Jueves 22 de mayo de 2003
 

El equipo de Kirchner

 
  Por motivos que son muy lógicos, el presidente electo Néstor Kirchner jura que el gabinete que anunció el martes no es meramente un primer esbozo, sino que lo acompañará durante mucho tiempo, pero por tratarse mayormente de militantes peronistas de distintas líneas no sorprendería que pronto llegara a la conclusión de que le convendría prescindir de los servicios de algunos integrantes elegidos por razones tácticas como las supuestas por su deseo de mantener una buena relación con el duhaldismo y de conservar a su lado a personas de su propia fracción. Con todo, aunque se supone que el santacruceño hubiera preferido armar un equipo un tanto distinto de la coalición de peronistas bonaerenses, porteños y, desde luego, patagónicos que a partir del domingo se encargará de gobernar el país, no pudo hacerlo debido a la resistencia de Ricardo López Murphy, Elisa Carrió y varios gobernadores peronistas a "prestarle" miembros de sus propios cuadros, actitud que podría atribuirse a su convicción de que la base de sustentación de Kirchner es demasiado estrecha como para permitirle encabezar un auténtico gobierno de "unidad nacional". Es de esperar que en las próximas semanas el nuevo presidente consiga probar que los reacios a comprometerse con su gestión se han equivocado por merecer su "proyecto" el apoyo no sólo de los partidarios de algunas líneas internas peronistas, sino de buena parte de la clase política nacional. De ser así, el eventual recambio no sería resultado de un fracaso sino, por el contrario, de haber logrado que el resto del país reconociera su voluntad de priorizar cambios encaminados a mejorar las perspectivas nacionales.
Como suele suceder, algunas designaciones ocasionaron cierta extrañeza. Aunque nadie cuestionaría la capacidad del jurista y escritor Rafael Bielsa, pocos lo creían el hombre indicado para cumplir el papel nada sencillo de canciller, mientras que el médico duhaldista José Pampuro, que fue nombrado ministro de Defensa, nunca se ha caracterizado por su interés por los temas militares. En cambio, el próximo ministro de Educación, Daniel Filmus, parece tener la experiencia y las dotes naturales para desempeñar una función que debería considerarse absolutamente clave: a menos que el sistema educativo nacional mejore muchísimo muy pronto, la Argentina no tendrá futuro. Otra nominación, la de Alicia Kirchner como ministra de Desarrollo Social, no motivó sorpresa alguna, lo que es una lástima porque si bien parece poseer todas las cualidades necesarias para su nuevo trabajo, el mero hecho de que sea la hermana del presidente electo debería haberla excluido por completo de cualquier lista de ministeriables. En nuestro país ya es tradicional que los presidentes opten por iniciar su gestión dando a un hermano, a una hermana o a su cónyuge un puesto en su gabinete, pero ocurre que el nepotismo así supuesto constituye un síntoma más de la gravísima crisis política que nos ha hundido.
Como ha sido el caso desde hace muchos años, el ministro más importante será el de Economía que, como Kirchner había asegurado en el transcurso de su breve y nada informativa campaña electoral, seguirá siendo Roberto Lavagna. Aunque Lavagna ha merecido la confianza de casi todos por haber piloteado con paciencia y habilidad el país en un período signado por las tormentas que fueron desatadas por el colapso de la convertibilidad y la "devaluación asimétrica" ordenada por su antecesor, no le será dado repetir la estrategia, que hasta ahora le resultó provechosa, de demorar hasta nuevo aviso problemas engorrosos como los planteados por la renegociación de la deuda externa -la que, huelga decirlo, no es "repudiable"- y el atraso tarifario. Puesto que la situación en la que se encontrará Lavagna en cuanto inicie su gestión Kirchner será bastante distinta de la que ha disfrutado como ministro de Economía de Eduardo Duhalde, no es inconcebible en absoluto que haya cometido un error al aceptar continuar en su cargo: como Domingo Cavallo podría informarle, los capaces de producir "milagros" en circunstancias determinadas pueden resultar impotentes si, desgraciadamente para ellos, el panorama político y económico al cual se habían acostumbrado se ve reemplazado por otro muy diferente.
     
     
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