Domingo 18 de mayo de 2003
  Mucho "Patoruzú"
 

Por Carlos Torrengo

  Lo más rescatable de la historieta "Patoruzú" es el vago de Isidoro. Tiene la frescura de lo espontáneo.
Por lo demás, la tira cuando no es una expresión de insostenible imbecilidad de formas y reflexiones, adhiere a una concepción de orden social autoritario y elitista. Basta analizar la familia de "Patoruzú" y el mundo que lo succionó a él, para percibir estos perfiles.
"Patoruzú" divide la existencia en "buenos" y "malos". Se es "sotreta" "ju"e hiena", "maula", o se es excelente. Y lo excelente, siempre es cristiano. No tiene matices. Encasilla a la sociedad sin generarse interrogantes.
Es un bruto, claro. Incapaz de escapar a ese dictado, tiene un sentido policíaco de la aplicación de la justicia y mantenimiento del orden. Propio de los tiempos en que nació, la Década Infame.
Rebencazo. Grito fuerte. Demagogia disfrazada de solidaridad. Prejuicio. Así gravita este indio al cual los patagónicos deberían declarar persona no grata.
Pero "Patoruzú" no inventó nada. La tira expresa la irracionalidad que impregna en mucho la vida de este país. Ese mundo fragmentado y acosado por miedos y prejuicios que suelen disparar a los argentinos a cualquier parte.
Esta semana la política argentina estuvo dominada por "Patoruzús".
El ex presidente Carlos Menem comenzó a irse por la canaleta de la historia intentando meter miedo a la sociedad. Y lo hizo procurando alentar el prejuicio. "Montoneros" gritó a Néstor Kirchner y su esteriotipada tropa. Le faltó decirle "sotreta".
Y entonces, Menem fue pequeño en la derrota, muy pequeño.
Y Kirchner también tuvo un comportamiento primitivo. En su primer discurso como presidente electo demostró que tiene facilidad para no estar a la altura de lo que amerita su flamante responsabilidad.
Fue derecho a la riña con Menem. Lo descalificó con rebencazos verbales alentados por el rencor. Poco le faltó para que, apelando a "Patoruzú", le gritara "maula".
Y así, el flamante presidente dejó pasar la oportunidad de hacer de su discurso una reflexión superior.
Entonces, fue pequeño en el triunfo, muy pequeño.
En Río Negro, el gobierno y su viga, el radicalismo, siguen empecinados en su fidelidad al estilo arbitrario de "Patoruzú".
Es evidente que entre la lógica de acumular poder, o cambiar estilos de hacer política que impliquen un aporte para mejorar el funcionamiento del sistema, gobierno y radicales optan por lo primero.
Política de hechos. Cualquiera sea.
Como "Patoruzú": arbitrariedad, gritos, prejuicios y lonjazos. Nunca la meditación y decisión generosa y amplia para los intereses del conjunto.
Porque conducta de "Patoruzú" tiene, por caso, el diputado Esquivel. Radical veranista de un perfil legislativo tan bajo que se ignora si tiene periscopio, es presidente de la comisión que investiga la liquidación de regalías hidrocarburíferas. Un tema que compromete a la provincia en más de 100 millones de pesos.
Pero desde diciembre no convoca a comisión. Y esto a pesar de los insistentes reclamos de legisladores del ARI.
O sea, política de poder. Lonjazo.
Esquivel fue director de Hidrocarburos de la provincia durante varios años. Lapso en el que comprende también el período de mala liquidación de las regalías por parte de Nación.
Teniendo en cuenta ese rol, cuesta no abonar interrogantes sobre las razones que tiene Esquivel para evitar la convocatoria de la comisión investigadora. Porque al no convocarla, tampoco avanza la investigación. ¿Apunta ese desvanecimiento a diluir responsabilidades del poder provincial sobre el caso en cuestión?
Y sobre el fin de semana el gobierno puso fin a una de sus conductas más "Patoruzús" de su gestión más inmediata: dio a conocer la fecha de elecciones generales.
Durante meses la manejó con repugnante arbitrariedad. Un estilo fundado en una fuerte convicción de propiedad sobre el destino institucional de los rionegrinos.
Pero cerrado el acuerdo entre veranistas y la cooperativa de trabajo que lidera el vice Bautista Mendioroz, surgió la fecha.
Y sorprendió a la oposición, convencida de que se votaría en octubre. "El radicalismo está perdiendo, su fórmula no está instalada. Necesitan tiempo", se decía en esas tiendas.
Conclusión, el oficialismo necesita tiempo: se vota en octubre.
Pero no fue así. Sobre aquel convencimiento el radicalismo contraatacó con el 31 de agosto. Casi como diciendo "nos sentimos fuertes", vengan.
Pero para ir a buscar a los radicales, hay que ir organizados.
El peronismo no se conmovió. Sólo le resta elegir algo menos de docena de candidatos a intendentes. Lo hará a dedo. Rompe así una regla de oro instaurada en el partido desde hace 9 años: elegir mediante abiertas. Pero el tiempo apremia, no hay otra.
En materia del resto de los partidos, la situación es distinta. Especialmente en aquellos otros dos invitados con posibilidades de tallar fuerte en la final: el Frente Grande y el MARA.
El mapa político provincial es para ellos un desafío. No están instalados en todo su conjunto como expresión vigorosa de poder.
Todo sería más fácil si el Frente y MARA convergieran en una misma línea de combate en las urnas. Se sabe que hay conversaciones de baja intensidad entre dirigentes de ambas fuerzas. En la semana se renovaron los contactos. No más.
Cuando los radicales piensan en esa coalición, desfallecen. Se reponen y viajan a Aguada Guzmán. Y ahí, imploran a "El Maruchito" que los vientos de unidad no junten a Julio Arriaga y Eduardo Rosso.
- ¿Quién hizo esto?- le preguntó un diplomático alemán a Pablo Picasso cuando en la exposición del "37 en París se paró ante "Guernica".
- Ustedes - respondió el célebre catalán.
Si gana el radicalismo, ¿quién será "ustedes"?

Carlos Torrengo
ctorrengo@rionegro.com.ar

     
     
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