Domingo 11 de mayo de 2003
  Arrinconado
  Por Alicia Miller
  El tiempo y su propia ineficiencia le juegan en contra al radicalismo rionegrino. "¿Cómo ineficiencia, si hace 20 años que ganamos elecciones?", dirá un radical rionegrino en respuesta a la frase anterior. En realidad, lo que ha tenido el partido que gobierna Río Negro desde 1983 es una considerable eficacia electoral. A no dudarlo. Pero eficiencia, esa que implica saber gobernar, la de satisfacer las necesidades de los habitantes y contribuir al mejoramiento de la calidad de vida, no. Nada de eso.
Y lo de eficacia electoral tampoco es tan así, si se considera que en la última elección del 2001 no fue el radicalismo el que obtuvo más votos válidos sino el voto en blanco o nulo, lo que de un modo ineficaz -es cierto- advierte que pudo haberlo mantenido al frente del Estado sólo la falta de alternativas razonablemente aptas.
Es así que llega a estos últimos meses del gobierno de Verani arrinconado judicialmente y con los servicios públicos en un nivel comparable con el de las más pobres regiones del mundo. La salud pública, la educación y la seguridad difícilmente hayan estado más depauperadas y desanimadas en momentos anteriores de la historia de la provincia, aun cuando cierta regularidad en el pago de los salarios no las tiene al menos paralizadas por huelgas. Pero las necesidades desbordan por los cuatro costados, sin que quienes tienen la responsabilidad política de atenderlas parezcan siquiera inquietarse. Aunque no es la preocupación por la eficiencia del Estado la que afecta por estos días al gobernador Pablo Verani ni a su círculo íntimo de colaboradores.
Más los inquieta el avance de varias causas judiciales que, si fueran investigadas a fondo, llevarían a los máximos niveles de responsabilidad política de este gobierno acusaciones gravísimas.
Verani no va por la reelección, es cierto, pero su partido lleva a un hombre de su máxima confianza y que, por añadidura, no tiene una instalación ni un carisma que le permitan cautivar al electorado.
Es así que las disyuntivas para el oficialismo son hoy las siguientes: - Si Verani acompaña en las tareas proselitistas a la fórmula Saiz-De Rege, la complica con las tres causas que investigan a funcionarios de su gobierno por presuntas coimas en torno del negocio del juego, con los presuntos ilícitos en la venta anticipada de energía eléctrica a precio vil y con la inacción de los órganos de control que sólo buscaron hacer correr papeles de un lado para otro para simular que algo han hecho.
- Si no la acompaña, es probable que el radicalismo pierda en manos de un peronismo que acaba de tener una indirecta victoria en la elección presidencial.
- Si convoca a elecciones pronto, todavía la gente tendrá fresco el voto mayoritario a candidatos peronistas.
- Si espera a más adelante, ya estará instalado un presidente electo de ese partido.
- Y, además, el juicio oral por la añeja causa de corrupción en el ex Banco de la Provincia de Río Negro ha sido convocado para agosto, y en nada ayudará a la imagen del radicalismo como partido. Es que, si bien Verani no era gobernador cuando se cometieron los hechos investigados, era vicegobernador, diputado y, sin duda, un dirigente de primera línea. Varios de quienes eran entonces figuras clave del gobierno provincial lo siguen siendo hoy y, muchos más, defendieron a aquella gestión en el fallido Banco como si fuera la más transparente y la más útil a los intereses de la sociedad.
Por estos días volvió a la provincia, a prestar declaración indagatoria en una causa por defraudación al Estado, el ex ministro Horacio Jouliá, ahora funcionario del Fondo de Desarrollo Eléctrico, que estuvo ligado a Verani desde la campaña que lo llevó al gobierno. Jouliá lo asesoró en la Legislatura en su etapa anterior y luego estuvo vinculado con las principales decisiones respecto de privatizaciones: su foto está en el contrato inicial con la Turbine Power para construir la usina TermoRoca, en la renegociación de ese contrato -que también investigan la Justicia y la Legislatura-, en la privatización de la empresa eléctrica ERSA, en la concesión de los casinos al empresario Carlos Isidoro "Cacho" Ferrari. En fin, Jouliá es, como Miguel Irigoyen y otros dirigentes, una pieza política inescindible de la figura del gobernador. Resulta todavía un misterio saber cómo se vincula el voto popular con el conocimiento de las investigaciones acerca de hechos de corrupción. Pero la ciudadanía rionegrina le ha dado señales preocupantes al radicalismo el 18 de abril pasado. La fórmula peronista encabezada por Carlos Soria -bueno es decirlo- tampoco tiene todo resuelto. Si bien hasta el momento recibe datos que la alientan, no logra diferenciarse de los estilos políticos tradicionales y podría verse afectada por el disgusto generalizado hacia la política que siente la ciudadanía. Soria fue socio de Verani en su estudio jurídico muchos años atrás, y nunca disimularon la amistad que se profesan. Y, salvo honrosas excepciones, el peronismo no se ha mostrado eficaz a la hora de poner todo su empeño en evitar que el radicalismo hiciera del Estado rionegrino un inmenso elefante ciego y perezoso o lo pusiera, en ocasiones, al servicio de intereses personales. Varias de las administraciones municipales que encabezó, además, terminaron desprestigiadas o en medio de un caos administrativo o político.
Es decir que, aun la declinación intrínseca de las posibilidades electorales del radicalismo, el peronismo rionegrino sólo podría cosechar los beneficios que ésta le otorga si logra en este corto lapso convencer al electorado de la provincia que hará algo diferente de lo que el radicalismo hizo en estos 20 años y de lo que él mismo ha sido capaz de generar en ese mismo tiempo.
De lo contrario, las ventajas podrían ser derivadas al ARI, el MARA y el Frente Grande, que no cargan sobre sus espaldas con un pasado semejante. Pero la ausencia de un "ballottage" en la legislación electoral rionegrina puede desalentar la fragmentación del electorado y, por el contrario, favorecer la polarización: puede ocurrir que mucha gente tema que, si elige a conciencia y vota al partido de su preferencia por fuera de las estructuras tradicionales, termine beneficiando a éstas y opte por un "voto útil" a lo que considere el "mal menor".
Es por eso que los meses que restan hasta que el radicalismo resuelva convocar a elecciones serán decisivos para que el ARI, el MARA y el Frente Grande terminen de instalar su perfil, lo que puede comprender, incluso, que terminen de concretar alguna de las alianzas que se preanuncian, y que el peronismo concrete una oferta electoral convincente.
Pero, uno y otros, ¿podrán hacerlo sin aludir directamente a cuál será su propuesta respecto de los órganos de control, de la honestidad en la función pública, de la corrupción y de su indudable vínculo con la falta de recursos para atender la salud, la educación, la seguridad y el resto de los servicios públicos?

Alicia Miller
amiller@rionegro.com.ar

     
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación