reconciliación de la política con el país
 

Por Rodolfo Héctor Quezada (*)

  Un nuevo hito en la vida democrática de la Nación hemos construido con la asunción del nuevo gobierno.
Atrás han quedado agoreros vaticinios y conductas que conscientes aunque vanamente intentaron condicionar y aun dañar el proceso institucional.
La democracia argentina -a la cual le pesan muchísimas asignaturas pendientes- ha dado una muestra más de su vigor y entereza.
Ahora bien, la consolidación institucional para nada debe llevarnos a desconocer o negar la gravedad política, económica, social y moral que hoy sufre el país.
Para fortuna argentina -y que se expresa en la inmensa mayoría de compatriotas recreando una de las tres virtudes teologales como es la esperanza- el mensaje presidencial ante la Asamblea Legislativa ha expresado cómo se abordarán las soluciones a los problemas que hoy nos agobian.
Luego, con el sereno optimismo que genera el nuevo gobierno y que nos lleva a expresar nuestro apoyo y colaboración, desde nuestra legitimidad ciudadana sostenemos que la base de los problemas que nos aquejan es esencialmente política.
Si es así entonces, quienes hoy gobiernan el país tienen la magnífica -quizás irrepetible- oportunidad de reconciliar a la política y a quienes la practican con la gente.
Dicha reconciliación no implica, entre otras cuestiones, uniformidad ideológica o de pensamiento apelando a los que aviesamente afirman el fin de las ideologías y por ende todo es pragmatismo, ya que como bien dice el italiano Norberto Bobbio, el árbol de las ideologías está siempre reverdeciendo.
De lo que se trata es que quienes detentan y ejercen el poder político lo deben hacer en función de servir al bien común; que el ejercicio de la política es una vocación de servicio -tan vapuleada y vaciada hasta el hartazgo particularmente por el menemismo que llevara a sostener "que se vayan todos"-.
De lo que se trata es dejar de ser los Diógenes o cínicos de la política argentina y ser coherentes entre lo que se dice durante las campañas electorales con lo que luego se hace llegado al gobierno.
De lo que se trata es practicar más que sostener, que la igualdad ante la ley y la justicia reviste carácter de ejemplaridad por parte de quienes detentan el poder.
De lo que se trata es que decidida y firmemente se impulse una reforma política que termine con las aberraciones que hoy se dan en los partidos políticos como las afiliaciones falsas, las listas sábana de candidatos, las ausencias o escasos controles administrativos y judiciales de los orígenes y manejos de fondos para la actividad política, la incorporación de nuevas técnicas para sufragar como el voto electrónico, etc.
De lo que se trata en definitiva -y allí comienza la reconciliación de la política y los políticos con la gente- es que aquellos que se dedican a la noble tarea de la política sean percibidos por todos como los compatriotas que luchan por sus ideales y que la toma del poder es para servir a los demás y no para servirse de dicho poder.
Hoy los argentinos nos damos y damos una nueva oportunidad política para vivir en un país distinto del que nos dejara el menemismo y quienes lo siguieron.
En ese país distinto será moneda corriente la igualdad, la equidad, la oportunidad para todos de la superación intelectual y material, la inclusión y movilidad social, la reconstitución del Estado, la recuperación y presencia del orgullo y la dignidad nacional.
La ilusión y la esperanza nos mueven a expresar estos conceptos.

(*) Ex diputado nacional
     
     
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