Sábado 10 de mayo de 2003 | ||
Dos lógicas encontradas hacia el ballottage |
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Por María Victoria Urdinez y Mario J. Filadoro |
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La
crisis del 2001 que colocó al voto bronca o a la abstención como arma
para castigar a la dirigencia política en el marco del sistema democrático
quedó atrás. El domingo 27 de abril del 2003 la gente votó masivamente,
eligió a uno u otro candidato pero eligió y optó por colocar en el ballottage
a Kirchner y a Menem. Así podemos observar dos lógicas diferentes: la representada por el voto bronca en las elecciones del 2001 y la del voto positivo presente en las elecciones del 2003. Sin embargo, analizando el camino hacia el ballottage, observamos la presencia de estas dos lógicas opuestas que distinguieron con tanta claridad las elecciones mencionadas. Esto conduce a que el resultado sea hoy una incógnita, cuya definición podría depender de cómo vayan interactuando ambas lógicas. Elecciones 2001. Tres millones ochocientos setenta y un mil doscientos once. Son los argentinos que se libraron de todos los prejuicios de la transición democrática y votaron en blanco o impugnaron su voto. El voto bronca o negativo fue la expresión de insatisfacción de más del 20% de los que votaron y llegó segundo en todo el país. Los argentinos encontraron una vía de reacción ante la falta de respuestas de su clase dirigente dentro del sistema democrático y no fuera de él. El voto bronca no resultó de una actitud de exclusión, sino más bien fue inclusivo, porque demandó participación. Por lo tanto, tampoco un voto de rechazo al sistema democrático en la Argentina, sino que demostró ser un emergente de la consolidación del sistema, cuando han pasado casi dos décadas de su recuperación; una actitud de audacia, crítica del sistema político y su orientación económica no fue equivalente a la desestabilización de la democracia. Los números indican que la suma del voto blanco y nulo casi quintuplicó su porcentaje respecto de la última elección de referencia, la presidencial de 1999. Entonces, apenas superaba el 3% y en esta oportunidad llegó al 15,55% de los habilitados para votar. Recordemos que en la Capital y la provincia de Santa Fe, el segundo y cuarto distrito electoral respectivamente, superó incluso a la primera fuerza política, igual que en Río Negro y Tierra del Fuego. Por otra parte, en la Ciudad de Buenos Aires el voto bronca alcanzó más del 27%; en Santa Fe consiguió su máximo registro de todo el país, con el 40%. En otros dos distritos se ubicó como segunda expresión: la provincia de Buenos Aires (también en el Gran Buenos Aires) y Neuquén. Fue tercero en Córdoba, Chubut, San Juan, Jujuy, Misiones y Entre Ríos. Su porcentaje más bajo fue en Santiago del Estero, poco más de 5 puntos, aun así superior a la referencia del "99. Elecciones 2003. Los funcionarios que organizaron las elecciones, los candidatos y los comentaristas destacaron el alto porcentaje de participación y la alta proporción de votos positivos; la de votos válidos alcanzó el 75% respecto del total del padrón. Los votos en blanco y nulos (el denominado "voto bronca" que destacó los comentarios respecto de las elecciones del 2001) se redujeron, aunque más lentamente que lo que sugieren las evaluaciones optimistas inmediatamente posteriores a los comicios. Vale la pena resaltar que a pesar de esta reducción, el ausentismo fue cuatro puntos más bajo que en la anterior elección presidencial. Como bien señalaron algunos analistas políticos, precisamente porque la no emisión de un voto válido es difícil de interpretar, la ausencia electoral, el voto en blanco o la invalidación del mismo son herramientas políticamente ineficaces. De esto deducimos que parte de los votantes que en las elecciones del 2001 emitieron el "voto bronca", en estas elecciones parece haber llegado a esa misma conclusión. Por otra parte, destacamos un espectro electoral relativamente amplio (18 candidatos presidenciales) que representó diferentes fuerzas y alternativas políticas, tanto de derecha como de izquierda, con intenciones de contener al heterogéneo y fragmentado electorado. Esto no significa que exista una parte "importante o no" que no se haya sentido directamente identificada con el candidato, sus propuestas, su partido, etc., pero que dentro de esta amplitud haya tenido un acercamiento relativo a alguno de ellos (distinto es el caso del ballottage que será analizado más adelante). En suma, en estas elecciones quedó claramente demostrado que la gente ha recuperado la actitud de saber que su voto positivo tiene valor. Lo paradójico resultó ser que la estructura de poder tradicional, rechazada por la ciudadanía en diciembre del 2001, fue justamente la representada por los candidatos que obtuvieron el mayor apoyo del electorado en los comicios presidenciales del 2003. Ballottage. La Argentina llegó por primera vez en su historia a la segunda vuelta electoral. Se inicia un momento de inflexión que tiene como asunto prioritario la gobernabilidad y la construcción de una nueva mayoría política. Como mencionamos al comienzo a modo de interrogante, es en este camino hacia la segunda vuelta donde vemos la presencia de la lógica del voto bronca y la del voto positivo. Esto lo observamos al analizar las distintas posturas que van tomando los actores tanto políticos como sociales en el camino hacia el ballottage. Como punto de referencia destacaremos los siguientes actores: Elisa Carrió (ARI) promueve un "voto positivo", es decir, que se muestra en contra de la abstención o el voto en blanco. Si bien no establece alianzas con ninguno de los candidatos ni opta por un nombre implícitamente (por sus diferencias encontradas), pone énfasis en no elegir la boleta de Menem como en llamar a no votar en blanco, una opción que podría favorecer al menemismo. Distinto es el caso de Adolfo Rodríguez Saá (PJ, Movimiento Nacional y Popular) que plantea una postura ambivalente; por un lado escucha ofertas de Menem, quien le pidió apoyo para el ballottage con el objetivo de acercamientos de políticas generales sumado al ofrecimiento de un ministerio y, por otro lado, hace declaraciones con cierta carga de neutralidad al colocarse en el rol de árbitro de la segunda vuelta. "Tendrá mi apoyo quien aplique los 125 puntos de mi programa", manifestó. Por su parte, Ricardo López Murphy (Recrear) sostiene que no quiere quedar atrapado entre Menem y Kirchner, y adelanta que saldrá a respaldar a los postulantes de su partido. Hasta el momento asegura que podría reunirse con enviados de los candidatos, pero que ninguno conseguirá llevarse su apoyo. El ex candidato, al manifestar que "yo no soy el dueño de los votos de los ciudadanos", no está haciendo distinciones entre el voto positivo y el voto bronca, sumado a que en ningún momento manifiesta su inclinación hacia alguno de ellos. Finalmente, entre partidos y organizaciones de izquierda junto con el sector duro del piqueterismo, se percibe una fuerte sensación de preocupación por el fracaso del voto bronca y la caída del voto por los partidos de izquierda en la primera vuelta de la elección presidencial. A pesar de esto todos coinciden en no votar por Menem en la segunda vuelta y si bien es de suponer que estos grupos tampoco lo harán por su único rival Kirchner, respecto de esto último las posturas se dividen: una parte de los piqueteros, al igual que la CGT disidente de Moyano, se inclina por votar a Kirchner (voto positivo); la CTA y la Corriente Clasista Combativa (CCC) al parecer mantendrán su postura de "voto bronca" según sus declaraciones. A lo largo de estas líneas pudimos apreciar la presencia de dos lógicas diferentes: la del voto bronca y la del voto positivo. Mientras que la del "bronca" se destacó en las elecciones legislativas del 14 de octubre del 2001, la del "positivo" lo hizo en las pasadas elecciones presidenciales del 27 de abril del 2003. Queda demostrado el encuentro de estas dos lógicas en el camino hacia el ballottage, al poner de manifiesto las posturas de los actores políticos y sociales relevantes. El resultado con respecto a qué lógica se destacará se presenta aun como una incógnita. Con todo, resulta interesante reflexionar que, "si bien en las elecciones del 2003 se logró revertir el voto bronca (que caracterizó las elecciones anteriores), esa alta participación ciudadana (que puso en el ballottage a Kirchner y a Menem) hoy se presenta opacada, existiendo la posibilidad de retroceder a la lógica del "voto bronca" del 2001". Análisis basado en datos recolectados hasta el 5 de mayo del 2003 |
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