Jueves 8 de mayo de 2003
 

La "estrategia hemisférica" de Bush

 

Por Andrés Oppenheimer

  Ahora que el presidente Bush declaró que terminó el conflicto de Irak, la ex prisionera de guerra Jessica Lynch ha sido rescatada y Wolf Blitzer de la CNN ya volvió a casa, altos funcionarios de Estados Unidos dicen que están empezando a dedicar parte de su tiempo a reconstruir los lazos con América Latina.
¿Deberíamos creerles? Más o menos.
La buena noticia es que, por primera vez en los últimos 16 meses, estamos viendo algunas señales de atención del gobierno de EE. UU. a la región. Luego de proclamar al comienzo de su gestión que América Latina representaría "un compromiso fundamental" de su presidencia y de augurar que este siglo sería "el siglo de las Américas"", Bush prácticamente se olvidó de esta parte del planeta después de los ataques terroristas del 11 de setiembre del 2001.
Ahora, según me dicen altos funcionarios de Estados Unidos, el gobierno está planeando una reunión interdepartamental de alto nivel en dos semanas para redactar un "plan estratégico" de cinco años para América Latina. El mismo será dado a conocer en un discurso de Bush en los próximos meses y delineará una "estrategia hemisférica"" que abarcará temas económicos, de seguridad y gobernabilidad, dicen.
Al mismo tiempo, por primera vez en cinco años, Estados Unidos pronto tendrá un jefe de asuntos hemisféricos del Departamento de Estado que contará con la aprobación del Congreso.
El embajador Roger Noriega, nominado por Bush para el cargo de secretario de Estado Adjunto para Asuntos Hemisféricos, fue aprobado por una comisión del Senado la semana pasada y se espera que el mismo en pleno lo confirme en breve.
"América Latina ha vuelto a ser una prioridad para nosotros"", me dijo un alto funcionario del gobierno de Bush. "Desde el día en que cayó la estatua [de Saddam Hussein], empecé a notar un tremendo aumento de atención a la región"".
Como ejemplo, los funcionarios citan el hecho de que en las últimas tres semanas, Bush se reunió con los cinco presidentes de Centroamérica, con el uruguayo Jorge Batlle y con el de Colombia, Alvaro Uribe.
Asimismo, cuatro miembros de gabinete, incluyendo el secretario de Estado, Colin Powell, asistieron a una conferencia sobre la región organizada por el Consejo de las Américas la semana pasada en Washington. Una asistencia de tan alto rango es inusual en una conferencia regional, dicen funcionarios gubernamentales.
"El gobierno de Bush está prestando una atención sin precedentes a la región", afirma el ex embajador de Estados Unidos en Bolivia, Manuel Rocha. "En los últimos 12 años, ningún otro presidente se reunió con tantos mandatarios latinoamericanos como Bush en sus primeros dos años".
Todo eso es muy bonito. Pero estos avances son relativos y no serán suficientes para contrarrestar la ola de sentimiento antiBush -y antiamericano- que se ha extendido por América Latina desde el inicio de la guerra en Irak.
Lo que resultará más importante que las reuniones de Bush con presidentes de la región, o los funcionarios que envía a conferencias hemisféricas, será si hará reformas sustanciales en su agenda latinoamericana.
La política de Bush hacia la región está centrada en la creación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en el 2005, un plan que podría beneficiar a todos. Pero difícilmente el presidente de EE. UU. logrará entusiasmar a sus vecinos del sur sobre el ALCA, a menos que acepte poner sobre la mesa de negociaciones los escandalosos subsidios agrícolas que aprobó poco antes de las elecciones legislativas del 2002, para ganar votos en los estados del medio oeste.
Los latinoamericanos dicen, con razón, que Bush no puede pedir que América Latina abra sus mercados a las exportaciones de tecnología y servicios de Estados Unidos y al mismo tiempo se niegue a negociar con la región la apertura del mercado agrícola de ese país a las exportaciones latinoamericanas.
Asimismo, Bush debería reconsiderar la forma de desembolso de los u$s 5.000 millones de ayuda para combatir la pobreza que prometió en la cumbre de las Naciones Unidas en Monterrey el año pasado. Esa colaboración tendría que ir no sólo a los países más pobres del mundo, la mayoría de los cuales está en Africa, sino también a las regiones más carenciadas de estados de ingresos medios. Hay 50 millones de pobres en el nordeste del Brasil y 10 millones en el sur de México, más que toda la población de muchos de los territorios africanos que recibirán esta ayuda.
Conclusión:
Es una buena noticia que el gobierno de Bush vuelva a dedicar parte de su atención a América Latina. Pero a menos que esto se traduzca en algo más que fotografías de familia con presidentes latinoamericanos, su "plan estratégico"" para la región será visto como poco más que un artilugio para ganar el voto latino en su campaña de reelección el año próximo.
     
     
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