Martes 27 de mayo de 2003

 

  Sutil, "Flaco", llegaste hasta aquí
 

Veinte años esperaron los neuquinos para ver nuevamente a Luis Alberto Spinetta, quien volvió con la mejor música y con un espectáculo sutil con temas viejos y actuales también.

 
Luis Alberto Spinetta dio dos shows el domingo en el teatro Español de Neuquén.
En este país de las últimas cosas, hubo una vez una patria rockera. Como la otra patria, estaba dividida en bandos contrarios. En esos tiempos ya perdidos, se era o de los Rolling o de Los Beatles, se seguía al Flaco o se daba la vida por Charly. Unos y otros bandos estaban armados de resplandescientes argumentos de arte, aunque también la adhesión podía ser arbitraria y fundada en razones caprichosas. De onda, se diría hoy.
Los defensores de Spinetta blandían como una espada invencible la poesía del Flaco, el mejor letrista del rock nacional, decían. Y había más contrastes que lo favorecían: una vida recóndita, secreta, sin escándalos ni excesos, una trayectoria musical siempre irreprochable, la humildad y la discreción de un artista auténtico.
"No me leas como un cartel/ o como un diario de ayer/ que ya no dice absolutamente nada (...) correr frente a ti es un deporte que yo hago en silencio". Si no fuera por esas canas, la melenita y el flequillo con rulos son tan adolescentes... Y el jogging negro, y las zapatillas que se cruzan, una sobre otra, como un chico, cuando empuña la guitarra y se menea como acunándose.
Tiene 53 años –sí, 53, caramba, nacido el 23 de enero de 1950, Año del Libertador, ¿recuerdan?-, más de veinte discos, más de 30 años de creatividad intacta, como su voz, que se alza y susurra y corea y deja suspendidos, al borde de la butaca, a los cientos de mujeres y hombres de toda edad, clase, historia y experiencias, que adoran escucharlo en "la unánime noche" (Borges dixit), vale decir, como una sola alma.
Acallado todo ruido de batalla y con recitales rigurosamente vigilados, la decisión de Spinetta de tocar viejos temas suaves, de delicada melodía, con la única compañía instrumental de un teclado y su guitarra es una sabia decisión. No se trata de un concierto "unplugged" porque, como dijo a este diario antes del recital Claudio Cardone, el virtuoso tecladista coautor del espectáculo, están "llenos de enchufes, hasta la guitarra acústica del Flaco". Se trata de cómo dos músicos, en la boca enorme del escenario de un teatro, llenan la sala de placer instantáneo, pero perdurable.
Sólo en un tema, "Sagrado tesoro", de Dante Spinetta, Spinetta padre hizo mutis por el foro y quedó Claudio Cardone solo con el piano y con el público que lo aplaudió con fervor justificado. "Más aplausos para el maestro", pidió el Flaco al volver, y encaró "un tema pequeño y solitario" del nuevo disco, "Tu cuerpo mediodía". Las luces que otro maestro, Carlos Márquez, dirigió en la ocasión tiñeron de rojo a los músicos, dentro de dos conos azules de luz. Una maravilla para ver mientras una maravillosa canción se dejaba oír, blandamente.
Bienvenidos a casa, podría haber empezado diciendo Spinetta, abriendo la puerta al jardín de las delicias. Formal, no dejó de agradecer cada aplauso ni de hacer las presentaciones del caso, sean canciones, sonidista, iluminador, mánager o productores. Cordial, con un afecto que hasta se palpaba, que reconfortaba como un delicado abrazo a la distancia, habló del "gran placer" de estar tocando acá. "Gracias por venir, Flaco", quiso empezar alguien una charla desde la platea. "Lamento mucho no haber venido estos años, no ha sido producto de mi voluntad. Debe de ser porque toco tan poco...", respondió, antes de presentar "A su amor allí", otro de los temas nuevos, una dulce balada del amor perdido.
No faltaron "Gricel", cantado y ejecutado cada día mejor, ni "Barro tal vez". "Nada más apropiado que esto para todo lo que sucede en nuestro mundo", presentó "Un niño nace". Dos haces de luz sobre Spinetta y Cardone y el humo haciéndolos borrosos, difusos, compusieron un cuadro estético inolvidable para una letra que pregunta "por qué entonces tanto miedo, tanta niebla en este mundo".
El Flaco contó que su varicela infantil fue el origen de "Alcanfor"; que su hija Vera, "la pulguita más chica de la familia" lo "puede permanentemente", y le cantó "Vera, tu corazón es como el mío/ recíbelo y ámalo"; que andaba soportando "una gripe gallarda" que no se notó y dijo: "yo también amo a todos los seres humanos" al hombre que, ya terminando el recital, no pudo contener un "¡te quiero, Flaco!".
"Electroacustik", un privilegio para Neuquén, nos trajo música de la mejor, ya sin antinomias, por uno de los mejores músicos argentinos, tan buen tipo además, tan sanito, que una querría hacerse amiga, sentarse con él en un bar y pedir una vuelta de yogur descremado para todos. ¿O preferirá un milk shake, el Flaco?
Mónica Reynoso
   
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