Lunes 19 de mayo de 2003
  La Carta Orgánica de Neuquén
 

Por Esteban Picasso

  Escasa repercusión tuvo la aprobación por el Concejo Deliberante de la ciudad de Neuquén de una iniciativa tendiente a modificar la Carta Orgánica, eliminando la renovación parcial de los concejales, los cuales actualmente se reemplazan por mitades cada dos años y que de prosperar el proyecto se elegirían cada cuatro, junto con el intendente. El silencio no es casual, pues la norma se aprobó con el apoyo casi unánime de todos los ediles (una sola abstención) que representan a los partidos mayoritarios.
Pero quiero rescatar la noticia del olvido porque la considero reveladora de la contradicción de una clase política que no vacila en salir a la calle gritando "Que se vayan todos", pero al momento de legislar busca crear sistemas impermeables a los cambios, lo más alejado de la voluntad popular que les sea posible y que de paso permita atornillarlos a la silla que la ciudadanía les concedió sólo por un tiempo.
Existen innumerables sistemas para elección de autoridades, todos tienen algunas virtudes y marcados defectos, pero sin lugar a dudas el actual es muy superior a la reforma proyectada.
En "Río Negro" del 2/5/03 podemos hallar las ventajas que los ediles le encuentran a la modificación. Una de ellas es "el ahorro de los fondos que se destinan en continuos procesos eleccionarios". Más allá del matiz a proclama totalitaria, el razonamiento es decididamente injustificado: basta con hacer coincidir las elecciones municipales con las nacionales que se realizan cada dos años para que el costo del proceso sea soportado por la Nación.
El otro argumento se encuentra en señalar que el sistema imperante "atenta contra la representación de las minorías". Es verdad que elegir 17 concejales aumenta la posibilidad de los partidos con menos votantes. Pero también que en las últimas elecciones el Partido Justicialista obtuvo un lugar en el Deliberante con sólo el 8% de los votos. Que otras agrupaciones no hayan alcanzado ni siquiera ese modestísimo piso, no puede achacarse a restricciones de la Carta Orgánica sino a la escasa repercusión de sus propuestas.
Pero veamos las desventajas:
- Excesiva dispersión del arco político: La estructura actual permite, en teoría, que en cada comicio ocho partidos distintos alcancen una concejalía. Ante este aliciente se presentaron al último acto eleccionario once agrupaciones, de las cuales sólo tres lograron imponer un concejal, el resto pese a recoger el 22% de los votos quedó sin representantes. Esta situación, funcional a los intereses de los partidos mayoritarios, se verá agravada con la reforma en cuanto alentará la creación de nuevos partidos políticos que obtendrán, cada uno, una magra cosecha pero que sumados representarán un caudal importante de votantes que quedará sin voz. La realidad política nos demuestra que alentando desmedidamente el ingreso de minorías se logra el efecto opuesto: disolver la oposición en grupitos intrascendentes.
- Parálisis de la vida política: el sistema acordado producirá el mismo efecto que la Constitución provincial (la renovación de diputados también es cada cuatro años), demorar e impedir los cambios en las estructuras partidarias. Producida una elección, la representación dentro del cuerpo colegiado permanece inalterable sin que la ciudadanía pueda "opinar" con su voto a efectos de brindarle o retacearle su apoyo para el siguiente bienio. Durante cuatro años la vida partidaria se reduce a un internismo estéril, que cansa y agota a quienes se acercan a la actividad política, impidiendo el surgimiento de nuevas figuras, que al cabo del cuadrienio deberán luchar con la casi segura pretensión de los representantes electos en el anterior comicio de renovar su banca.
Si la reforma es mala de por sí, más lo es si pensamos que fue aprobada con los votos de los representantes de un partido secular que ha declinado en forma estrepitosa y vergonzante al nivel nacional, de otro partido nacional que se desguaza rápidamente y un partido provincial que en medio de rencillas personalistas comenzó a declinar. Mientras la ciudadanía de todas las formas posibles pide una renovación de los dirigentes políticos y surgen nuevas agrupaciones que reclaman su propio espacio político, el Concejo Deliberante pugna por ponerles un tapón a los cambios.
Esperamos que el rechazo de la iniciativa por parte de la ciudadanía demuestre una vez que estos políticos de miras estrechas decididamente no la representan.
     
     
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