Martes 13 de mayo de 2003
  Cuando la neumonía es una cuestión política
 

Por Eduardo Basz

  Una epidemia puede suceder en cualquier parte. Pero cuando eso ocurre en una potencia que además es la cárcel más poblada del planeta, estamos ante un problema serio. Es lo que sucedió con el reciente brote del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS). La magnitud que adquirió esta peste en tan poco tiempo obedece a varias razones. Primero: Pekín ocultó a su propio pueblo y al mundo la existencia de la enfermedad hasta alcanzar una magnitud en que la realidad hacía imposible el ocultamiento. Segundo: en la República Popular los hospitales están arancelados y quienes no pueden pagar no reciben asistencia. Tercero: durante los últimos seis años China continental se opuso al ingreso de Taiwán a la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el argumento que la "madre patria" se encargará de cuidar a su pequeña provincia rebelde. En realidad, cada vez que la isla tuvo grandes emergencias de salud (sea el brote de enterovirus del "98 o el terremoto de setiembre del "99) tuvo que arreglárselas por su cuenta.
Taiwán detectó el primer caso de SARS el 13 de marzo del 2003. Pidió la ayuda de la OMS, pero no obtuvo respuesta. Entonces, recibió la cooperación de Washington para controlar la epidemia, lo que se hizo rápidamente. Pero la OMS sigue equiparando la situación del pequeño dragón a la de Hong Kong bajo jurisdicción de Pekín. Esta ficción política no sólo es injusta sino inviable. Es decir: la exclusión de Taiwán de las Naciones Unidas era inevitable que estallara, lo que nadie sabía era por dónde iba a suceder: fue por el lado de una peste.
Es obvio que en una civilización globalizada la información (en este caso, un virus) puede transmitirse de una forma mucho más acelerada. (Los escritores de ciencia-ficción podrían decir: ya lo habíamos advertido). Además, Shanghai, Hong Kong, Singapur y Taiwán están entre las zonas más cosmopolitas del mun-do. El Ministerio de Salud Pública de Taiwán explicó que "La infección que se ha propagado ampliamente en China y Hong Kong se convirtió incluso en una transmisión comunitaria que resultó en muchas muertes. Por su parte, Taiwán se ha mantenido como un terreno limpio con cero muertes y ningún caso endémico":
Posiblemente, después de esta catástrofe sanitaria vuelva a plantearse el ingreso de Taiwán a la Organización Mundial de la Salud, no sólo como un derecho de un país sino como una necesidad del mundo global.
     
     
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