Jueves 29 de mayo de 2003
  El turismo necesita de una red de agencias,
 

Por Antonio Torrejón

  Hoy es algo conocido que la actividad multisectorial del turismo vive, como pocas, un cambio constante. Esto  se refleja en el amplio espectro de renovación que la acompaña. "Por ejemplo, la velocidad con la que se puede viajar ha aumentado más durante las últimas décadas del siglo XX,  que en los anteriores. Lo mismo puede decirse de la velocidad con que es posible calcular, comunicarse, producir y consumir. De un turismo tradicional, estático, de poco movimiento o participación personal, pasamos en pocos lustros al turismo activo, de gente que en la búsqueda de vivir acciones satisfactorias para su tiempo libre (recreativo o turístico) ha llegado al consumo que Michael J. Wolf lo identifica como "el moderno factor "E", (en su libro "intertainment economy" ) que predomina desde la demanda de hoy. El cambio se aceleró particularmente en esta actividad de servicio.
Como sostiene Russell L. Ackoff, se observan en los cambios que se están experimentando ciertos rasgos que sí son únicos, y son ellos los responsables de gran parte de nuestra preocupación o imposibilidad para adaptarnos.
La Argentina tiene no menos de (10) diez comarcas o corredores, homogéneos, que constituyen productos de exportación, competitivos para el mundo sectorial. En ellos, el país para poder seguir esta evolución de cambios debe instalar, al estilo de lo que se desencadenó en los tiempos del presidente Frondizi, con los INTA, para el "cambio rural", agencias que con igual criterio, objetivos, estrategias y tácticas acompañe en las previsiones y orientaciones en una actividad, mayormente pyme, que más que créditos requiere datos que hagan previsibles las decisiones a partir de conocer anticipadamente las tendencias de los mercados.
Primero, aunque los cambios tecnológicos y sociales se aceleran continuamente, hasta hace poco tiempo fueron lo bastante lentos como para permitirle a la gente adaptarse. Los jóvenes siempre encontraron un modo más fácil que los viejos para realizar los ajustes necesarios para adaptarse a nuevas realidades. Las personas que llegan  al poder político (particularmente en los países subdesarrollados) por lo general desean hacer cambios que los diferencien de sus predecesores.
En el pasado, debido a que los cambios no presionaban tanto a la gente, éstos no recibían mucha atención. Actualmente el cambio para competir ejerce tal presión que se le tiene que prestar una actualizada lectura informativa y orientadora en tiempo y forma. La adaptación a los rápidos cambios actuales exige frecuentes y grandes ajustes. Así lo hizo notar el eminente futurólogo Peter Drucker, recordando que ahora los administradores deben manejar discontinuidades. Los ajustes requeridos en la administración para manejar los cambios se han convertido en lo más importante para todas las personas relacionadas con ellos.
Los seres humanos buscan la estabilidad y son miembros de grupos, organizaciones, instituciones y sociedades que también buscan la estabilidad. A esto se le puede llamar la búsqueda de la "homeos-tasis", pero este objetivo debe buscarse en un mundo cada vez más dinámico e inestable.
A causa del incremento de las relaciones e interdependencia de los individuos, grupos, organizaciones, instituciones y sociedades, producido por los cambios en las comunicaciones y el transporte, nuestro medio ambiente se ha vuelto más amplio, más complejo y menos previsible, en síntesis, más turbulento. Como señaló Alvin Toffler, puede ocurrir que una persona no responda en absoluto al cambio a su alrededor, o que no lo haga con suficiente celeridad. Este autor denomina a esta incapacidad para responder: "El shock del futuro". Uno de los objetivos del libro de Toffler es enseñar a comprender esta posibilidad.
La segunda característica de los cambios que actualmente se enfrentan es más sutil que la primera y, probablemente, más amenazadora. Así, cuando se hallan soluciones para los problemas existentes o por lo menos para los más importantes, éstos han cambiado tanto que las soluciones que se aplican ya no resultan efectivas: nacen muertas. En otras palabras, muchas de nuestras soluciones son para problemas que ya no existen, o por lo menos ya no presentan en la forma en que fueron planteados. Así pues, no hay que sorprenderse de que para muchos expertos del cambio, llegan a predecirlo en la forma más precisa y temprana posible, a fin de prepararse para él más eficientemente o poder responder más rápidamente a este cambio cuando no haya sido posible anticiparlo. Estos expertos piensan que la solución para los problemas creados por la aceleración del cambio consiste en mejorar el pronóstico, el aprendizaje y la adaptación.
No hay duda de que tales mejorías reducirían algunas de las presiones sociales originadas por el cambio acelerado, pero no constituyen el único camino que se puede seguir, ni el mejor. Es preferible desarrollar una mayor inmunidad a los cambios que no es posible controlar, y mejor control sobre los otros. Muchos de los cambios que ocurren no necesariamente tienen que suceder, y muchos de los que no ocurren, podrían surgir. La mayoría de los que preocupan a la gente son consecuencia de lo que hicieron o de lo que no han podido hacer, aunque no fuera intencionalmente.
La aceleración del cambio tiene lugar tanto en las mentes como en el ambiente que nos rodea. No hay duda de que cada vez uno se vuelve más consciente de los cambios que ocurren a su alrededor y que ahora se perciben algunos que antes se hubieran desconocido. Esta generación está, probablemente, más finamente sintonizada para captar los cambios que las generaciones previas.
Se presume que la mayoría de los problemas administrativos creados por el cambio deriva de su ritmo. Esto puede ser cierto, pero es evidente que no se podrá enfrentar el cambio conscientemente, a menos que se comprenda su naturaleza y cómo evolucionarán los seres humanos ante las nuevas realidades.
     
     
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