Jueves 15 de mayo de 2003
 

Asignatura pendiente

 
  Desde hace por lo menos dos años, es penosamente evidente que buena parte de los problemas del país puede ser atribuida a su incapacidad colectiva para formar gobiernos que sean racionales, respetuosos de la ley y dueños de la autoridad moral necesaria para que puedan desempeñar sus funciones con eficacia y que cuenten con el apoyo de un partido político disciplinado o de una coalición coherente. Aunque la ciudadanía es consciente de esta deficiencia, no sabe cómo remediarla, razón por la cual a pesar de las protestas masivas que desató el fracaso de la Alianza radical-frepasista ha optado por dejar que las instituciones funcionen de la forma más "normal" posible, permitiendo de este modo que la fase final del proceso electoral se haya visto monopolizada por un solo movimiento político. Si bien es posible que el flamante gobierno sea mejor que el encabezado por Eduardo Duhalde, el país no podrá seguir indefinidamente sin ningún partido político que sea digno de llamarse tal, razón por la que es de esperar que los dirigentes no comprometidos con el caudillismo tradicional aprovechen el alargamiento del período de transición que en efecto ha supuesto la consagración de Néstor Kirchner para construir los dos partidos auténticos, uno moderadamente conservador y otro sensatamente progresista, que nos hacen falta.
Por fortuna, la "centro derecha" ya cuenta con un líder, Ricardo López Murphy, que en base a un resultado electoral muy respetable se cree fundador de "la segunda fuerza en la República", Recrear, partido que ya está incorporando a sus filas a náufragos radicales, peronistas reacios a ser menemistas o duhaldistas, independientes y otros, lo que, desde luego, plantea muchos peligros porque algunos llegarán con prontuarios. Sin embargo, a López Murphy no le queda otra opción que la de hacer uso de la materia prima disponible, la que en nuestro país consiste por lo común en políticos que se han formado en el PJ, la UCR y otros partidos de cultura interna similar, aunque le será necesario intentar mantener a raya a los muchos oportunistas que están más interesados en conseguir poder y por lo tanto dinero que en prestar un servicio a la comunidad. Una causa de la evolución decepcionante del peronismo ha sido precisamente la voluntad de sus militantes honestos a solidarizarse con individuos de trayectoria más que dudosa. Encontrar un punto de equilibro entre una apertura excesiva y lo que sus adversarios no tardarían en calificar de sectarismo constituye uno de los desafíos principales que tendrá que enfrentar cualquier aspirante a organizar un partido amplio con el propósito de llenar el vacío dejado por la implosión radical y la fragmentación del PJ.
La situación en el espacio que ocupa la "centro izquierda" es, si cabe, todavía más complicada, porque las características particulares de la chaqueña Elisa Carrió distan de ser las apropiadas para que encabece un movimiento comparable a los que se dan en Europa occidental. Además de carecer de talento administrativo, es demasiado propensa a confiar en sus propias corazonadas que, como es notorio, suelen ser decididamente excéntricas. Por lo tanto, es probable que el protagonismo de Carrió obstaculice la formación de una versión local ya del "Partido de los Trabajadores" brasileño, ya de los partidos socialdemócratas que cumplen un papel destacado en casi todos los países integrantes de la Unión Europea. Aunque es claro que López Murphy posee una personalidad decidida, los más concordarán en que su recuperación de los reveses supuestos por su participación del gobierno de Fernando de la Rúa se ha debido más que nada a su fidelidad a un conjunto de ideas y principios básicos, no a su atractivo personal o a su voluntad de asumir posturas llamativamente combativas. Dicho de otro modo, Recrear es un partido aún embrionario que podrá basarse en mucho más que la popularidad actual de su jefe, mientras que el ARI que se ha formado en torno de la figura de Carrió, sigue siendo, como tantas otras organizaciones políticas del país, en buena medida el producto del "carisma" de un individuo determinado, condición que hace pensar que no le será fácil en absoluto evolucionar en un partido moderno que trascienda la personalidad de su militante más destacado.
     
     
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