Viernes 30 de mayo de 2003

  Veinte años de cárcel por un crimen en Taquimilán
 

La pena fue para dos de los acusados de la muerte del comerciante Sebastián Navarrete.

  CHOS MALAL (ACHM).- La Cámara de Apelaciones de Zapala condenó a 20 años de prisión a Carlos Héctor Damián Sosa y Juan Carlos Castillo, como autores del crimen del comerciante de Taquimilán, Sebastián Navarrete. También condenó a Héctor Eduardo Cerda a 16 años de prisión.
Además, se resolvió no hacer lugar al pedido de nulidad del requerimiento de elevación a juicio planteado por el defensor oficial Marcelo Hertzriken Velasco, quien asistió a Castillo.
Los camaristas Oscar Rodeiro, Víctor Hugo Martínez y Enrique Modina condenaron a Sosa y a Castillo como autores materiales y responsables del delito de homicidio en ocasión de robo agravado por su comisión con violencia o intimidación contra las personas mediante el empleo de arma de fuego.
Para ellos, el fiscal Oscar Domínguez había solicitado la pena de 27 años de prisión.
En el caso de Cerda, el Tribunal lo consideró como partícipe primario en el delito de homicidio.
La muerte de Navarrete se produjo el 12 de marzo del año pasado en Taquimilán.
El escenario del crimen fue la propiedad de Navarrete, donde se encuentra el negocio "La Casa Amiga" y la casa de la víctima.
Según lo establecido por los investigadores, los tres condenados ingresaron a Chos Malal el 12 de marzo en un colectivo Mercedes Benz, y pasaron varias horas en el domicilio de Verónica Costanzo, la otra imputada en la causa, pero a quien no se juzgó por encontrarse internada.
Alrededor de las 21.30 salieron de esta ciudad, y se cree que se sintieron vigilados, dado que la policía contaba con información de que venían a dar un golpe pero no tenían la certeza si en esta ciudad o Tricao Malal.
Sosa, Castillo, Cerda y la mujer se dirigieron a Taquimilán, pero según lo que se ventiló en el juicio, sólo los dos primeros bajaron en el comercio y cometieron el crimen.
Por esa razón la fiscalía imputó a Cerda el delito de partícipe primario, dado que fue esta persona quien los transportó en el colectivo y los esperó en proximidades del comercio de la víctima.
No sólo el testimonio aportado por los testigos durante la investigación y el juicio fueron importantes para esclarecer el crimen, sino también lo que el fiscal denominó "testigos mudos", refiriéndose a las botellas de cerveza que fueron secuestradas del lugar luego de la muerte de Navarrete.
Pericias efectuadas en las mismas permitieron detectar huellas dactilares de Sosa, Castillo y Costanzo. Las botellas son "testigos mudos de la presencia de Sosa y Castillo en el comercio" había sentenciado el fiscal, dado que los testigos que declararon en el juicio vieron salir corriendo a dos personas luego de los disparos.
Siempre según la acusación fiscal, Costanzo esperaba en el colectivo en compañía de Cerda, quien conducía el rodado, a unos 250 metros del comercio y cerca de la ruta 29. Navarrete murió como consecuencia de dos disparos de fuego provocados con un arma calibre 22.
   
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